Espacios. Vol. 21 (2) 2.000


El entorno actual y la gerencia de proyectos de investigación

Present-day Environment and Research Projects Management.

Luis F. Marcano González1


RESUMEN

El proceso de la gerencia de proyectos está cada día más presente en todas las organizaciones, en particular en aquellas dedicadas a la investigación. Esta modalidad, junto con las operaciones de rutina, garantizan la subsistencia de cualquier organización en un ambiente cada día más cambiante. La comprensión del entorno donde se realizan ambos procesos es vital para la gerencia de los centros de investigación. En el presente artículo se ensaya una puesta al día sobre la caracterización del entorno actual de la gerencia de proyectos de investigación. Se utiliza para ello dos enfoques que sobre el particular se han esbozado en los últimos tiempos: el papel de la investigación y el entorno político y económico. Se concluye el trabajo con una revisión de los componentes para una estrategia de centros de investigación.

ABSTRACT

The process of Project Management is making itself felt more strongly every day in all organizations, particularly those dedicated to research. This form, along with the routine operations, guarantees the survival of any organization in an ever-changing atmosphere on a day-by-day basis. The compression of the environment where both of these processes are carried out is vital for the management of research centres. In this article, there is a trial run of the up-dating process of the characteristics required in a present-day environment for research project management. To this purpose, use is made of the two most recent focus points drafted on this matter: the role of research and the political and economic environment. The conclusion of the paper is a review of the components required for a definite strategy with regards to research centres.

Contenido


L Los modelos de análisis sobre el papel de la investigación

Michel Callon, Phillippe Larédo y Phillippe Mustar han propuesto, en un interesante artículo sobre la situación de la ciencia en Francia (Callon et al. 1994), un modelo para analizar la importancia de la investigación en las sociedades contemporáneas. Estos autores han llamado a su modelo la rosa de los vientos de investigación. Señalan en su trabajo, además, que proponen este modelo para salirle al paso a los modelos interpretativos que sobre la ciencia se han construido hasta el presente. Por ejemplo, señalan que a fines del siglo XVII, se decidió, en alguna parte en Inglaterra, lo que ha sido parte del discurso en el mundo de la ciencia: la separación entre el mundo de la política y el mundo del conocimiento científico. Desde entonces, en general, la opinión pública ha vivido con una convicción: para mejor servir a la sociedad, la ciencia y los científicos se deben mantener al margen de ella. Que los investigadores investiguen, que lo hagan bien; el resto, y sobre todo las aplicaciones económicas, vendrán por añadidura. Se ha impuesto así, tanto en las instituciones como en el discurso, lo que se puede llamar el modelo lineal: la ciencia descubre y la sociedad la sigue.

Este modelo lineal ha generado rápidamente, por reacción, su contrario también lineal: la investigación académica no garantiza el éxito económico si no está inserta en la industria. Que los investigadores investiguen, pero sin olvidar que deben tener en cuenta nuestra voluntad, la de los empresarios y dirigentes políticos. Sobre esto último es ilustrativo lo planteado por Henry Petroski al analizar la direccionalidad que se le ha dado a la investigación científica en los EE.UU. cuando se refiere a la influencia sobre el desarrollo de esta actividad ha tenido el informe preparado, en 1945, por Vannevar Bush al presidente Truman (Petroski 1997). De acuerdo a Petroski, la dirección utilitaria y orientada hacia la resolución de problemas tecnológicos que se le ha dado a la investigación científica en ese país, ha sido un detonante para potenciar la capacidad productiva que tiene Norteamérica en esta materia. Sin embargo, eso ha traído como consecuencia un apresuramiento en la puesta a punto de algunos resultados, con los consecuentes costos en algunos campos, sobre todo en la industria aeronáutica y espacial.

Pero volvamos a lo que señalan Callon y cía. Las dos posiciones que representan estos dos modelos lineales son, entre sí, mitad falsas y mitad verdaderas. Insisten que la fuerza de la ciencia proviene de estar fuera de la sociedad y dentro a la vez. Los laboratorios de investigación obtienen su capacidad de invención de su aislamiento; obtienen su pertinencia y su eficacia de las múltiples influencias que en él se unen y combinan. Y en ese sentido se preguntan ¿cómo describir esta doble naturaleza de la investigación, esa aptitud de retraerse y conectarse? Y para ello proponen un instrumento de descripción muy simple, lo que ellos han llamado la rosa de los vientos de la investigación.

Según este modelo, la investigación es una actividad compleja cuya naturaleza y resultados pueden ser analizados según cinco dimensiones principales: la producción de conocimientos certificados, la participación en los procesos de valoración económica, la contribución a las acciones de interés general, las actividades de formación y, finalmente, la vulgarización y la experticia. Proponen que la rosa de los vientos de la investigación se puede aplicar indiferentemente a la escala de un país o a un grupo de países o a la de un laboratorio o de un organismo de investigación, cuyas producciones pueden ser así descritas por el equilibrio introducido entre sus diferentes componentes.

Los modelos lineales -en los cuales las actividades de investigación, de desarrollo, de producción, etc., se suceden sin interacción, como un continuo- son aquellos en los cuales existen una distancia máxima entre las cinco ramas de la rosa de los vientos: los centros de investigación, las empresas, los poderes públicos, la educación superior y los medios de divulgación. Cada actor (un laboratorio, un organismo público, una empresa, una universidad, etc.) puede ser asimilado a una parte de un todo, desplegándose una división del trabajo entre los distintos actores. En ese modelo coexisten varias dimensiones de especialización distintas, cada una con sus instituciones y mecanismos propios de estimulo y evaluación. Al interior de cada una de ellas los perfiles son parecidos y, en consecuencia, las relaciones internas son relativamente fáciles. Pero entre los distintos actores y las distintas instituciones las relaciones son difíciles, algunas veces improbables y casi siempre costosas.

En el modelo que proponen los autores citados (Callon et al. 1994), cada instancia -o actor- está dotada de cinco ramas. Un laboratorio universitario puede producir conocimientos certificados, puede participar en la innovación tecnológica, hacer experticia y vulgarización, y, por supuesto, tener actividades de formación y formar parte de los programas públicos en materias de interés colectivo. Lo mismo puede suceder con las empresas y con los organismos públicos. Así, cada instancia puede entonces interactuar una con otra. Sin embargo, en contrapartida, los vínculos pueden ser muy volátiles ya que la estabilización de las relaciones puede ser más difícil, por lo cual también estas pueden resultar poco costosas, pero, en contrapartida, las reglas del juego son fijas y los actores se conocen y hablan el mismo idioma. Entre los dos modelos, todas las configuraciones intermedias son posibles. Pero para que estas relaciones tengan lugar, es necesario alejarse del modelo lineal y de su división del trabajo en campos estancos, y, por tanto, acercarse al modelo propuesto en donde las relaciones, en número e intensidad, pueden llegar a ser potenciadas.

Para efectos de comprender las virtudes del nuevo modelo propuesto vale la pena hacer una breve descripción de la rosa de los vientos de la investigación. Este modelo describe a los actores, sus relaciones y el papel de la investigación. En la rosa se ponen en evidencia cinco dimensiones caracterizadas por finalidades diferentes. En primer lugar, la investigación contribuye a la producción de conocimientos certificados cuya solidez y originalidad son evaluados por la comunidad de especialistas. Esto es lo que se conoce como la investigación académica la cual engloba, también, tanto las actividades llamadas fundamentales como las ciencias de la ingeniería o la investigación tecnológica de base.

En segundo lugar, la investigación participa además en el proceso de valorización económica, lo que conduce a la producción de innovaciones. Estas actividades se inscriben en las estrategias de las empresas para crear ventajas competitivas.

Asimismo, la investigación contribuye a acciones de interés general en los dominios de la salud, el ambiente, los viajes espaciales, la defensa nacional, el desarrollo urbano, entre otros. El mecanismo de regulación subyacente no es ni el aumento de los conocimientos como tales, ni la creación de ventajas competitivas, sino la producción de bienes colectivos.

La contribución a las actividades de formación de personal de alto nivel constituye para la investigación una salida esencial y es la cuarta punta del modelo. Los conocimientos y el saber-hacer elaborados por los investigadores deriva así en saberes de los seres humanos (estudiantes, formación profesional).

Por último, la investigación no se puede desarrollar en una sociedad hostil a la ciencia y a la técnica. Tal y como lo señala García Bacca, la atmósfera cultural de nuestra época está compuesta fundamentalmente de ciencia y técnica (García Bacca 1980). Es por eso que desde siempre los investigadores se han esforzado en «vulgarizar» sus actividades. A ello se le deben agregar las actividades de experticia que algunos investigadores realizan y con las cuales hacen oír el punto de vista de la investigación sobre diferentes problemas (comisiones de normas, ética, directorios, etc.).

La múltiple dimensión que presenta este modelo permite percibir, de una manera más matizada, el complejo papel que tiene la investigación en el entorno actual. Por supuesto, que como en todo modelo teórico, el presentado por Callon et. al. se simplifica la realidad y no recoge con claridad la totalidad de los aspectos. Sin embargo, es mucho más útil para comprender el alcance que tiene la investigación en el ambiente cultural de nuestra época y permite desprenderse de esa mirada simplista y lineal que los otros modelos nos trasmiten. Sin embargo, es necesario comprender además otras dimensiones. Entre ellas los rasgos fundamentales del entorno político y económico.

El entorno político y económico

Ahora bien, a lo largo de su historia las sociedades humanas han desarrollado distintas formas de producción de bienes y servicios. Hoy, la denominación genérica de la forma dominante de producción es la de sistema capitalista. Es decir las prácticas sociales en lo económico y en lo político están signadas por las relaciones de tipo mercantil. Ello se manifiesta en lo político con la aparición de la democracia y en lo económico con relaciones de intercambio entre iguales. La génesis de este sistema, en lo económico y en lo político, data ya de varios siglos, pero sus hitos más destacados comienzan a reseñarse a partir de la Revolución Industrial, durante la segunda mitad del siglo XVIII.

La expansión y evolución de estas prácticas ha originado en cada uno de los entornos donde ha prosperado múltiples características. Los estudiosos del tema han propuesto diversas teorías. Desde el siglo XVIII, con la aparición de la Economía Política en Inglaterra y en Francia, se han abordado distintos tipos de análisis sobre el crecimiento y prosperidad de las naciones, como señalaba Adam Smith en su obra fundamental. Desde esos tiempos y hasta el presente, múltiples han sido entonces las aproximaciones para comprender la dinámica de esta forma de producir bienes y servicios y de relacionarse entre sí las personas en la mayoría de los países del mundo entero.

Sin embargo, lo que parece ser constante en casi todos los análisis es que estas prácticas generan crisis permanentes. Para unos, los que se oponen ideológicamente a estas prácticas sociales, detrás de estas crisis se encuentran las razones que llevarán a su desaparición. Para otros, quienes las defienden, ellas son la expresión de los síntomas de la capacidad que tiene la sociedad para renovarse de forma continua y de nutrirse de manera periódica.

Ahora bien, con la aparición de la microelectrónica y la informática -del microprocesador en los EE.UU.- y de un nuevo modelo de organización de la empresa -en Japón-, a mediados de la década de los setenta del siglo XX, se inaugura un nuevo ciclo del capitalismo y la aparición de un nuevo patrón tecnológico mundial (Pérez, 1986). La producción flexible, la microelectrónica, la aparición de redes y las economías de especialización, son los rasgos fundamentales de esta nueva época. Lo que se ha dado por llamar globalización (o mejor dicho, la americanización del modo de vida de la mayoría de los países), la lucha por la liberación de los mercados, el intento por redefinir el papel del Estado, son los aspectos socio-institucionales de esta nueva etapa.

Todo esto marca el ambiente económico y político. Las nuevas empresas, por ejemplo, se basan cada vez más en el uso intensivo del conocimiento científico y técnico para mantenerse competitivas en los mercados en permanente expansión. Los nuevos conglomerados de empresas se expresan en una nueva forma física de aglomeración urbana (Castells y Hall 1994). Es lo que se ha dado por llamar los parques tecnológicos, las incubadoras de empresas, o para decirlo en otras palabras las ciudades de la ciencia o tecnópolis (Marcano y García 1997).

Por otra parte, los organismos públicos requieren cada día más de información precisa y actualizada para garantizar la eficiencia y efectividad de los servicios que le prestan a la población y mantener la independencia y soberanía de las naciones. Para ello requieren cada vez más del principal factor de producción del sigo XXI: el conocimiento científico y tecnológico.

Este panorama, descrito aquí brevemente, marca de manera significativa el entorno de los proyectos de investigación. Nos encontramos, por tanto, en un complejo mundo de relaciones, donde la investigación juega un papel fundamental. Sin temor a equivocarnos, se puede afirmar que en todas las actividades humanas que se realizan se hace presente la ciencia y tecnología. Si esto es cierto desde varios puntos de vista, es conveniente, entonces, fijar un conjunto de elementos que sirvan de guía para diseñar estrategias en nuestros centros de investigación.

Componentes de estrategia para nuestros centros de investigación

Hace algunos años (Marcano 1993) hacíamos una propuesta para los centros de investigación. Decíamos que los modelos de organización utilizados para estructurar los centros de investigación en Venezuela han sido, en la mayoría de los casos, copia de aquellos desarrollados en países más avanzados en actividades de ciencia y tecnología. Asumíamos, para esa oportunidad, el sentido más amplio del término organización. Los componentes que se discutían en esa oportunidad eran aquellos que podían permitir un mayor y más eficiente rendimiento en las actividades de investigación, tanto en los resultados que pudieran ser obtenidos como en la capacidad de los centros de incidir en su entorno social, económico y cultural.

La discusión la hacíamos tomando en cuenta las características y particularidades de Venezuela. Constatábamos que la mayoría de nuestros centros de investigación habían asumido que buena parte de las condiciones dadas en los países desarrollados estaban presentes en nuestro país. Así decíamos, por ejemplo, que se consideraba a priori que la actividad empresarial local está en condiciones de demandar el conocimiento científico y técnico necesario para mantenerse competitiva en los mercados y en consecuencia con ese supuesto se procedía desde las unidades de investigación.

Además, se desconocía desde los mismos centros las características de los sectores a los cuales iban dirigidos los esfuerzos de investigación. Esto podía conducir, en el mejor de los casos, a encuentros esporádicos, poco exitosos y de bajo contenido científico -servicios rutinarios- entre centros y empresas (Plonski,1993 y Pirela et. al., 1991b).

Pretendimos, en esa propuesta, introducir a la discusión de responsables de unidades de investigación seis componentes que, a nuestro juicio, es necesario que estuvieran asociados unos a los otros. Estos componentes podían ser utilizados como guía de acción para diseñar una estrategia más acorde con nuestros niveles de desarrollo. Esos componentes son los siguientes: 1) Concepción de la investigación como un sistema; 2) Conocimiento de la rama de actividad donde se actúa; 3) Proyectos propios; 4) Equilibrio entre proyectos propios y servicios; 5) Disposición de aparato de producción; y 6) Formación de personal de alto nivel. Revisemos entonces la propuesta de cada uno de estos componentes.

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  1. El autor es profesor-investigador del Instituto de Desarrollo Experimental de la Construcción -IDEC- de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela. Dirección: Apartado 47893, Caracas 1041-A. Venezuela. Correo electrónico: marcanol@camelot.rect.ucv.ve

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