Espacios. Vol. 21 (2) 2.000


Las relaciones universidad-empresa: entre la transferencia de resultados y el aprendizaje regional 3/4

The Relationship University-Industry: Between the Transference of Results and the Regional Apprenticeship.

Ignacio Fernández de Lucio, Elena Castro Martínez, Fernando Conesa Cegarra y Antonio Gutiérrez Gracia


4.- El papel de las estructuras de interrelación (EDI)

La idea de EDI es propia de una concepción de la innovación de carácter interactivo, razón por la cual las políticas tecnológicas recientes, que intentan aplicar medidas más propias de modelos de innovación interactivos que de modelos lineales, las tienen en consideración.

El papel de las EDI en los Sistemas de Innovación se justifica por la necesidad de superar la actual pasividad de los elementos respecto al proceso innovador. Las razones son múltiples y dependen del tipo de elementos de que se trate. Así, de acuerdo con el diagóstico efectuado por la Fundación COTEC (1998) sobre el Sistema español de Innovación, la falta de actividad innovadora por parte de las empresas españolas, se debe a la cultura empresarial dominante (escasa importancia de la tecnología dentro de la empresa; mayor frecuencia en la innovación de procesos que de productos; escaso número de empresas que realizan I+D; escasos recursos económicos y humanos dedicados por las empresas a mejorar su capacidad tecnológica; escasa experiencia en programas de investigación cooperativa; etc.), causada por el largo período en que las mismas han vivido en un mercado protegido.

Por su parte, los grupos de investigación de las universidades españolas han desarrollado sus actividades de I+D (por lo demás bastante reducidas) a espaldas de su entorno hasta que se produjeron las necesarias reformas legales para permitir la cooperación (prácticamente imposible hasta 1986) y se dispuso de incentivos y estructuras para favorecerlas y facilitarlas. En todo caso, el papel que puedan desempeñar los grupos de investigación del Entorno Científico en los procesos de innovación dependen de los propios investigadores, ya que las instituciones no pueden obligarles a participar. Por tanto, para que lo hagan, es preciso que ellos asuman voluntariamente un papel activo y eso se logra mediante incentivos de diversa índole y facilitando el proceso de cooperación.

La necesidad de eliminar obstáculos a las relaciones y de animar a los agentes -empresas y grupos de investigación- para que participen activamente en el proceso innovador es lo que motiva la puesta en marcha de Estructuras de Interrelación. En la actualidad, se considera que disponer de numerosas entidades activas de esta índole puede ser un factor decisivo para el funcionamiento adecuado de los Sistemas de Innovación porque son capaces de multiplicar el número y la calidad de las interacciones entre los elementos. Por esta razón, el conocimiento del número y la naturaleza de las EDI constituye una información de base esencial para mejor comprender las características y el funcionamiento de los SI.

En este sentido, una clasificación sistemática de las EDI podría establecerse atendiendo a los siguientes criterios:

Por todo lo dicho, la principal aportación de las EDI a la configuración de un SI se basa en su poder de articulación, que es función, a su vez, de la “dinamización” que son capaces de imprimir a los elementos de los diferentes Entornos. La mayor o menor dinamización del conjunto de los elementos depende, a su vez, de las características de la función de interrelación y del modo de operar de las EDI y de su número.

En este contexto, definimos “dinamización” como el proceso y las acciones que es preciso emprender desde las estructuras de interrelación, las instituciones y los gobiernos para lograr que los diferentes elementos del SNI tomen conciencia del papel que pueden y deben desempeñar en el Sistema de Innovación, asuman el compromiso de participar y, como consecuencia, lo hagan de una forma activa.

La difusión de tecnología y, de manera extensiva, de conocimientos, catalizada mediante las EDI, pese a que comprenda sólo una parte reducida de la difusión de tecnología (la de tecnología no incorporada), adquiere una relevancia mayor si se tiene en cuenta que influye directamente en la capacidad de adopción de la tecnología por parte de las empresas y en la posibilidad de que éstas desarrollen estrategias de innovación próximas a las de liderazgo y no a las de seguimiento. En otras palabras, este circuito de difusión de tecnología aporta a las empresas conocimientos de un valor añadido superior.

4.1.- Misión y Estrategias

Como se ha expuesto, el poder de articulación de las EDI depende de su capacidad de dinamización, por lo cual la misión de una EDI, en términos generales, sería la de dinamizar, en materia de innovación tecnológica, a los elementos de determinados entornos y catalizar y fomentar las interrelaciones entre los elementos del SI. Esta misión puede enunciarse más ampliamente de la siguiente manera:

Pudiendo hacer extensible a la mayoría de las EDI esta misión, cada una de ellas debe definir sus estrategias particulares para el logro de la misma y describir las actuaciones básicas a que dan lugar, en función de la situación de partida (estrategia de la Organización Matriz, nivel de relaciones, cauces, etc.) como de la del entorno en el que se encuentra inmersa (estado del sistema de innovación en cuanto al tipo de empresas/entidades existentes, nivel tecnológico, políticas de apoyo a la innovación, etc.).

Así, en una EDI que inicia su andadura, la estrategia a desarrollar inicialmente debiera ser la de sensibilización, con actuaciones encaminadas a:

En un segundo estadio, la estrategia a implementar podría ser la de dinamización que debiera ser capaz de:

En ningún caso, la EDI debe sustituir a los usuarios internos en las relaciones con el entorno socioeconómico, éstos deben ser capaces de llevar a cabo sus propias actividades, lo que implica que la unidad pondrá a su disposición los servicios necesarios para crear en ellos una actitud favorable al desarrollo de las mismas. En síntesis, la unidad debería ser capaz de crear en la Organización Matriz un ambiente propicio a la colaboración con el entorno en el cual estas actividades tengan un medio de cultivo adecuado.

En un estadio posterior, las EDI deben disponer de una estrategia de cooperación con socios externos en materia de innovación, con el fin de asentar una cultura interna y externa en materia de innovación y tecnología. En general, se considera que las EDI deben desempeñar un papel activo, en la prestación de servicios necesarios para la innovación y también en la creación de un clima favorable a ésta, y deben actuar para que se produzca un cambio de actitud de los elementos del SNI hacia hábitos de interacción y cooperación en los procesos de innovación tecnológica.

4.2.- Factores básicos para el desempeño

Para ejecutar el papel expuesto las EDI deben poder:

El mejor o peor desarrollo de estas acciones influirá positiva o negativamente en el papel de las EDI en los Sistemas de Innovación, aspecto que deberá contemplarse en el proceso de seguimiento de sus actividades (I. Fernández de Lucio, 1997).

5. Las universidades y el aprendizaje regional

En el contexto de la economía basada en el conocimiento (OCDE, 1996) la visión interactiva de la innovación amplía los frentes que este proceso debe abarcar (OCDE, 1999): ha de fomentar la adopción, en la producción, de las nuevas tecnologías horizontales, tales como las tecnologías de la información y las telecomunicaciones; necesita disponer de recursos humanos con mayor formación, que deberán ser gestionados con nuevas estrategias en el seno de organizaciones más flexibles y, además, exige un mayor grado de interrelación y cooperación a los diferentes elementos de los Sistemas Regionales de Innovación(SRI) -las empresas productivas, los Centros Públicos de Investigación, los Centros de Innovación y Tecnología, las empresas de bienes de equipo y servicios avanzados, las entidades financieras, etc.-. Este hecho lleva a T. Andersson (1998) a afirmar que los procesos de innovación y de difusión de la tecnología son cada vez más complejos y su éxito depende de la existencia de efectos y de enseñanzas recíprocas y permanentes entre los múltiples y diferentes actores y conocimientos. Estos elementos deben establecer redes y alianzas, acelerar la transferencia de conocimiento a las aplicaciones comerciales, disponer de un aprovisionamiento regular de personal cualificado y, en fin, asegurarse unas disponibilidades suficientes de recursos de capital riesgo y a largo plazo, lo que algunos especialistas denominan “capital paciente”.

En este sentido , E. Ormala(1998) afirma, al describir las nuevas orientaciones de la política tecnológica de Finlandia, que las nuevas ideas sobre el modelo interactivo y los Sistemas Nacionales/ Regionales de Innovación, la sociedad de la información, las nuevas formas de aprendizaje, etc. han hecho que una nueva definición de la Política de Innovación haya venido a completar la de la Política de I+D en sentido clásico, de tal forma que el funcionamiento en red, la capacidad de asimilación de las empresas y las medidas de financiación de la innovación figuran, hoy en día, entre los grandes retos u objetivos de estas políticas.

La nueva visión de las RUE descansa, como se ha expuesto anteriormente, en concebir la articulación del SI de una manera sistémica e interactiva que necesita de la dinamización de los diferentes elementos, de forma que puedan encontrarse sinergias y complementaridades entre los mismos, incluyendo también las políticas que integran al sistema. Estas últimas, junto a las referidas sinergias y a la complementaridad, constituyen, según M. Landabaso (1997), los “vehículos del aprendizaje“ que pueden permitir aprender4 a una región y, por lo tanto, incrementar su potencial de innovación. Esta concepción está muy alejada de aquellas lineales que consideran que puede estimularse la innovación de las empresas a base de una política comercial adecuada de los resultados obtenidos por las universidades; véase a este respecto el diagnóstico sobre las OTRI del Libro Blanco de COTEC(1998).

Bajo esta óptica, la capacidad de innovación de una región depende de su capacidad de aprendizaje, que comprende los aprendizajes organizacional, institucional, aprendizaje a través del aprendizaje y el interactivo. En función de este último, los conocimientos necesarios en los procesos de producción que están distribuidos entre los elementos que componen el SRI son compartidos e integrados. Cuanto mayor es el grado de inteligencia económica del entorno productivo mayor es su demanda de nuevos conocimientos y, por lo tanto, mayor es su necesidad de acceder a los conocimientos de que disponen los otros elementos del SI.

Sin embargo, en las regiones menos favorecidas los SRI son débiles y fragmentados, con un marcado desequilibrio por la baja actividad en el mismo de las empresas, que presentan, así mismo, una deficiente capacidad de absorción, con una falta de interrelación entre los elementos y, en general, de articulación y coherencia entre los entornos, es decir, con una tendencia al aislamiento de los mismos. La situación institucional en estas regiones es, así mismo, deficiente, careciendo de un marco adecuado de aplicación de políticas y, lo que es más preocupante, con unos responsables políticos que no llegan a comprender los procesos regionales de innovación. Por todo ello, la UE ha puesto en marcha en este tipo de regiones una serie de medidas innovadoras entre las que se encuentran las Estrategias Innovadoras de Innovación(RIS) al amparo del Fondo Europeo de Desarrollo Regional. Con estas iniciativas se pretende ayudar a las regiones para que puedan ser autosuficientes mediante acciones diseñadas para movilizar el conocimiento local en un proceso de aprendizaje colectivo, véase al respecto M. Landabaso y col. (1999). En el mismo sentido, J. Del Castillo y col. (1997) hacen hincapié en la movilización social de las RIS como fuente de competitividad y los estudiosos de la economía espacial, en la capacidad de absorción y dinámica de interacción de las empresas, F. Carluer (1999).

Las universidades que quieran desempeñar un papel social realmente activo en estos procesos deben experimentar una transformación importante, bien realizando nuevas funciones económicas -tal como indica E. Fontela (1994)- para convertirse en puntos focales de los procesos de desarrollo regional, o bien asumiendo un nuevo comportamiento que las lleve a poner en práctica nuevos programas y actitudes para participar en el aprendizaje regional con los otros elementos del SI, trasformándose así en universidades emprendedoras. Este nuevo modelo de universidad prestaría una mayor atención a:

a) La innovación educativa y la adecuación de la enseñanza a las necesidades y demandas de la sociedad: la enseñanza debe aumentar sus contenidos prácticos e introducir nuevas materias relacionadas con la experiencia empresarial y administrativa, así como prácticas, proyectos fin de carrera y tesis doctorales en empresas o en entidades relacionadas con su actividad y en instituciones de I+D.

La enseñanza no debe ser enfocada en función de lo que se sabe, sino de las necesidades de formación de los futuros profesionales. En este sentido, las universidades deben estar atentas a los nuevos requerimientos de formación de los técnicos de las empresas y de la administración e impartir formación de postgrado no reglada que cubra una parte de estas necesidades.

b) La investigación aplicada y una participación más activa en el aprendizaje regional: la universidad debe implicarse de una manera más activa en la resolución de los problemas tecnológicos que tienen planteados sus zonas de influencia e incluso favorecer la creación de empresas en aquellas áreas tecnológicas de interés para la región.

c) El fomento de la cooperación con socios diversos -regionales, nacionales o extranjeros- que aporten recursos o enfoques complementarios: tanto en la formación como en la investigación, las universidades deben estar abiertas a realizar programas de estudios o de I+D con otros actores del SI y favorecer la movilidad del personal dentro de dicho sistema. Para lograr dichos objetivos, la universidad ha de dotarse de las estructuras de interrelación necesarias, tales como centros de transferencia de conocimiento, empresas o institutos mixtos para la formación o la investigación, las incubadoras o los parques científicos.

d) La aplicación de los principios de gestión de la calidad total a todos los servicios internos de la universidad y a su producción de enseñanza e investigación, pudiendo utilizar, para ello, los desarrollados y aplicados a empresas de servicios. Esto implicaría un cambio cultural en la organización, la adopción de nuevos procedimientos y el trabajo en equipo, todo ello con el fin de lograr la máxima satisfacción de los «clientes», tanto internos (los profesores) como externos (alumnos, empresas, administraciones, etc.).

En definitiva, cada universidad debe dotarse de un plan de acción a medio plazo que sea coherente y que combine y potencie sus capacidades de enseñanza, investigación y apoyo técnico a su entorno socioeconómico. Es decir, debe utilizar la planificación estratégica para un mejor cumplimiento de sus fines. Este plan estratégico debe ser difundido ampliamente, pues sólo así será posible que el conjunto de la comunidad universitaria asuma los objetivos de la universidad como propios. La aplicación del plan estratégico exige determinar periódicamente el grado de cumplimiento de los objetivos establecidos en él; es decir, en primer lugar, se requieren métodos e indicadores para evaluar las diferentes actividades universitarias, aspecto éste que aún se encuentra en un estado bastante incipiente; tal como se recogía en el texto del Plan de Investigación Francés (Commisariat Gèneral du Plan, 1993): «Mientras que el mundo de la empresa y el de ciertas actividades con vocación de servicio público (por ejemplo, salud) se someten a evaluaciones periódicas a través del mercado o de los clientes, el autoanálisis de las instituciones de formación es excepcional.».

Existen ejemplos de universidades que desarrollan en mayor o menor medida estas actividades; R. W. Smilor(1993) cita las de Stanford (California), el Instituto Politécnico Rensselaer (Nueva York), la Universidad del Estado de Arizona y la Universidad de Texas. Burton J. Clark (1998), en su estudio sobre universidades emprendedoras en Europa, cita a las de Twentee (Holanda), Warwick (Inglaterra),Strathclyde (Escocia),Chalmers (Suecia) y Joensuu (Finlandia).

Algunas universidades españolas también están comenzando a desarrollar este tipo de actividades.Entre ellas, la Universidad Politécnica de Valencia hace años que viene desarrollando diversas actividades5 que corresponden a una universidad emprendedora (Fernández de Lucio, I., Conesa, F., Gutiérrez, A., 1997). Dispone de un Programa de Innovación Educativa (PIE) y ha creado una asociación sin fin lucrativo -Agora 21- para colaborar en las necesidades de innovación de las empresas. En 1989 creó el Centro de Transferencia de Tecnología (CTT), que posteriormente se incluyó en el Centro de Relaciones con el Entorno Socioeconómico (CERES), que agrupa, junto a la transferencia de tecnología, la formación continua (CFP), la inserción laboral de los egresados (Agencia de Empleo) y el programa de creación de empresas (IDEAS), en cuyo marco se han creado hasta el momento 63 nuevas empresas, de las que 52 sobreviven. Asimismo, ha creado diversos institutos de I+D en los que participan empresas y otros socios (Instituto de Tecnología Química, Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas e Instituto de Gestión de la Innovación y del Conocimiento con el CSIC; Instituto de Tecnología Eléctrica; Instituto de Tecnología Informática, Instituto de Biomecánica, Instituto de Cartografía, Centro de Mantenimiento de Motores, etc. todos ellos con empresas de los sectores correspondientes y la administración). Todo ello ha dado lugar a un progresivo aumento de la colaboración con empresas e instituciones en actividades de I+D, que se materializa en los más de 1.200 proyectos en curso, con una contratación en 1999 de 30 millones de dólares. Finalmente, ha mejorado los procedimientos internos de gestión apoyándose en la red informática local y se está trabajando sobre la aplicación de los principios de calidad total a dichos procedimientos.

En síntesis, consideramos ineludible que las universidades adopten una estrategia que contribuya a la integración de la ciencia y la tecnología en los sistemas socioculturales regionales y transmita a estas sociedades una cultura innovadora, solidaria y respetuosa con el medio y las generaciones futuras. Estamos convencidos de que la universidad ha de asumir, hoy más que nunca, su papel de copartícipe en el aprendizaje regional, ya que se percibe un cambio cultural sin precedentes en un doble inicio: el del siglo XXI y el de la sociedad del conocimiento.

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4 Según R. Florida(1995), “a learning region function as collectors and repositories of knowledge and ideas, and provide an underlying environment or infraestructure wich facilitates the flow of knowledge, ideas and learning”

5 Una mayor descripción de las mismas pueden encontrarse en I. Fernández de Lucio y col. (1997).

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