Espacios. Vol. 36 (Nº 05) Año 2015. Pág. 7

Factores explicativos de las intenciones emprendedoras en estudiantes universitarios

Explanatory factors of entrepreneurial intentions among university students

Jhoany Alejandro VALENCIA Arias 1; Iván MONTOYA Restrepo 2; Alexandra MONTOYA Restrepo 3

Recibido: 16/12/14 • Aprobado: 27/12/2014


Contenido

1. Introducción

2. Intenciones emprendedoras en estudiantes universitarios

3. Conclusiones

4. Bibliografia


RESUMEN:
Las investigaciones relacionadas con las economías en transición han centrado su atención en el manejo de las empresas recientemente privatizadas, y no en cómo incentivar la creación de nuevas empresas. Tradicionalmente, las razones para iniciar una empresa se han considerado principalmente económicas. Ideas recientes, sin embargo, han surgido en el área de la creación de empresas que apuntan fuertemente a la existencia de otros factores que incentivan a las personas para crear una empresa. Varios autores han abordado el emprendimiento desde el estudio de las intenciones emprendedoras, argumentando que los atributos psicológicos y las características personales han demostrado ser indicadores poco fiables del emprendimiento; en cambio, las intenciones son las mejores indicadoras de todos los comportamientos previstos. De las teorías que predicen las intenciones emprendedoras, la más reconocida y utilizada es la Teoría del Comportamiento Planificado (TPB). A diferencia de otros modelos, el TPB ofrece un marco teórico generalmente aplicable y coherente que permite entender y predecir las intenciones empresariales teniendo en cuenta no sólo los factores personales sino también sociales. En relación a esto, se observa que la educación empresarial ha sido promovida en diferentes contextos educativos de todo el mundo como un camino hacia el fomento de las culturas empresariales, la promoción de la creación de empresas y la generación de la mentalidad empresarial. PALABRAS CLAVE: intención emprendedora, educación empresarial y emprendimiento.

ABSTRACT:
Research related to the transition economies has mainly focused on how to handle newly privatized companies, and not on how to encourage the creation of new businesses. Traditionally, the reasons for starting a business have been considered mainly economic. Recent Ideas, however, have emerged in the area of social entrepreneurship that strongly points to the existence of other reasons for a person to start a business. Several authors have addressed the entrepreneurship from the study of entrepreneurial intentions, arguing that psychological attributes and personal characteristics have proven to be unreliable indicators of entrepreneurship; however, the intentions are the best indicator of all expected behaviors. From theories that predict entrepreneurial intentions, the most recognized and used is the Theory of Planned Behavior (TPB). Unlike other models, the TPB provides a generally applicable and consistent theoretical framework that allows us to understand and predict entrepreneurial intentions considering not only personal but also social factors. During the last two decades, entrepreneurship education has been promoted in different educational contexts around the world as a way to promote entrepreneurial cultures, promoting entrepreneurship and the creation of entrepreneurial mindset.
KEYWORDS: entrepreneurial intention, business education and entrepreneurship.

1. Introducción

El espíritu empresarial es la capacidad de crear y construir algo a partir de prácticamente nada. Es iniciar, hacer y lograr una empresa u organización, en lugar de simplemente observar, analizar y describirla. Es la habilidad para detectar una oportunidad donde otros ven el caos, la contradicción y la confusión (Piperopoulos, 2012). Es fácil argumentar que la decisión de un individuo en favor o en contra de convertirse en emprendedor debe depender fundamentalmente del contexto sociocultural, que le proporciona el acceso al conocimiento estratégico, que definirá posteriormente sus acciones (Dohse, Walter, 2012).

Dentro de las investigaciones relacionadas con el emprendimiento, hay autores que resaltan que los aspectos importantes de éste, están conectados con las características sicológicas, sociales y culturales, de las personas que se orientan a crear una nueva empresa, en lugar de convertirse en empleado en algún negocio establecido. Por otra parte, existen diversidad de académicos y científicos que se movilizan mucho más en abordar el tema del emprendimiento desde la perspectiva de las intenciones emprendedoras de las personas. Sobre esta última perspectiva es que se centrará el presente trabajo.

Existen muchas teorías que predicen las intenciones empresariales. La Teoría del Comportamiento Planificado, TPB, es la más reconocida y utilizada. El entorno social y cultural, como las creencias, los valores y las actitudes tiene influencia en el comportamiento y las decisiones de los individuos. Así, este entorno se ve influenciado por la percepción de la conveniencia, la viabilidad y la meta final de crear un nuevo negocio.

La educación empresarial es importante ya que puede mejorar y desarrollar rasgos que se asocian con el éxito empresarial y proporcionan habilidades que los emprendedores necesitarán más tarde. Algunos trabajos desarrollan la idea de que la educación empresarial formal inicial afecta las actitudes de los estudiantes, influenciándolos en la dirección de su futura carrera, y afecta su propensión al emprendimiento cuando se convierten en adultos.

 

2. Intenciones emprendedoras en estudiantes universitarios

2.1. ¿Qué factores explican la intención emprendedora en estudiantes universitarios?

Recientemente las economías en transición han recibido una atención significativa en la investigación.  Sin embargo, la mayor parte de la atención ha sido desde la perspectiva de cómo manejar empresas recientemente privatizadas. Muy poca investigación se ha llevado a cabo desde una perspectiva empresarial. Los emprendedores son importantes para la creación de riqueza, tanto personal como social (Baron, 1998; citado por Shook, Bratianu, 2010). Debido a su papel en la creación de riqueza, el significado de la creación de nuevas empresas para una transición exitosa de economías de planificación no puede ser ignorado o minimizado (Johnson, Loveman, 1995; Kornai, 1990; citado por Shook, Bratianu, 2010). De hecho, Jackson et. al. (1999) demostraron que la transformación exitosa de la economía polaca dependía de la creación de nuevas empresas en lugar de la reestructuración de las empresas existentes (Shook, Bratianu, 2010).

El emprendimiento es inherentemente más arriesgado y más exigente en comparación con trabajar en un negocio establecido. Como cuestión de ello, la mayoría de las definiciones de un "Emprendedor" hacen hincapié en la voluntad de los individuos a asumir  riesgo y a enfrentar la incertidumbre de los resultados (Piperopoulos, 2012).

De acuerdo con la teoría de los rasgos (por ejemplo, Rauch, Frese, 2007; citado por Obschonka et. al. 2010), la personalidad parecía ser relevante para el emprendimiento. Con un diseño investigativo orientado a la persona (Magnusson, 1998; citado por Obschonka et. al. 2010), Obschonka et. al. (2010) analizaron un patrón de personalidad emprendedora considerando la bondad de ajuste entre dicho patrón y un tipo de referencia del emprendedor dado (es decir, altos valores en extraversión, conciencia, y  apertura; bajos valores en neuroticismo y amabilidad). Los resultados del estudio arrojaron  que aquellos participantes con mayor similitud con el tipo de referencia mostraron altas intenciones emprendedoras condicionales e incondicionales.

El emprendimiento es un proceso complejo que de acuerdo con los diversos estudios sobre la actitud emprendedora, consta de elementos significativos. La creación y mantenimiento de una empresa exitosa es una función de factores individuales, como la competencia y la motivación de los emprendedores, y de los factores contextuales, tales como el medio ambiente donde se desarrolla la actividad empresarial. Aunque los factores contextuales tienen efectos significativos sobre las actividades de emprendimiento, el fenómeno del emprendimiento está compuesto por individuos. Así, las diferencias individuales  que distinguen y se destacan en los emprendedores, pueden revelar la  razón de su éxito (Naktiyok et. al. 2010).

Tradicionalmente, las razones para iniciar una empresa (el objetivo empresarial) se han considerado principalmente económicas (Carsrud, Brännback, 2009; citado por Fayolle et. al. 2014). Ideas recientes, sin embargo, han surgido en el área del emprendimiento social que apunta fuertemente a la existencia de otros motivos de una persona para crear una empresa. Aquí, las conquistas sociales son los motivadores primarios. También se reconoce que los emprendedores están impulsados por metas y motivos. Estos pueden, de hecho, ser económicos, pero no necesariamente para maximizar las ganancias económicas (Carsrud, Brännback 2011; citado por Fayolle et. al. 2014).

La investigación teórica y empírica ha asociado características psicológicas con el emprendimiento (Kennedy et. al. 2003;  Brice, 2004; Bhandari, 2006; Li, 2006; Hmieleski,  Corbett, 2006; Arubeño et. al. 2007). En general, las principales características que se encuentran  en la literatura son: locus de control interno, propensión a asumir riesgos, confianza en sí mismo, necesidad de logro, tolerancia a la ambigüedad y la capacidad de innovación (Ferreira et. al. 2012).

  1. El locus de control es una característica psicológica que se relaciona con las expectativas generalizadas de una persona acerca de si él o ella será capaz de controlar los acontecimientos en la vida (Mueller, Thomas, 2000; citado por Mokhtar, Zainuddin, 2011). Kolvereid (1996) argumenta que ante una mayor percepción de control y auto-eficiencia del comportamiento de una persona, más fuerte es la intención de esa persona a convertirse en un trabajador por cuenta propia. Según Fayolle (2005) y Kickul et. al. (2008), se ha comprobado que la auto-eficacia influye significativamente en el comportamiento emprendedor y en el apoyo de la iniciativa empresarial.  Por lo tanto, la autoeficacia del estudiante es visto como una herramienta clave en la educación empresarial, para mejorar las intenciones emprendedoras de los estudiantes (Zhao et. al. 2005; Raposo et. al. 2008a, b; citado por Ferreira et. al. 2012).
  2. La propensión a asumir riesgos está relacionada con la disposición de realizar una actividad que tiene una probabilidad de éxito de menos de cien por ciento  (Kuip, Verheul, 2003; citado por Ferreira et. al. 2012). La  asunción de riesgos es a menudo mencionada como un factor determinante de la intención emprendedora (Bygrave, 1989; citado por Ferreira et. al. 2012). Varios estudios empíricos sugieren que los pequeños emprendedores no tienen actitudes positivas hacia el riesgo y no se consideran a sí mismos como tomadores de riesgo (Davidsson, 1989; Baron, 1998; citado por Ferreira et. al. 2012), ni tampoco parecen diferir de los otros grupos, en las pruebas más objetivas sobre la toma de riesgos (Brockhaus, 1980; citado por Ferreira et. al. 2012).
  3. Confianza en sí mismo: Robinson et. al. (1991) han encontrado que los emprendedores tienen un mayor grado de confianza en sí mismo en relación con los no emprendedores. Koh (1992) refiere que la confianza en sí mismo es una característica empresarial y que se relaciona con otras características psicológicas, como el locus de control, la propensión a asumir riesgos y la tolerancia a la ambigüedad (Ferreira et. al. 2012).
  4. Necesidad de logro: las personas que tienen una fuerte necesidad de alcanzar lo propuesto, se encuentran entre aquellos que quieren resolver sus propios problemas, establecer metas y esforzarse por lograr los objetivos a través de sus propios esfuerzos. Además, muestran un mayor rendimiento en las tareas y desafíos innovadores, en la búsqueda de nuevas y mejores formas de incrementar su desempeño (Littunen, 2000; citado por Mokhtar, R., & Zainuddin, Y., 2011). Davidsson y Wiklund (1999) afirman que la necesidad de logro no es una causa importante del comportamiento emprendedor (Ferreira et. al. 2012); sin embargo, estudios recientes han encontrado un efecto significativo y positivo en dicho comportamiento, al igual que en el caso de locus de control y el control del comportamiento percibido (Mokhtar, Zainuddin, 2011).
  5. Tolerancia a la ambigüedad: Mitton (1989) afirma que los emprendedores operan en un entorno de incertidumbre, pero que con entusiasmo enfrentan lo desconocido y manejan la incertidumbre. Así, la tolerancia a la ambigüedad puede ser considerada una característica empresarial y se espera que los que son más emprendedores muestren más tolerancia a la ambigüedad que los otros (Ferreira et. al. 2012).
  6. Capacidad de innovación: está relacionada con percibir y actuar en los negocios con actividades nuevas y únicas. Esta idea es uno de los temas recurrentes en la definición del emprendimiento. Para Schumpeter (1934), la innovación es el aspecto fundamental de la iniciativa empresarial y una característica esencial de un emprendedor (Ferreira et. al. 2012).

Dada la importancia del emprendimiento para las economías en transición y la amplitud de enfoques para su investigación, los autores Shook, Bratianu (2010) optaron por centrarse en la intención emprendedora, la cual representa la intención del individuo para iniciar un nuevo negocio (Krueger, 1993; Krueger, Brazeal, 1994; citado por Shook, Bratianu, 2010), y es un estado consciente de la mente que precede a la acción, pero dirige la atención hacia el objetivo de establecer un nuevo negocio. Los autores se centran en la intención emprendedora porque los atributos psicológicos y las características personales han demostrado ser indicadores poco fiables del emprendimiento; en cambio, las intenciones son las mejores indicadoras de todas los comportamientos previstos (Krueger et. al. 2000; citado por Shook, Bratianu, 2010). Además, el proceso de creación de empresas comienza cuando un individuo desarrolla la intención (Shook et. al. 2003; citado por Shook, Bratianu, 2010); Por lo tanto, la comprensión del desarrollo de la intención es un primer paso importante en la comprensión de cómo las nuevas empresas comienzan en una economía de transición.

De las teorías que predicen las intenciones empresariales, la más reconocida y utilizada es la Teoría del Comportamiento Planificado, TPB, por sus siglas en inglés (Iakovleva, 2011). Fue lanzada por primera vez por Ajzen (1991). Las intenciones empresariales se derivan de la percepción de conveniencia, viabilidad y una propensión a actuar sobre las oportunidades. La conveniencia percibida se define como el atractivo de iniciar un negocio, la viabilidad percibida, como el grado en que un individuo se siente capaz de hacerlo, y la propensión a actuar, como la disposición personal para actuar sobre las decisiones de uno (Lee et. al. 2011).

En los estudios relacionados con la iniciativa empresarial se ha destacado el papel de la auto-eficacia. La autoeficacia es la estimación cognitiva de un individuo de sus capacidades para movilizar recursos, la actividad y la motivación que se requiere para controlar los eventos en la vida. Un impacto importante de la auto-eficacia es la preferencia por ciertos comportamientos. Las personas tienden a elegir las situaciones en las que se anticipa un alto control personal y evitan situaciones en las que se anticipan bajo control. Por esta razón, las personas determinan y eligen carreras de acuerdo a sus percepciones sobre sus capacidades. En cierto sentido, la evaluación de la capacidad personal dirige a los individuos para prepararse y entrar en ocupaciones en las que se sienten eficaces, pero evitar las ocupaciones en las que se sienten incompetentes (Chen et. al. 1998; citado por Naktiyok et. al. 2010).

La creencia de autoeficacia implica la creencia en la propia capacidad de organizar y ejecutar los cursos de acción requeridos para producir logros dados (Bandura, 1997). Además, la autoeficacia es la confianza de una persona en sus competencias para llevar a cabo los objetivos, y el juicio personal de "lo bien que se puede ejecutar los cursos de acción necesarios para hacer frente a las situaciones posibles" (Bandura, 1982). Desde este punto, la creencia de autoeficacia es un medio para entender por qué las personas aún cuando tienen conocimientos similares, actúan de manera diferente a la competencia (Milstein, 2005; citado por Naktiyok et. al. 2010).

La creencia de autoeficacia es una característica dinámica y cambiante, ya que se basa en cuatro fuentes de información fundamentales que interactúan entre sí. Estas fuentes de información son:

  1. Logros personales: los resultados exitosos previos influyen en la percepción de auto-eficacia de un individuo.
  2. Las experiencias de los demás: el reconocimiento del éxito de los demás fortalece la auto-eficacia, pero la observación de las fallas de los demás tiene un impacto negativo sobre la autoeficacia.
  3. Persuasión Verbal: el incentivo y estímulo proporcionado por los demás pueden persuadir a una persona que tiene la capacidad necesaria para hacer algo.
  4. Fisiológica y excitación emocional: impresiones fisiológicas y emocionales que se sintieron durante la ejecución de una acción, como la ansiedad, el estrés, la excitación y la influencia, limitan la autoeficacia (Naktiyok et. al. 2010).

Aunque la creencia de autoeficacia tiene similitudes con otros fenómenos socio-cognitivos, tales como el locus de control, necesidad de logro, confianza en uno mismo y la autoestima, la principal diferencia de la creencia de autoeficacia se deriva del hecho de que es una estructura que implica la creencia instantánea y la evaluación de la persona sobre una tarea o capacidad especial (Naktiyok et. al. 2010).

Para Garavan y O'Cinneide (1994) las tres características principales de los innovadores y los emprendedores son sus conocimientos, habilidades y actitudes. Este último aspecto de las actitudes, es de primordial importancia para influir en los patrones de comportamiento empresarial (Ferreira et. al. 2012).

Ollila y Williams Middleton (2011) argumentan que los estudiantes necesitan hacer el trabajo real de la creación de una nueva empresa con el fin de desarrollar habilidades empresariales. Ellos introducen un enfoque de creación de empresas que integra la incubación de ideas viables en el proceso educativo. El enfoque permite a los estudiantes "tantear el terreno" mediante su participación en las actividades empresariales y de negocios reales como los actores principales (el equipo emprendedor) (Donnellon et. al. 2014). Esto facilita una serie de aspectos claves de aprendizaje identificados por otros: aprender haciendo, la reflexión sobre las acciones tomadas (Cope, 2003; Cope, Watts, 2000; citado por Donnellon et. al. 2014), el desarrollo de la lógica de toma de decisiones (Chandler, DeTienne; McKelvie, Mumford, 2011; Sarasvathy, 2001; citado por Donnellon et. al. 2014) y la priorización de las actividades, todo con la intención de crear con éxito nuevas empresas. Los estudiosos sostienen incluso que con el fin de estimular el comportamiento empresarial, la educación debe ir más allá de la simulación mediante la inclusión de la creación de empresas reales como parte del currículo formal (Ollila, Williams, 2011; Williams, Donnellon, 2014; citado por Donnellon et. al. 2014).

Rushing (1990) defiende que la educación empresarial puede mejorar y desarrollar rasgos que se asocian con el éxito empresarial y proporcionan habilidades que los emprendedores necesitarán más tarde. Él también establece que la educación empresarial debería estar integrada y continuada durante toda la educación formal (Do Paço et. al. 2011).

Básicamente, la educación empresarial es sobre la creación de competencias de emprendimiento, que incluyen el conocimiento, las destrezas y habilidades (Markman 2007; Miller et. al. 2009; citado por Do Paço et. al. 2011). La educación empresarial es el proceso de proporcionar a las personas la capacidad de reconocer oportunidades comerciales, y la comprensión, la autoestima, el conocimiento y las habilidades para actuar sobre ellas. Ésta Incluye instrucción en el reconocimiento de la oportunidad, la comercialización de un concepto, la consecución de recursos en la cara del riesgo, y el inicio de una empresa (Jones, Inglés, 2004; citado por Sondari, 2014).

La investigación realizada por Zainuddin y Mohd (2010) encontró que el estudiante cree que la educación empresarial contribuye a aumentar la autoeficacia empresarial y posteriormente, aumentar su intención de autoempleo. El hallazgo del estudio realizado por Vásquez et. al. (2011) muestra que la autoeficacia emprendedora del pregrado parece ser promulgada principalmente por el aprendizaje de experiencias de conocimiento del emprendimiento y fomenta la creación de empresas en la universidad (Sondari, 2014).

En su trabajo, David Rae argumenta que el aprendizaje empresarial no sólo es retrospectivo, sino que también incorpora la experiencia actual y el pensamiento futuro y afirma que, "en la formación del espíritu empresarial, conocer, actuar y dar sentido están interconectadas" (Rae, 2000, pg. 151; citado por Donnellon et. al. 2014). Cuando los estudiantes actúan como emprendedores en el curso de su educación y hacen las tareas de crear una nueva empresa, es inevitable que asuman esta nueva identidad, hasta cierto punto. Estudiosos del aprendizaje del emprendimiento han discutido la importancia del "yo" en el aprendizaje y algunos han discutido la identidad (Donnellon et. al. 2014).

Algunos trabajos desarrollan la idea de que la educación empresarial formal inicial afecta las actitudes de los estudiantes, influenciándolos en la dirección de su futura carrera, y afecta su propensión al emprendimiento cuando se convierten en adultos. Por ejemplo, Kourilsky, Walstad (1998) indican que el estímulo muy temprano de actitudes empresariales, incluso antes de la escuela secundaria, puede alentar el emprendimiento como una opción de carrera, aunque no hayan probado esta afirmación empíricamente. Lee et. al. (2006) refieren que el enfoque pedagógico debería alentar a los niños a tomar decisiones y aceptar los errores como parte del proceso de aprendizaje (Do Paço et. al. 2011).

Obschonka et. al. (2010) examinaron las competencias empresariales tempranas en la adolescencia, reportadas a posteriori, y la personalidad empresarial como predictores de la intención empresarial en la edad adulta. En el estudio, los participantes que habían mostrado las competencias empresariales (es decir, liderazgo, invenciones, y actividades comerciales) en torno a los 14 ó 15 años de edad también tenían altas intenciones emprendedoras ahora. Nuestros resultados apuntan a una continuidad considerable entre la adolescencia y la edad adulta, en términos de la agencia empresarial, que se manifiesta por medio de expresiones de actividades relevantes apropiadas para la edad. Los autores encontraron que una forma temprana de la actividad empresarial en la adolescencia fue la que predijo la intención de abordar un emprendimiento "real" (por ejemplo, la fundación de una empresa) en la edad adulta (Obschonka et. al. 2010).

Entre los modelos desarrollados para explicar cómo y por qué se originan nuevas empresas, los modelos basados en la intención de predecir las actividades empresariales surgieron como dominantes en la literatura del emprendimiento o iniciativa empresarial (Hindle et. al. 2009; Krueger et. al. 2000; Schlaegel, Koenig 2014; citado por Botsaris et. al. 2014). El principio general de los modelos de intención es que la intención es el antecedente inmediato del comportamiento, mientras que a su vez la intención es determinada por las actitudes, y las actitudes se ven afectadas por influencias exógenas (por ejemplo, variables de rasgos, demográficas y situacionales) (Ajzen, 1991; Krueger et. al. 2000; Shapero, Sokol, 1982; citado por Botsaris et. al. 2014).

El estudio de la intenciones emprendedoras cuenta con una serie de metodologías que buscan permitir la comprensión de la intención empresarial, de los cuales los más utilizados y con mayor capacidad explicativa, según la perspectiva de los investigadores del tema, son el modelo de creación de evento empresarial, la teoría económica institucional y el modelo de comportamiento planificado (Díaz-Casero et. al. 2012).

1) El modelo de la creación de un evento empresarial de Sokol se basa en cómo el ambiente social y cultural afecta la selección de un modelo de negocio. Para estos autores, el comportamiento humano está en un estado de inercia, y sólo se cambia cuando algo interrumpe o se desplaza en una dirección positiva o negativa. Este cambio provoca una transformación en el comportamiento y luego se toma la decisión de buscar la mejor oportunidad disponible de todas las alternativas posibles (Katz, 1992; citado por Díaz-Casero et. al. 2012). La selección de la conducta depende de la credibilidad relativa de los comportamientos alternativos (en esta situación, las alternativas para la toma de decisiones), además de una propensión a actuar (que se realiza de tal manera que el tomador de decisiones no puede llevar a cabo cualquier otra acción significativa). El término credibilidad significa que el comportamiento se considera como deseable y viable (Krueger, Brazael, 1994). Hay que desear iniciar un negocio y verlo como una posibilidad factible antes de que ocurra un factor o evento precipitante. Este es el factor que le da al individuo la transmisión final para iniciar un negocio (Díaz-Casero et. al. 2012).

2) La teoría económica institucional hace referencia a los diferentes factores o mecanismos concebidos por la sociedad para llevar a cabo las relaciones de la conducta humana. Esta teoría utiliza el concepto de institución en un contexto amplio. Las instituciones son las normas y reglas que rigen la sociedad por el condicionamiento y dirigen el marco de las relaciones que se producen dentro de ésta. El desarrollo de la teoría económica institucional nos permite entender y examinar las diferentes formas de interacción humana, tanto formal (leyes, normas, constituciones, derechos de propiedad, entre otros) e informal (las ideas, las creencias, las actitudes, los valores sociales, la conducta), en la población general, marcada por las normas establecidas (North, 1990, 2005; citado por Díaz-Casero et. al. 2012).

3) Teoría del Comportamiento Planificado se basa en la premisa de que todos los comportamientos humanos son planificados y están precedidos por la intención del comportamiento (Fishbein, Ajzen, 1975; citado por Mokhtar, Zainuddin, 2011). La intención se basa en la conveniencia (actitud hacia el comportamiento, norma subjetiva) y la viabilidad (control conductual percibido), con cada predictor ponderado por su importancia en relación al comportamiento y población de interés (Ajzen, 2006; citado por Prodan et. al. 2010). Como regla general, entre más favorable sea la actitud y la norma subjetiva y mayor sea el control percibido, más fuerte será la intención de una persona para realizar el comportamiento en cuestión (Ajzen, 2002; citado por Prodan et. al. 2010).

A diferencia de otros modelos, el TPB ofrece un marco teórico generalmente aplicable y coherente que nos permite entender y predecir las intenciones empresariales teniendo en cuenta no sólo los factores personales sino también sociales (Krueger et. al. 2000; citado por Fayolle et. al. 2014).

De acuerdo con el TPB, el comportamiento que conlleva a la planificación se puede predecir por la intención de adoptar ese comportamiento. El TPB incluye tres componentes que predicen las intenciones de comportamiento (Miller et. al. 2009; citado por Do Paço et. al. 2011): (1) la actitud o el deseo hacia el comportamiento propuesto, así como las evaluaciones positivas o negativas globales de realización de un comportamiento particular; (2) las normas sociales y subjetivas que tienen en cuenta las opiniones del comportamiento propuesto de otras personas; y (3) el control percibido o la viabilidad del comportamiento propuesto. Schwarz et. al. (2009) añaden que según el TPB, las actitudes individuales tienen un impacto en el comportamiento a través de la intención. Estos autores definen, en particular, tres antecedentes fundamentales de actitudes de intención: (1) actitud personal hacia los resultados del comportamiento; (2) norma social percibida; y (3) control conductual percibido (autoeficacia) (Do Paço et. al. 2011).

Las actitudes se refieren al grado en que un individuo tiene evaluaciones favorables o desfavorables de la conducta en cuestión (Ajzen, 1991). De acuerdo con la TPB, las actitudes son determinadas por el conjunto total de creencias y de comportamientos, las cuales incluyen consideraciones, no sólo afectivas (Me gusta, es atractivo), sino también evaluativas (tiene ventajas) (Lin ~ A'N,  Chen, 2009; citado por Iakovleva, 2011).

Las normas subjetivas se refieren a las percepciones  que los individuos tienen de las personas de su entorno que son importante para ellos, lo cual los impulsa a pensar lo que estos individuos deben, o no deben realizar, según lo cual manifiestan un cierto comportamiento particular (Ajzen, Fishbein, 1980; citado por Yang, 2013).

El control conductual percibido se refiere a la comprensión subjetiva del nivel de autocontrol de la gente y la dificultad de participar en la conducta analizada (Ajzen, 1991). Por lo tanto, el control del comportamiento percibido empresarial puede definirse como la evaluación subjetiva de la propia capacidad, los recursos empresariales, y también de la posibilidad de éxito empresarial. Aunque los recursos empresariales y capacidades empresariales son objetivas e importantes para el éxito del proceso emprendedor, lo que puede influir sustancialmente en la intención emprendedora no es ni el número absoluto de los recursos ni las capacidades de los emprendedores, sino más bien la evaluación subjetiva de la gente, frente a los recursos y las capacidades (Krueger, Reilly, y Carsrud, 2000; citado por Yang, 2013). Al evaluar los mismos recursos, algunos creerán que son abundantes, mientras que otros creerán que son escasos. Lo mismo es cierto para la percepción de las capacidades de los individuos. Las personas que son positivas sobre sus recursos y capacidades consideran la iniciativa empresarial como una oportunidad más que un riesgo, y tienden a mostrar una intención empresarial más fuerte que aquellos que son negativos (Wilson, Kickul , y Marlino , 2007; citado por Yang, 2013).

Los resultados de las revisiones bibliográficas, dejan de manifiesto que la teoría del comportamiento planificado es la herramienta de análisis para estudios de emprendimiento empresarial más utilizada. Su relevancia a la hora de modelar el desarrollo de intenciones empresariales, a través de los procesos pedagógicos y contextuales de aprendizaje, es reconocida por la mayoría de investigadores del tema. Ajzen (1991)  considera que las intenciones hacia el comportamiento estudiado, dependen de un conjunto de actitudes subyacentes. En particular, las intenciones de tomar un determinado curso de acción dependen de las percepciones de los participantes con respecto a la conveniencia personal y social de la conducta y las percepciones de los participantes de si pueden realizar con éxito dicha acción (Ferreira et. al. 2012). A este modelo se le asocia un fuerte poder predictivo, lo cual, junto con la versatilidad que presenta a la hora de establecer relaciones entre variables de influencia como las intenciones de conducta y el comportamiento, dan como resultado la efectividad percibida por parte de los investigadores (Armitage y Conner, 2001 ; citado por Yang, 2013).

Las investigaciones en torno a las intenciones empresariales se realizan bajo la premisa de que las personas son racionales, y en este sentido toman la información disponible para hacer un uso sistémico de ella, al momento de tomar una decisión; lo que sugiere que (a) el comportamiento de los individuos está determinado por su intención de realizar determinado comportamiento, y por tanto esta intención es el factor más determinante a la hora de explicarlo; (b) la intención de conducta es una función de la actitud hacia el comportamiento, normas subjetivas, y la percepción de control del comportamiento; y (c) todas las demás variables afectan la intención de conducta indirectamente por medio de  la actitud, norma subjetiva, y la percepción de control del comportamiento (Ajzen, 1991; citado por Yang, 2013).

Los modelos desarrollados para las investigaciones, consideran un grupo de variables que pueden influir en la intención emprendedora, y son compuestos por varios constructos, cada uno de ellos medido por indicadores. Estos constructos están relacionados tanto con las características conductuales como las psicológicas. En lo que respecta al enfoque conductual, las construcciones: actitud Personal, norma subjetiva y control conductual percibido, están incluidos en el modelo, y todos juntos contribuirán a la intención empresarial. También hay una conexión entre las construcciones de actitud personal y control conductual percibido; sin embargo a la hora de diseñar los modelos, cada indicadora puede estar correlacionada con un determinado número de constructos de forma individual (Ferreira et. al. 2012).

En términos generales, respecto al estudio de las intenciones emprendedoras, dos líneas diferentes se han desarrollado en gran medida sin ninguna correlación entre ellas hasta ahora. Por un lado, existe una literatura rica y creciente en el nivel individual, es decir, los determinantes de la iniciativa empresarial en una persona de forma individual. Esta literatura tiene una amplia evidencia empírica a favor, la cual afirma que la elección ocupacional a convertirse en un emprendedor depende de los rasgos individuales, las capacidad y habilidades, así como del capital social acumulado por el individuo (Davidsson, Honig, 2003; Arenius, De Clercq 2005; Ucbasaran et. al. 2008; citado por Dohse, Walter, 2012). Por otro lado, existe una literatura más macro - orientada a lidiar con el impacto del medio ambiente a un nivel regional más amplio (por ejemplo, las condiciones macroeconómicas e institucionales a nivel regional) y  sobre las tasas regionales de formación de nuevas empresas (Carlton, 1983; Reynolds et. al. 1994; Rocha, Sternberg, 2005; citado por Dohse, Walter, 2012). Aunque es evidente la correlación existente entre las dos líneas de investigación, no existe en la literatura evidencia de estudios que las relacionen de forma efectiva (Dohse, Walter, 2012).

Las investigaciones sobre las intenciones empresariales en estudiantes universitarios se desarrollan sobre muestras de estudiantes de diferentes niveles de educación y en amplios rangos de edad y condiciones particulares a nivel socioeconómico. La diversidad de los grupos de investigación que existe en la literatura es sumamente amplio, soportado en la necesidad de evaluar e identificar las relaciones entre cada grupo objetivo particular frente a las intenciones emprendedoras. El método de recolección de datos usualmente es la encuesta, mediante formularios autoadministrados, en poblaciones que se relacionen con las características demográficas deseadas (Ferreira et. al. 2012).

3. Conclusiones

Las economías en transición han recibido una atención significativa en la investigación en los últimos años, aunque dicha investigación haya sido más enfocada desde la perspectiva de cómo manejar empresas recientemente privatizadas y no desde la perspectiva de creación de nuevas empresas, es decir, desde el emprendimiento.

El proceso de creación de empresas comienza cuando un individuo desarrolla la intención de hacerlo.  Por lo tanto, la comprensión del desarrollo de la intención es un primer paso importante en la comprensión de cómo las nuevas empresas comienzan en una economía de transición, por encima del estudio de los atributos psicológicos y las características personales de los emprendedores.

El estudio de la intenciones emprendedoras cuenta con una serie de metodologías que buscan permitir la comprensión de la intención empresarial, de los cuales la más utilizada y con mayor capacidad explicativa, según la perspectiva de los investigadores del tema, es la Teoría del Comportamiento Planificado (TPB), la cual se basa en la premisa de que todos los comportamientos humanos son planificados y están precedidos por la intención del comportamiento.

La educación empresarial, consistente en la creación de competencias de emprendimiento, que incluyen el conocimiento, las destrezas y habilidades, puede mejorar y desarrollar rasgos que se asocian con el éxito empresarial y afectar las actitudes de los estudiantes, influenciándolos en la dirección de su futura carrera, y afectando su propensión al emprendimiento cuando se convierten en adultos.

4. Bibliografia

Botsaris, C.; Vamvaka, V. (2014); "Attitude Toward Entrepreneurship: Structure, Prediction from Behavioral Beliefs, and Relation to Entrepreneurial Intention", Journal of the Knowledge Economy.

Díaz-Casero, J. C., Ferreira, J. J. M., Mogollón, R. H., & Raposo, M. L. B. (2012). "Influence of institutional environment on entrepreneurial intention: a comparative study of two countries university students", International Entrepreneurship and Management Journal, 8(1), 55-74.

Do Paço, A.M.F.; Ferreira,  J.M.; Raposo, M.; Rodrigues, R.G.; Dinis, A. (2011); "Behaviours and entrepreneurial intention: Empirical findings about secondary students", Journal of International Entrepreneurship, 9 (1), 20-38.

Dohse, D., & Walter, S. G. (2012). "Knowledge context and entrepreneurial intentions among students", Small Business Economics, 39(4), 877-895.

Donnellon, A.; Ollila, S.; Williams, K. (2014); "Constructing entrepreneurial identity in entrepreneurship education", The International Journal of Management Education, 12 (3),  490–499.

Fayolle, A.; Liñán, F.; Moriano, J. (2014). "Beyond entrepreneurial intentions: values and motivations in entrepreneurship",  International Entrepreneurship and Management Journal, 10, 679–689.

Ferreira, J. J.; Raposo, M. L.; Rodrigues, R. G.; Dinis, A.; Do Paço, A. (2012). "A model of entrepreneurial intention: An application of the psychological and behavioral approaches", Journal of Small Business and Enterprise Development, 19(3), 424-440.

Lee, L.; Wong, P.; Foo, M.D; Leung, A. (2011).  "Entrepreneurial intentions: The influence of organizational and individual factors", Journal of Business Venturing , 26, 124–136.

Mokhtar, R., & Zainuddin, Y. (2011). "Entrepreneurial intention of accounting students in Malaysian polytechnics institutions: A theory of planned behavior approach", Proceedings of Global Business and Social Science Research Conference.

Naktiyok, A., Karabey, C. N., & Gulluce, A. C. (2010). "Entrepreneurial self-efficacy and entrepreneurial intention: the Turkish case", International Entrepreneurship and Management Journal, 6(4), 419-435.

Obschonka, M.; Silbereisen, R.; Rodermund, E. (2010), "Entrepreneurial intention as developmental outcome", Journal of Vocational Behavior, 77, 63–72.

Piperopoulos, P. (2012). "Could higher education programmes, culture and structure stifle the entrepreneurial intentions of students?", Journal Of Small Business And Enterprise Development, 19(3), 461-483.

Prodan, I.; Drnovsek, M. (2010); "Conceptualizing academic – entrepreneurial intentions: An empirical test", Journal: Technovation, 30, 332–347.

Shook, C.; Bratianu, C. (2010); "Entrepreneurial intent in a transitional economy: an application of the theory of planned behavior to Romanian students", International Entrepreneurship and Management Journal, 6, 231–247.

Sondari, M.C. (2014); "Is Entrepreneurship Education Really Needed ? : Examining the Antecedent of Entrepreneurial Career Intention", Procedia - Social and Behavioral Sciences ,115,  44 – 53.

Yang, J. (2013); "The theory of planned behavior and prediction of entrepreneurial intention among Chinese undergraduates

1 . Instituto Tecnológico Metropolitano – Medellín. Departamento de Ciencias Administrativas. E-mail del autor: jhoanyvalencia@itm.edu.co

2 .Universidad Nacional de Colombia – Sede Medellín. Departamento de Ingeniería de la Organización. E-mail del autor: iamontoyar@unal.edu.co

3. Universidad Nacional de Colombia – Sede Medellín. Departamento de Ingeniería de la Organización. E-mail del autor: lamontoyar@unal.edu.co

Vol. 36 (Nº 05) Año 2015
[Índice]
[En caso de encontrar algún error en este website favor enviar email a webmaster]