ISSN 0798 1015

logo

Vol. 39 (Nº 35) Año 2018. Pág. 3

El maestro ante los desafíos del siglo XXI

The teacher facing the challenges of the 21st century

Claudia Esperanza SAAVEDRA Bautista 1; Claudia FIGUEROA 2; Yamit David MORENO Socha 3

Recibido: 14/03/2018 • Aprobado: 12/05/2018


Contenido

1. Introducción

2. Metodología

3. Resultados

4. Conclusiones

Referencias bibliográficas


RESUMEN:

Este artículo hace parte de un proyecto de tesis doctoral orientado a analizar los componentes disciplinares, pedagógicos, y didácticos de la formación de licenciados en tecnología en la UPTC para determinar cómo se ha constituido la formación de estos profesionales en la universidad en mención. Esta investigación es de corte cualitativo y se desarrolla bajo el tipo de investigación de teoría fundamentada, en el marco del paradigma interpretativo hermenéutico. Se concluye que las prácticas de formación de educadores se deben transformar progresivamente en armonía con las condiciones sociales, económicas y culturales. El ejercicio docente requiere estar en capacidad de entender los cambios culturales y la aceptación de ambientes de aprendizaje mediados por tecnología, que no son más que un escenario cambiante que obliga a los maestros inicialmente a entender el contexto, para luego enseñarlo a los estudiantes maestros en formación.
Palabras clave: Formación, Maestro, Pedagogía, Sociedad del conocimiento, Tecnología

ABSTRACT:

This article is part of a doctoral thesis project aimed at analyzing the disciplinary, pedagogical, and didactic components of the training of graduates in technology at the UPTC to determine how the training of these professionals in the university in question has been constituted. This research is qualitative and develops under the type of research based theory, within the framework of interpretive hermeneutical paradigm. It is concluded that educator training practices must be progressively transformed in harmony with social, economic and cultural conditions. The teaching exercise requires being able to understand cultural changes and the acceptance of technology-mediated learning environments, which are nothing more than a changing scenario that forces teachers to initially understand the context, and then teach it to the student teachers in the classroom. training.
Keywords: Training, Teacher, Pedagogy, Knowledge Society, Technology

PDF version

1. Introducción

Para contextualizar el trasfondo de esta reflexión es importante referenciar que este escrito se enmarca dentro del estudio de tesis doctoral denominado El sentido de la formación del licenciado en tecnología de la UPTC, sede Duitama. Análisis a los componentes disciplinares, pedagógicos y didácticos, donde se plantea como pregunta de investigación ¿Cómo se han constituido los componentes disciplinares, pedagógicos y didácticos en la formación de educadores en el área de tecnología e informática en la UPTC?. El objetivo de este proyecto está orientado a Analizar los componentes disciplinares, pedagógicos, y didácticos de la formación de educadores en el área de tecnología e informática en la UPTC para determinar cómo se ha constituido la formación de estos profesionales. Desde esta contextualización es importante analizar el gran legado que el pensamiento pedagógico latinoamericano ha dejado a la formación, no sólo a nivel educativo, sino social y político. Este movimiento intelectual latinoamericano, posibilita la escuela como motor para el cambio y reconoce la valoración social del docente y su responsabilidad con las masas populares.

Este análisis se realiza teniendo como punto de referencia el pensamiento de Freire desde su obra Pedagogía de la autonomía publicada en el año 2004, que ofrece una mirada crítica de la realidad contemporánea sustentado en tres líneas: No hay docencia sin discencia, enseñar no es transferir conocimiento y enseñar es una especificidad humana. Muchos de sus postulados siguen vigentes en la época actual y vale la pena analizarlos dada la diversidad de perspectivas pedagógicas que están emergiendo en el marco de la sociedad de la información. Este libro gira en torno a la reflexión de la formación en el marco de la práctica educativa progresista en favor de la autonomía del ser de los educandos.

1.1. Perspectiva teórica

Sin duda la rápida propagación de la tecnológica plantea un contexto de consumismo, mercantilista y en algunos casos hasta deshumanizante, es por esta razón que la vital labor del maestro debe estar orientada a humanizar la tecnología como una posibilidad de construcción de una mejor sociedad. La abrupta inmersión tecnológica ha provocado una expansión de formas de enseñar reconocidas en el contexto actual como pedagogías emergentes y que dan lugar a una enseñanza diferente donde las mediaciones tecnológicas cobran protagonismo. Según Adell (2012), las pedagogías emergentes se pueden definir como el conjunto de enfoques e ideas pedagógicas, todavía no bien sistematizadas, que surgen alrededor del uso de las TIC en educación y que intentan aprovechar todo su potencial comunicativo, informacional, colaborativo, interactivo, creativo e innovador en el marco de una nueva cultura del aprendizaje. p.15. En este sentido se puede referir que las pedagogías emergentes se constituyen como aquellas apuestas pedagógicas contemporáneas que están emergiendo en el marco de la sociedad de la información, donde la interacción de los sujetos con los nuevos repertorios tecnológicos está provocando una serie de fenómenos que como maestros debemos conocer para aprovecharlas en los procesos de formación.

El Pensamiento de Freire

Desde la mirada de Freire, el docente debe concebirse como un ser inacabado capaz de movilizar un discurso que conduzca a la transformación de realidades; de este modo, debe orientar sus prácticas educativas hacia la problematización del contexto del estudiante donde se le permita descubrir en forma crítica su realidad. Es así, que la formación debe estar ligada a la realidad en la que habitan los sujetos. Vale la pena anotar que la realidad de hoy, es un mundo impactado por la tecnología donde aparecen diversos repertorios tecnológicos; por esta razón, es pertinente cuestionar acerca de ¿cuáles son los saberes necesarios que debe tener el maestro actual para desarrollar prácticas educativas en el marco de los desafíos del siglo XXI?. El maestro de hoy debe ofrecer una enseñanza unidireccional distanciada de la mera transmisión de conceptos, debe promulgar una enseñanza que permita la construcción de conocimiento con el otro. Freire afirmaba que “enseñar no era transferir conocimiento, sino crear las posibilidades para su propia producción o construcción”.

Resulta imprescindible pensar la pedagogía desde el compromiso social, consolidando espacios de reflexión constante que permitan realimentar los procesos de formación. Se requiere de una pedagogía culturalmente diversa que no se desarrolle en el marco de currículos ajenos a los contextos reales y de los intereses de los sujetos, sino que se piense en el tipo de educador que necesita la sociedad y que se desea formar. Se puede observar que la política educativa postula un maestro ideal, pero en la práctica académica real, esto no ocurre; el panorama es completamente diferente, se divisan formadores que día a día enfrentan desafíos que en muchas ocasiones son desconocidos por la política educativa, uno de ellos es el trabajo que realiza el docente con estudiantes culturalmente diversos. En este siglo se habla de interculturalidad, donde es visible la interacción entre culturas y donde los procesos de formación se ven impactados por diversos desafíos tecnológicos que merecen la atención del educador con el fin de brindar una formación para un mundo diverso y pluricultural.

Un desafío inminente en la formación de maestros está asociado con la existencia de formadores que escasean de procesos de cualificación y actualización docente, que se resisten a reconocer que la tecnología es una realidad, que debe aprovecharse como una oportunidad para fortalecer los procesos educativos. Sin duda la tecnología es una exigencia social, que en la medida que se incorpore de forma didáctica a procesos de formación puede transformar el aula, aprovechando su transversalidad con cualquier área del conocimiento y abriendo puertas a la innovación pedagógica.

El maestro de hoy debe ser capaz de responder ante los desafíos tecnológicos que han abierto brechas culturales; interactuar con los nuevos modelos y esquemas en los escenarios de formación, sin desconocer que en los últimos años se han instaurado modelos que esquematizan la educación y que se orientan a la competitividad, desdibujando la concepción del maestro. El maestro que sabe dar las primeras instrucciones, sigue enseñando virtualmente todo lo que se aprende después, porque enseñó a aprender. (Rumazo González, 1980:85). Las tecnologías han permitido que los escenarios donde se construye el conocimiento se transformen y traspasen del escenario mural a escenario extramural, que se constituye en el ciberespacio potenciado por un desmedido uso de medios y herramientas que abren las posibilidades al aprendizaje social.

La pedagogía de la autonomía que plantea Freire está asociada con la formación permanente del sujeto, en este sentido ubica al ser humano como un ser inacabado que día a día se va dando forma. Es así, que se hace indispensable que docentes y estudiantes reconfiguren su papel en el aula y se reconozcan como sujetos sociales capaces de aprender a partir de la interacción con el mundo complejo en el que habitan. La problematización del contexto en el que se habita debe ser una oportunidad para construir saberes en el marco de la pedagogía de la autonomía. Freire consideraba que enseñar exigía comprender que la educación es una forma de intervención en el mundo, por lo que la construcción de un mundo más justo está sujeto al trabajo pedagógico que desarrollan los maestros. Por esta razón, es importante reconocer que cada estudiante es un universo con condiciones sociales, económicas y culturales diversas, por lo que la acción de educar debe conducir a situaciones problémicos que permitan la reflexión crítica como una oportunidad de transformar la realidad.

El educador en el acto de enseñar debe explorar la curiosidad del educando, pero conservando el respeto por sus saberes previos. Es decir, la práctica educativa como práctica social se deben acercar a los contextos reales de los educados, con el ánimo de formar en el marco de sus necesidades y amparados por la realidad que los cobija. 

2. Metodología

El desarrollo de este estudio se realiza siguiendo la metodología de investigación teoría fundamentada que según (Strauss,1967) es un método de investigación donde la teoría emerge de los datos. Esta metodología es pertinente ya que permite develar aspectos relevantes de una determinada área de estudio. Según, Glaser(1992), la teoría fundamentada es útil para investigaciones en campos que conciernen a temas relacionados con la conducta humana dentro de diferentes organizaciones, grupos  otras configuraciones sociales, brindando la posibilidad de profundizar sobre el fenómeno que se desea indagar. Lo más valioso de esta metodología es su pertinencia al momento de construir teorías, conceptos, hipótesis y proposiciones partiendo directamente de los datos y no de supuestos a priori, de otras investigaciones o de marcos teóricos existentes.

Por otro lado, la teoría fundamentada puede ser examinada empíricamente para desarrollar pronósticos o predicciones desde unos principios generales. La revisión de literatura se realiza entre la fase de clasificación teórica y la escritura teórica.

3. Resultados

Desafíos del educador de hoy

El educador contemporáneo requiere dotarse de herramientas que le permitan interpretar la realidad que los contextos suponen; por esta razón, debe existir un esfuerzo académico que permita proponer caminos de formación integrales que respondan a los tiempos actuales y que se encuentren en armonía con la política educativa. Freire (2004), consideraba que antes de enseñar a leer la palabra, se debe enseñar a leer la realidad. Por su parte, Giroux (1995) citado en por Navia (2007) plantea que es importante que los estudiantes afronten lo que la sociedad ha hecho de ellos, cómo se les ha incorporado ideológica y materialmente en sus reglas y lógica, qué es lo que necesitan afirmar y rechazar de sus propias historias para comenzar el proceso de lucha por las condiciones que le darán oportunidades para tener una existencia autodirigida.(p.63).

En este sentido, se puede considerar que es una visión romántica pensar que existen métodos universales, que pueden funcionar en cualquier contexto. La pedagogía como pensamiento de la educación, debe permitir a través de la reflexión reconocer en la diversidad, las particularidades de cada contexto; es así, que para Freire el proceso de construcción de saber está asociado con situar al sujeto como un ser inacabado, que en la medida que interactúa con el medio va construyendo y fortaleciendo su pensamiento. El nuevo sujeto que está llegando al aula se constituye como un ser capaz de interactuar en escenario virtuales donde ha aprendido a construir su pensamiento en red, encontrando en el otro una fuente de conocimiento que le aporta a sus procesos cognitivos y que le permite convertirse en un ser inacabado y que en la medida que se conecta con el otro moldea su saber.

Así mismo, Freire planteaba que enseñar no consistía en la mera transmisión de conocimientos, sino en crear las condiciones para su construcción; en razón a esto se puede observar como ha venido evolucionando el rol del docente pasando de ser un trasmisor de conocimiento e instructor de técnicas, para convertirse en un guía y orientador de experiencias de aprendizaje. Esto se ha extendido al ciberespacio, donde el usuario ya no solo tiene la facultad de consumir información, sino de crearla y compartirla en red, pasando de ser un consumidor de contenidos a un prosumidor, que como se indica es una fusión entre el usuario que consume y produce información; término que emerge a partir de la web 2.0 y es acuñado por el estadounidense Alvin Toffler en 1980 en su libro The Third Wave (La Tercera Ola). Este autor señalaba que: Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no puedan leer o escribir, sino aquellos que no puedan aprender, olvidar el aprendizaje y volver a aprender. En este sentido el educador debe estar reinventándose constantemente y reconfigurando su práctica docente acorde con las exigencias que la globalización antepone.

La pedagogía de la autonomía se sustenta en la ética que no está lejos de los objetivos que persigue los promotores de contenidos de la sociedad actual; se busca formar usuarios que navegan en el ciberespacio denominado por Echeverría (1999) como el tercer entorno, capaces de respetar el pensamiento publicado por sus pares. Donde el respeto por la propiedad intelectual es fundamental para que las construcciones colectivas que se generen den cuenta de un saber que no se deriva de la copia de otros, sino de la interacción con otros. Es así, que antes de cualquier acción pedagógica, se debe pensar en un sujeto con cualidades éticas, factor clave durante el proceso de formación. Es fundamental concebir la ética desde la convivencia humana para promover el respeto por la opinión o el pensamiento del otro, sin embargo, esto no excluye la posibilidad del debate en el marco del respeto de los participantes. Las prácticas educativas progresistas retoman el valor de la autonomía como una oportunidad para que estudiante en el marco de su libertad construya a partir de la interacción con el otro.

No hay docencia sin discencia

La práctica pedagógica como práctica social requiere de poner a prueba unos saberes que estén sujetos a la reflexión crítica sobre la práctica situada. El usuario que va construyendo su conocimiento a partir de su propia experiencia, debe tener claridad que, como sujeto productor de saber, ha de reconocer la enseñanza como la creación de posibilidades para la producción y construcción de conocimiento, y no como la mera transmisión del mismo.

Enseñar no es transferir conocimiento

Enseñar debe permitir al maestro reconocerse como un ser cultural, histórico, crítico, inacabado e inconcluso que se va dando forma a partir de la interacción con el otro en el marco de una realidad compleja. Es así, que el maestro como sujeto social, forma a un objeto inacabado, tomando como principio el respeto por su autonomía como condición primordial. Freire consideraba que “Formar al educando era mucho más que simplemente adiestrar al educando en el desempeño de destrezas”.

Enseñar es una especificidad humana

En la pedagogía de la autonomía se deja en claro que el acto de educar debe conducir a la igualdad, a la inclusión de todos los individuos en la sociedad, a la reflexión crítica y en consecuencia a la transformación de realidades concretas. Freire no concibe una realidad estática, sino por el contrario la sitúa como un escenario cambiante en el que al intervenir se movilizan idearios que permiten la transformación de las realidades. Es así, que ser maestro demanda de un compromiso permanente donde se respete la concepción del mundo que tiene el educando. El aula debe convertirse en un escenario donde emerge una relación de afecto entre el maestro y el estudiante fundamentada en la ética, en el respeto a la dignidad y a la propia autonomía del educando. El afecto debe convertirse en una condición necesaria en el marco de una relación educativa.

La coherencia es otra de las categorías que aborda Freire en el libro Pedagogía de la Autonomía, considerada como elemento vital en el desarrollo de la práctica docente, al respecto Castro (1996), plantea que es “preciso aprender a ser coherente. De nada sirve el discurso competente si la acción pedagógica es impermeable al cambio”.

Sin duda el actuar docente debe responder a una responsabilidad ética. Es así que una cuestión de ética, es no mentir, y una mentira es ocultar a los educandos que la actualidad ha cambiado, que están expuestos a un andamiaje tecnológico que rebosa de información y que ahora se deben buscar formas de convivir con estas nuevas apuestas que la globalización ha traído a los contextos. En la práctica educativa se debe instaurar una ética que conduzca a la superación del autoritarismo y donde se promuevan saberes prioritarios que deriven de la práctica docente donde algunos saberes se construyen y otros se reafirman.         

En la tecnología al igual que en el pensamiento de Freire se guarda cierta esperanza del valor transformador de la realidad, pero sin caer en la ingenuidad de creer que la tecnología por sí sola va transformar las prácticas como una fórmula mágica que solo basta con replicar, sino que se requiere del compromiso y responsabilidad del educador.

Vale la pena evocar la apreciación que Freire plantea en este libro sobre la tecnología, señala: 

“Nunca fui un admirador ingenuo de la tecnología: no la divinizo, por un lado, ni la satanizo, por el otro. Por eso siempre estuve en paz para lidiar con ella. No tengo duda del enorme potencial de estímulos y desafíos a la curiosidad que la tecnología coloca al servicio de los niños y de los adolescentes de las llamadas clases sociales favorecidas. No fue por otra razón que, cuando yo era Secretario de Educación de la ciudad de Sao Paulo, hice que la computadora llegara a la red de escuelas municipales. Nadie mejor que mis nietos y nieta para hablarme de su curiosidad despertada por las computadoras con las cuales conviven”. p. 80  

No hay docencia sin discencia

Enseñar es más que un verbo, por lo que el docente se forma de su propia experiencia docente, convenciéndose que “enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las posibilidades de su producción o de su construcción”. En la actualidad, se desdibuja aquel docente que transmite conceptos y teorías de un libro; ahora, se piensa en un docente transformador e innovador capaz de guiar y orientar el proceso de enseñanza. Esta época ha colocado la información al alcance de la mano del estudiante, sin limitaciones, sin prejuicios, por lo que el problema ya no es acceder a la información, sino qué uso hacer de esta.

Enseñar no existe sin aprender, es así que el educador al lado del estudiante también está en disposición de construir y reconstruir su saber; teniendo presente como prioridad el respeto por los saberes previos de los estudiantes que han construido en el marco de sus condiciones sociales, culturales y de sus propias necesidades. El quehacer docente debe distanciarse de una enseñanza bancaria que repele y atenta contra la creatividad y curiosidad del educando, por el contrario, el docente debe desafiar al estudiante para crear ideas innovadoras que le permitan transformar su condición y la de los que le rodean.

En este mismo sentido, es importante señalar que enseñar exige investigación ya que permite al docente descubrir cosas que aún no conoce y en la medida que las descubre aprende y reestructura su quehacer docente. Sin embargo, es de anotar que no se esperan docentes que se domestiquen ante un texto, o ante la tecnología, si no que sean capaces de debatir desde apuestas críticas sobre el fenómeno al que se enfrenta. No tiene sentido hablar de manera elegante e ilustrada, si en la práctica se actúa bajo un modelo mecanicista.

La formación del docente debe ser una acción permanente sustentada en la reflexión crítica de la práctica educativa, donde la escuela se conecte con el tejido real en el que emerge. No puede existir un discurso acertado alejado de la práctica real y testimonial.

Así mismo, enseñar exige riesgo y desafío a la curiosidad y creatividad de los estudiantes, el maestro debe ser capaz de convertir las ideas del estudiante en detonante para la transformación de su realidad, teniendo claro que enseñar no se reduce netamente a la transferencia de un saber. Por el contrario, un maestro debe asumirse como sujeto, pero que es capaz de reconocerse como objeto; es decir, la asunción del docente, no significa la exclusión del estudiante.

Enseñar no es transferir conocimiento

El docente como un actor abierto a la exploración de su contexto y a la promoción de la curiosidad del educando, a la estimulación de la crítica de su realidad debe enseñar distanciado de la mera transferencia de conocimientos, debe cuestionarse como su praxis cotidiana dialoga con la teoría, ó como teoriza su praxis desde el marco de la realidad. La enseñanza que imparte un docente debe permitir al educando juzgar su realidad, en la medida que lo hace, el estudiante se prepara para entender el mundo; es decir, no se busca formar estudiantes que únicamente se inserten en el mundo para adaptarse, sino para transformarlo. Es así, que para el maestro debe estar prohibido castrar la creatividad y curiosidad del estudiante, abolir su capacidad de asombro o limitar la libertad del estudiante; por ningún caso el maestro debe imponer su voluntad sobre el saber del estudiante, es imprescindible el respeto por su autonomía, dignidad e identidad.

En este sentido la escuela como escenario de formación no puede aislarse del contexto social, cultural y económico de los alumnos, es responsabilidad del maestro aportar elementos al educando para se convierta en un artesano de su propio proceso de formación. Por respeto al estudiante el maestro debe ser un crítico de la realidad, abierto al mundo y convencido de que el cambio es posible, cada maestro tiene un significado diferente en la vida de un estudiante, ningún maestro se escapa a los juicios que los estudiantes lanzan sobre su actuar docente, ningún profesor pasa por el alumno sin dejar huella, y esto, debe hacerlo más seguro en su desempeño. La problematización del mañana debe ser una tarea del maestro y el educando que permita la reconstrucción progresiva, se debe problematizar el futuro para pensarlo y transformarlo en el marco de la justicia social, pensar que a pesar de lo difícil que sea, es posible el cambio. En este sentido, se visiona un maestro que luche por sus derechos y condiciones dignas que se reflejen en su quehacer docente.

La evaluación de la práctica educativa revela una serie de verdades y necesidades que se deben suturar en el marco de la convivencia y el diálogo compartido con el estudiante, disminuyendo la distancia entre la acción y el discurso, lo que Freire define como coherencia. El aula es un desafío donde se espera ver aplicada esa coherencia, donde se estimule la pregunta en el estudiante como estrategia para que cuestione su realidad, no tiene sentido seguir ofreciendo respuestas a preguntas que el estudiante no ha realizado.

Otra categoría que desarrolla Freire es la autoridad, donde reconoce que debe existir, pero en el marco de la libertad “La libertad sin límite es tan negativa como la libertad asfixiada o castrada” p.96, es así, que el límite debe ser asumido desde la ética de la libertad para que la educación permita la liberación de los sujetos, y no la domesticación. La autoridad se funda en la competencia profesional, sin desconocer la experiencia que surge de la práctica educativa, el saber profesional del docente no descalifica el saber que se construye a partir de la experiencia de aula, pero sí es cierto que la ausencia de un saber profesional descalifica la autoridad del maestro. El profesor debe estar a la altura de su responsabilidad como profesor, pero teniendo presente que antes de ser educador, es una persona, y para que ayude al estudiante de salir de su ignorancia, él debe salir antes de la suya. Aquí es importante también analizar, cómo el estudiante percibe y entiende el quehacer del docente actual y determinar hasta qué punto los juicios de los estudiantes perjudica el papel del profesor.

Finalmente vale la pena reflexionar sobre la importancia de la autoevaluación constante del maestro sobre su práctica educativa, esa mirada crítica de sí mismo, le permitirá dotarse de herramientas para contribuir de la mejor manera en la formación del estudiante. Bajo esta perspectiva se debe entender el aula como una representación del tejido social, cultural, económico y político, donde el maestro como ser social está en capacidad de explorar permanentemente su contexto para predecir caminos venideros y reconocer la identidad cultural.

4. Conclusiones

La pedagogía de la autonomía se debe sustentar en la responsabilidad, la decisión y la libertad de los educandos, ya que nadie es sujeto de la autonomía de nadie; en la práctica docente debe primar una coherencia para lograr la transformación de realidades. La sociedad no cambia por decreto, sino a través de la lucha compartida de estudiantes y docentes que están cansados de injusticias que derivan del interés de las clases dominantes. Por esta razón, la formación no se puede reducir a un adiestramiento que le da protagonismo al autoritarismo, donde el docente se asume como propietario de la verdad. Por el contrario, el maestro debe convertirse en un innovador capaz de estimular la creatividad y curiosidad del estudiante, de esta manera el estudiante como sujeto de aprendizaje debe abrirse a la comprensión de lo que el maestro desea develar a través de los contenidos y esa comprensión se da en términos de la capacidad de escuchar y reconocer la diferencia con el otro, que no es más que una posición de humildad crítica.

Referencias bibliográficas

Adell, J. & Castañeda, L.  (2012). Tecnologías emergentes, ¿pedagogías emergentes? En J. Hernández, M. Pennesi, D. Sobrino y A. Vásquez (coord). Tendencias emergentes en educación con TIC. Barcelona:Asociación Espiral, Educación y Tecnología. Pág.13-32. ISBN: 978-84-616-0448-7

Echeverría, J. (1999). Los señores del aire: Telépolis y el tercer entorno (p. 14). Barcelona: Destino.

Freire, P. (2004 Pedagogía de la autonomía: saberes necesarios para la práctica educativa. Siglo XXI.

Giroux (1995). “Teoría crítica y prácticas educativas”. En: Teoría y resistencia en Educación. México. Edición. S. XXI.

Rumazo González. A. (1980) Simón Rodríguez, maestro de América. Ministerio de Comunicación e Información; Caracas. Venezuela.

Strauss, A. L., Corbin, J., & Zimmerman, E. (2002). Bases de la investigación cualitativa: técnicas y procedimientos para desarrollar la teoría fundamentada (p. 341). Medellín: Universidad de Antioquia.

Toffler A. (1980).The Third Wave.


1. Doctorando en Ciencias de la Educación, Magíster en Tecnología Informática, Esp. Informática para la docencia, Licenciado en informática educativa, Grupo de Investigación CETIN, Facultad Ciencias de la Educación, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, claudia.saavedra@uptc.edu.co

2. Posdoctorado internacional en investigación cualitativa, Doctorado en Ciencias de la Educación, Magíster en Historia, Licenciado en Ciencias Sociales y económicas. Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, claudia.figueroa01@uptc.edu.co

3. Magister en Gestión de la Tecnología Educativa (en curso), Especialista en Bases de datos, Licenciado en Informática y Tecnología, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, yamit.moreno@uptc.edu.co


Revista ESPACIOS. ISSN 0798 1015
Vol. 39 (Nº 35) Año 2018

[Índice]

[En caso de encontrar algún error en este website favor enviar email a webmaster]

revistaespacios.com