ISSN 0798 1015

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Vol. 41 (Nº 15) Año 2020. Pág. 19

Análisis comparativo de la modalidad de ecoturismo entre los destinos de Costa Rica y Ecuador

Comparative analysis of the ecotourism modality between the destinations of Costa Rica and Ecuador

CARTAY, Rafael 1;MÁRQUEZ ORTIZ, Luis Enrique 2; CUÉTARA SÁNCHEZ, Leonardo Manuel 3; CHAPARRO-MARTINEZ, Exio I. 4

Recibido: 25/12/2019 • Aprobado: 15/04/2020 • Publicado 30/04/2020


Contenido

1. Introducción

2. Metodología

3. Resultados

4. Conclusiones

Referencias bibliográficas


RESUMEN:

El desarrollo del ecoturismo en un país está ligado a la abundancia y calidad de los recursos naturales y a las políticas de sustentabilidad medioambiental a largo plazo que se practiquen. Mientras mayor sea la dotación de biodiversidad y la eficiencia de sus políticas, el país tendrá más posibilidades de desarrollar ventajas competitivas en el mercado mundial del ecoturismo. En este artículo comparamos el desarrollo del ecoturismo en dos países: uno, Costa Rica, pionero en el área y muy bien posicionado en la oferta, con grandes ventajas competitivas, y el otro, El Ecuador, con un gran potencial para acceder a singulares ventajas comparativas, pero de más reciente ingreso al mercado y aún sin definir, en la práctica, una política clara en ecoturismo, a pesar de que cuenta con una avanzada legislación.
Palabras clave: Ecoturismo, Costa Rica, Ecuador, ventajas competitivas y comparativas.

ABSTRACT:

The development of ecotourism in a country is linked to the abundance and quality of natural resources and the long-term environmental sustainability policies that are practiced. The greater the endowment of biodiversity and the efficiency of its policies, the country will be more likely to develop competitive advantages in the global ecotourism market. In this article we compare the development of ecotourism in two countries: one, Costa Rica, a pioneer in the area and very well positioned in the offer, with great competitive advantages, and the other, Ecuador, with great potential to access unique advantages comparative, but of more recent entry to the market and still undefined, in practice, a clear policy in ecotourism, although it has advanced legislation.
Keywords: Ecotourism, Costa Rica, Ecuador, competitive and comparative advantages

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1. Introducción

Ecuador es un país tropical, situado en la línea ecuatorial del planeta, que la naturaleza moldeó para ser convertido en un destino turístico de excelencia. Es, a pesar de su pequeña extensión (283.561 Km2), uno de los diecisiete países de mayor biodiversidad en el mundo. Es el país del mundo que tiene mayor biodiversidad por kilómetro cuadrado. El país suramericano que cuenta con la mayor concentración de ríos por kilómetro cuadrado. Que alberga, en el valle interandino, una impresionante avenida de los volcanes, nombrada así por Humboldt en el siglo XIX, formada por más de 70 volcanes, de los 98 que posee el Ecuador. De ellos, 27 son potencialmente activos. El país cuenta con una declaratoria de patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad otorgada al tejido del sombrero de paja toquilla, dos ciudades declaradas patrimonio de la Humanidad (Quito y Cuenca), tres patrimonios naturales (Isla de los Galápagos y los parques nacionales de Sangay, con el macizo de Cajas, y el parque nacional Yasuní, registrados como reservas mundiales de biosfera). El parque Yasuní, declarado por la UNESCO reserva mundial de biosfera, es un tesoro biológico planetario: en una sola hectárea alberga igual cantidad de especies arbóreas nativas que toda América del Norte, y más especies de animales que toda Europa (Bass et al., 2010).   Un país que contiene uno de los más ricos patrimonios arqueológicos de América, aunque poco estudiado y notablemente saqueado, con varias grandes culturas prehispánicas, una de las cuales, la manteña, tuvo un comercio marítimo de cabotaje, con balsas impulsadas por velas, que se extendió desde México hasta Chile (Marcos 2015; Estrada, 1957).  Posee uno de los mayores complejos de arquitectura colonial religiosa de América, junto con las de México y Perú. La iglesia de San Francisco de Quito (1532-1558), obra del arquitecto Fray Jodoco Ricke, fue sede de la escuela quiteña, que dio los dos más grandes escultores del siglo finales del siglo XVII: Manuel Chili (Capiscara) y Bernardo Legarda. Fue cuna de la primera escuela de artes y oficios manuales para hijos de mestizos en América del Sur.

El Ecuador es una nación singular que encierra un tesoro de la naturaleza y la cultura,  que debe ser aprovechado para dar bienestar a sus habitantes y  preservarlo en el tiempo para disfrute las generaciones futuras. Es, además, un tesoro de la biodiversidad que le pertenece a la humanidad entera. Paradójicamente,  ese país con tan rica naturaleza,  presenta elevados  índices de pobreza y de pobreza extrema, de bajos indicadores de desarrollo humano,  de altos índices  de vulnerabilidad social y discriminación de género,  y de elevadas  tasas de  deforestación y  de  contaminación de las aguas de sus ríos, que evidencian una agresión constante contra la naturaleza, a pesar de lo que se predica en el texto de su constitución nacional y de los numerosos documentos y pronunciamientos oficiales sobre el tema. Esas desigualdades sociales y económicas pueden ser mitigadas desarrollando de manera competitiva aquellas áreas productoras de bienes y servicios en las que el país presenta, efectiva o potencialmente, algunas ventajas comparativas en el mercado internacional. Una de ellas es el ecoturismo o turismo de naturaleza.

El objetivo de esta investigación es comparar la práctica del ecoturismo de Ecuador y de Costa Rica

2. Metodología

2.1. El marco conceptual

Para el desarrollo de este artículo empleamos cinco conceptos que consideramos básicos: el ecoturismo, la biodiversidad, la etnodiversidad,  la ventaja competitiva y la idea derivada de competitividad y, por último, la ventaja competitiva.

El ecoturismo es una modalidad de turismo alternativo multidimensional (Santana-Talavera 2003). Multidimensional, porque el turista busca múltiples experiencias en su viaje (Santana-Talavera 2003). Alternativo porque se relaciona con “formas de turismo que son consecuentes con los valores naturales, sociales y comunitarios, que permiten disfrutar positivamente tanto a anfitriones como a invitados y hace que merezcan la pena de compartir experiencias” (Smith & Eadington, 1994: 3).   Practicar el ecoturismo equivale a realizar un viaje que origina una experiencia cultural, privilegiando elementos como la sostenibilidad, la valoración, la preservación y el disfrute del medio natural, otorgando un valor económico tangible a la inmersión en un escenario caracterizado por la belleza escénica y por su riqueza biológica y étnica. En teoría, se trata de un tipo de turismo que preserva el medio ambiente como su principio fundamental de su existencia, mientras se declara  consciente del compromiso ético de compartir los beneficios con las comunidades humanas locales que lo  han preservado. Ese modelo de turismo combina naturaleza con cultura, es decir, de turismo ecológico o de naturaleza con turismo cultural o étnico (Pearce, 1982: 417; Williams, 1992: 143; Wight, 1994; Cater, 1994: 3). En la práctica se considera a esas dos esferas de la vida como manifestaciones  de un todo indisociable, que combina la fauna, la flora y  los recursos físicos con las huellas de la cultura (como las cosmovisiones y leyendas, las formas económicas de reproducción de la existencia,  la arqueología, la arquitectura, la artesanía, la gastronomía), en busca de la satisfacción del visitante o cliente y que garantice a la empresa prestadora del servicio una cierta rentabilidad, sin caer en la exclusiva mercantilización de la naturaleza (Greenwood 1977; Santana-Talavera, 2003: 3). Debe procurar la rentabilidad, sin sacrificar la autenticidad, que deriva de la interpretación determinada de una experiencia que encarna valores y estética, sin llegar a cosificar el objeto (McIntosh & Prentice, 1999: 590).  Esa mezcla de  un amplio espectro  de agentes económicos (turoperadores, turistas, poblaciones locales, instituciones gubernamentales) con espacios cargados de significados y simbolizaciones, da relevancia a la experiencia  configurando  “lugares” especiales (Meetham, 2001). Los especialistas saben, sin embargo, que todas esas modalidades de turismo se parecen por autocalificarse como tipos de “turismo blando”. Pero son conscientes de que, si no existe una supervisión competente, estricta, pulcra y eficiente por parte del gobierno, las empresas terminan por privilegiar la rentabilidad ante que cumplir los principios éticos que sustentan el discurso ambientalista que las promueve (Hannerz, 1996).

La biodiversidad se define como la variabilidad de organismos de cualquier fuente que componen los ecosistemas terrestres, marinos y otros ecosistemas acuáticos y complejos ecológicos. Ese concepto toma en cuenta la diversidad de organismos dentro de cada especie3, entre las especies y los ecosistemas (McNeely, 1990). Esa riqueza en especies está sometida, sin embargo, a un alto riesgo y vulnerabilidad, pues se puede agotar, degradar y despilfarrar con el mal uso (Peredo 2005), presentando zonas críticas o hotspots (Mittermeier, Myers & Mittermeier, 1999). Una mayor biodiversidad ofrece amplias oportunidades de aprovechamiento con fines económicos, científicos y sociales: mayor cantidad de bienes y servicios naturales, de recursos biológicos para la biotecnología, la farmacología y el desarrollo de nuevos productos. Permite, además, mejores condiciones para el disfrute estético y espiritual de la naturaleza, que pueden ser aprovechados por el turismo, en especial el ecoturismo (Estrella, Manosalvas, Mariaca & Rivadeneira, 2005).

La biodiversidad está estrechamente vinculada con la diversidad cultural o etnodiversidad, integrada por las comunidades humanas que la habitan, con sus conocimientos ancestrales y sus prácticas culturales y productivas (Bergel 2017: 18). La biodiversidad y la etnodiversidad son conceptos interdependientes, formando lo que se conoce como “conservación simbiótica” (Nietschman, 1992), pues la etnodiversidad usa la biodiversidad para satisfacer sus necesidades biológicas y culturales, mientras contribuye a la sostenibilidad ambiental del ecosistema en el largo plazo.

La ventaja comparativa es la capacidad que tiene una nación, empresa o persona para producir algo empleando menos recursos que otra. Los recursos de los que se habla son los factores de producción: tierra, mano de obra, capital, tecnología. Por lo general, se considera desde una perspectiva macroeconómica, y se relaciona con la dotación de recursos que presenta una nación con respecto a las otras. Una mayor biodiversidad es una ventaja comparativa con respecto a otros países que no la posean.

La ventaja competitiva es una serie de cualidades que identifican un producto (bien o servicio) con respecto a otros productos o marcas. Esa condición, vista desde una perspectiva microeconómica, la obtiene una empresa ofreciendo un producto diferente al que ofrecen otras. Con ese fin, la empresa agrega al producto un valor diferencial que sea difícil de igualar y que sostenga la ventaja el mayor tiempo posible frente a la competencia. En este caso, puede ser un producto de menor costo o de mayor calidad (aunque tenga mayor costo), dependiendo del segmento de mercado al cual el producto va dirigido.  La competitividad es una especie de ambiente que crea las condiciones propicias para que las empresas que se desenvuelven en él creen un valor diferencial de su producto. Es un ambiente que facilita la competitividad de las empresas y motiva su sostenibilidad en el largo plazo. Porter (1991) sostiene que la prosperidad de una nación depende de su competitividad, y que ésta se basa en la productividad con la cual se producen los bienes y servicios. Para él, agrega, las políticas macroeconómicas, las instituciones  y las políticas   son condiciones necesarias pero no suficientes. Las condiciones macroeconómicas crean el ambiente adecuado para que surjan las oportunidades, pero son las empresas las que crean bienes y servicios con valor agregado, empleando métodos eficientes de producción (WEF 2003: 31;  Porter, 1991).

La competitividad de una empresa es una estrategia que optimiza los elementos que conforman el “diamante de la competitividad”. Ese diamante está determinado por cuatro elementos y dos factores exógenos. Los cuatro elementos son 1) las condiciones de disponibilidad de  los factores de producción (mano de obra, tierra, capital, tecnología); 2) las condiciones de la demanda (que sea exigente en calidad y eficiencia, por ejemplo); 3) las condiciones de la estrategia, estructura y rivalidad (es decir, el ambiente competitivo microeconómico) y 4) las condiciones de los sectores conexos y de apoyo (para competir, pero también para cooperar y asociarse, como sucede en un cluster). Los dos factores exógenos son el gobierno (su acción estimula o desestimula el potencial competitivo de una empresa) y el azar (factores incontrolables, como la guerra o un sismo o cambios climáticos, que entorpecen el logro de una mayor competitividad).

2.2. Megabiodiversidad, ventajas comparativas y ecoturismo

Ecuador  es, entre los 194 países reconocidos por la ONU,  uno de los 17 países con megabiodiversidad que existen en el mundo.  Esos 17 países cubren el 10% de la superficie de planeta. Ubicados todos en el trópico o en el neotrópico, concentran, en conjunto, cerca del 70% de las plantas superiores del mundo y una proporción casi igual de endemismos. Igualmente, albergan un gran número de especies de distintos grupos taxonómicos en un espacio específico (Mittermeier, 1997). Esa condición les da una ventaja comparativa frente a los países que no sean megabiodiversos.

La megabiodiversidad se hace aún más exclusiva en 12 de esos 17 países megabiodiversos. Esos 12 países representan el 6% del total de países del mundo, que albergan la mayor riqueza de especies y endemismos. Ellos son los siguientes, en orden alfabético: Australia, Brasil, China, Colombia, Congo, Ecuador, India, Indonesia, Madagascar, Malasia, México y Perú. De ellos, cuatro son de América del Sur, todos amazónicos.  Si le sumamos Venezuela, país megadiverso según algunas clasificaciones, encontramos que la cuenca amazónica es la región que presenta la mayor megadiversidad del mundo, por constituir la más extensa pluviselva tropical y que constituye la mayor cantidad de agua dulce del planeta.  Esos países tienen ventajas comparativas en la prestación de servicios turísticos ligados al ecoturismo. El Ecuador es uno de ellos, quizás el más notable por su pequeña extensión y riqueza relativa.

Las empresas que desarrollan actividades de ecoturismo o turismo ecológico en el Ecuador deben aprovechar esa ventaja comparativa del país, haciendo a sus empresas más competitivas. La ventaja comparativa se basa en la posición que ocupa un país en la dotación de factores productivos. Sin embargo, ninguna empresa de ese país en tiene una ventaja sobre la otra, a menos que la desarrolle en su estrategia de negocios (Mahmood & Ezeala-Harison, 2000: 45).

En el Ecuador funcionan 1338 empresas turísticas en las áreas dedicadas a la protección, lo que representa un 33,26% del territorio, aunque el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP)  cubre el 20% de la superficie total del país con sus 56 reservas naturales (51, según Medina Villacrés 2018),  de las cuales 12 son parques nacionales (Ministerio del Ambiente 2015), donde están representados 34 tipos de vegetación (Ministerio de Turismo. Fundación Ambiente y Sociedad 2013:13).  De todos ellos, por su extensión y riqueza destacan dos áreas:  el parque nacional Yasuní (9820 Km2, en las provincias amazónicas de Pastaza y Orellana, habitado por la etnia Huaorani), y la reserva faunística Cuyabeno (6031 Km2, en la provincia amazónica de Sucumbíos, donde viven varias etnias, en particular Siona, Secoya y Shuar). En esos lugares operan varias empresas turísticas, que organizan tours de acercamiento a las comunidades indígenas, no siempre respetando y beneficiando a las comunidades locales. Algunos de esas comunidades nativas se dedican a la elaboración y venta de artesanías (Lu, Bilsbarrow & Oña, 2012: 219), y a la oferta de servicios ligados a prácticas chamánicas y a la toma de ayahuasca y de otras sustancias asociadas, la mayoría de las veces en escenarios claramente de artificio y donde prevalece el interés mercantilista (Cabanilla, 2015).

La biodiversidad ha sido pobremente aprovechada por la actividad turística en el Ecuador, excepto en el caso del aviturismo, donde se ha alcanzado un desarrollo prometedor. Lejos estamos de competir con la oferta del sector turismo de Costa Rica, centrada mayormente en actividades de ecoturismo, que aportó en 2016 el 6,3% del PIB. La importancia del turismo para el PIB en Costa Rica superó a la contribución del sector en el Ecuador (2%) (Ministerio de Turismo. Fundación Ambiente y Sociedad, 2013), aunque también lo hizo con respecto a Colombia (1,8%), Canadá (1,9%) y otros países de la región salvo México, donde el turismo contribuyó con el 8,7% del PIB nacional (Ministerio de Turismo. Costa Rica, 2018). 

2.3. Las lecciones del ecoturismo de Costa Rica

El ecoturismo comenzó en Costa Rica hacia 1987 cuando gobernaba el presidente Oscar Arias. Entonces, el país alcanzó una visibilidad mundial porque Arias ganó el premio Nobel de la Paz. El mundo se enteró que Costa Rica era un país que preservaba sus bosques y sus ecosistemas, y que tenía una democracia larga y estable y una población amable. Desde el principio, Las autoridades costarricenses optaron por el ecoturismo, una modalidad que preservaba el medio ambiente. Y no por el turismo de sol y playa, que avanzó pero sin grandes estímulos oficiales. Ese turismo, más lucrativo y perjudicial que el ecoturismo, fue relegado a un segundo plano y dejado a su suerte. Ese era el turismo de sol y playa del Pacífico, que logró despegar, en 2002, bajo la iniciativa privada, en especial la inversión extranjera directa, que estableció grandes complejos de resorts pensando en el mercado de EE.UU., en una zona que, además, era la más pobre del país. En poco tiempo, entre 20012 y 2008, la región de Guanacaste se convirtió en el centro más dinámico del desarrollo costero del país. 

Pero la apuesta mayor de Costa Rica fue por el ecoturismo, y lo hizo tempranamente. Y acertaron. En 1992 el país fue catalogado como el destino número uno de ecoturismo en el mundo (Honey, Vargas y Durnham, 2010). Hubo, entonces, muchos pronunciamientos y declaratorias, y el turismo, aupado principalmente por el ecoturismo, se convirtió en el mayor generador  de divisas del país, superando a las exportaciones de banano y de café. Se establecieron muchos ecoalbergues, hospedajes diseñados para el fin ecoturístico, en todo el país, especialmente en el valle central. Pero lo más importante es que comenzó la actividad con la idea de un complejo productivo o cluster, que integraba todos los actores de la cadena productiva turística (proveedores, agencias de viaje, turoperadores, hospedajes, alimentación, transporte, y lo puso al servicio del cliente, que es el fin último de la cadena, quien, con su veredicto de satisfacción, determina la calidad del producto. El gobierno intervino para incentivar la calidad del servicio, creando el Certificado de Sostenibilidad Turística (CST), la certificación voluntaria para la operación de hoteles y de turoperadores, y la Bandera Azul Ecológica (BAE), una certificación que evalúa la calidad y la seguridad del agua en las playas. Uno de los más documentados análisis de la evolución del turismo en el país, el de Honey, Vargas & Durham (2010), concluye que el turismo ha dejado muchos beneficios a las agencias turoperadoras, pero poco a las comunidades locales. Desaconseja priorizar el turismo de cruceros, y recomienda limitar su expansión por los perjuicios que ocasiona y el poco ingreso relativo que genera. El estudio hace énfasis en la necesidad de profundizar los avances en la ruta del ecoturismo, recomendando supervisar los desarrollos masivos en la modalidad de  sol y playa y limitar el turismo de resort, residencial y de cruceros.

Aunque se ha avanzado mucho, el desarrollo del ecoturismo costarricense ha arrastrado algunas rémoras en su crecimiento.  La más importante, al menos durante mucho tiempo, hasta 2005, era la de que no se contaba con planes rectores para la conservación y protección de los recursos hídricos, y las industrias vertían sus aguas contaminadas a los ríos. Además, no existía tampoco un plan rector para el manejo de los desechos sólidos. Había muchas leyes y reglamentaciones, pero el gobierno no tenía la capacidad para hacerlas cumplir y controlar su aplicación.

En cierta manera, en Costa Rica se ha sufrido de la secuela de un mal que ha afectado a todas las naciones que han desarrollado turismo de naturaleza: el hecho de que los complejos turísticos, dirigidos por entidades privadas, en particular aquellos que son desarrollados por empresas multinacionales,  terminan atentando contra el medio ambiente, transgrediendo la normativa y su espíritu, privilegiando la búsqueda de una mayor rentabilidad, validos de la falta de supervisión oficial y las corruptelas derivadas. Con frecuencia se producen competencias de usos que nos debidamente atendidas en beneficio de una mejor conservación. Las actividades turísticas pueden competir entre sí o con otras actividades por el uso de los mismos recursos en un área determinada, pero debe prevalecer el interés nacional. A veces el impasse se resuelve con la complacencia del funcionario. Ocurre también que, en la medida en que haya presión por ocupar la tierra, la degradación del ambiente se impone, evidenciada por la creciente tasa de deforestación y el cambio de uso de las tierras antes boscosas, desplazadas por otras actividades económicas. La descoordinación de las políticas produce un clúster imperfecto, afectando la competitividad del sector, que depende de la buena relación entre los actores y de la eficiencia de sus vínculos organizacionales. En ese contexto, una empresa puede ser eficiente, pero la competitividad global del sector se resiente (Acuña, Villalobos & Ruiz, 2000: 4). Ha habido un rápido crecimiento del turismo, pero en algunos casos la inversión pública en infraestructura (carreteras, aeropuertos y puertos) es insuficiente o tardía (Chen Mok, 2005: 29). Con todo, el mayor problema del turismo es su carácter estacional. Es un negocio cuyo éxito depende de la estacionalidad de la demanda (vinculada a los períodos vacacionales y a la estacionalidad climática en los países demandantes). El sector turístico es también muy sensible a la coyuntura económica y  política, y a los desastres naturales que ocurren en los países receptores.

3. Resultados

A modo de comparación: el desarrollo del ecoturismo en Costa Rica y el Ecuador

La selección de Costa Rica para comparar la práctica del ecoturismo con el Ecuador no fue casual. Comparar es poner una cosa al lado de la otra para identificar los atributos que las hacen similares o diferentes. Ambas naciones presentan algunos parecidos: son países relativamente pequeños en extensión: 51100 Km2 Costa Rica, y 283561 Km2 el Ecuador. Con notables porcentajes de superficie terrestre cubierta de áreas naturales protegidas: 27% el primero y 33% el segundo.  Ambos son importantes como destinos ecoturísticos a nivel continental: al principio solo Costa Rica, y ahora los dos. Pronto, sin embargo, aparecen las diferencias. Costa Rica es mucho más reconocido mundialmente como destino de turismo. En 2017 arribaron al país 2959869 turistas extranjeros, que ingresaron divisas por un monto de 3864000 millones de dólares (OMT. Informe, 2017). Al Ecuador ingresó en 2017 un total de 1.608.000 turistas extranjeros, que generaron ingresos de divisas por 1657 millones de dólares (OMT. Informe, 2017). En conclusión, en el mismo año, llegaron 1351869 más turistas extranjeros a Costa Rica que al Ecuador, lo que equivale a casi el doble del volumen de este último país. En cuanto al ingreso de divisas, se registra una diferencia muy alta a favor de Costa Rica, que supera en un 75% lo obtenido por el Ecuador. 

Ambos países, Costa Rica y Ecuador, han demostrado, en teoría, una gran preocupación por los temas ambientales y el desarrollo sostenible. En Costa Rica, el desarrollo del ecoturismo y la defensa de la naturaleza es prácticamente una política de Estado. Algo similar ha pasado, aunque más tardíamente, en el Ecuador. A partir de 2006 el estado ecuatoriano ha mostrado un gran interés por la preservación y el respeto por la naturaleza, que dejó establecida en la Constitución Nacional de 2008, pero en la práctica su comportamiento presenta muchas incongruencias y debilidades.  Hay insuficiencia presupuestaria, falta de información, descoordinación entre los actores, no ha habido una práctica turística definida, los productos ecoturísticos son pocos, no existen asociaciones consolidadas de ecoturismo, no se ha diferenciado bien el destino en el mercado y no se siguen estándares de calidad. El mayor esfuerzo del ecoturismo, dentro de las limitaciones, se concentró en una parte del archipiélago Galápagos. La tasa de deforestación en ambos países es significativa, pese a su vocación ambientalista. En Costa Rica se perdieron 600.000 ha de bosque maduro, o primario, entre 1957 y 2013, aunque persiste una gran cobertura vegetal del 52,4% del territorio (Sánchez-Azofeifa 2015:11; El Mundo, San José, 15.11.2016). En el Ecuador se registró una deforestación de 70.000 hectáreas anuales entre 1990 y 2008. La FAO reveló que el Ecuador sufre una disminución del 1,8 anual, unos 65.880 ha anuales de bosques primarios, la tasa más alta de deforestación en América Latina (Ministerio del Ambiente. SocioBosque, 2011). Una tendencia observada a favor de la conservación es que algunas entidades privadas conservan remantes de bosques nativos para usar en aviturismo, y que varias ONG´s desarrollan sus propios proyectos de ecoturismo en áreas naturales (Ministerio de Turismo, Fundación Ambiente y Sociedad 2013:21).

Esa enorme disparidad de Costa Rica con respecto al Ecuador, en cuanto a la valoración de los recursos naturales y la percepción internacional de su imagen como destino ecoturístico, debería ser el resultado de una enorme diferencia de sus valores de biodiversidad. Es decir, Costa Rica debería contar con una riqueza en biodiversidad y etnodiversidad superior a la que tiene el Ecuador. Comparemos, entonces, esos valores. 

Empecemos aclarando que Costa Rica no es un país megadiverso, aunque en su publicidad lo dice como una estrategia de marketing para posicionarse en el mercado del ecoturismo.  Y lo ha logrado: es uno de los principales destinos de ecoturismo en el mundo, incluso el primero en algunos rankings.  Su nombradía viene, principalmente, de dos hechos ocurridos tempranamente: de una fuerte conciencia ambiental de sus autoridades y de haber optado, desde el principio, por la modalidad del ecoturismo sin ambigüedad ninguna. La preocupación ambiental se evidencia en el establecimiento del Ministerio de Recursos Naturales, Energía y Minas   en 1988. Después, en 1995, del Ministerio de Ambiente y Energía.  Pero esa iniciativa tuvo un remoto antecedente en el Servicio Metereológico Nacional, creado un siglo antes, en 1888. El Instituto Costarricense de Turismo (ICT) fue creado en 1955, y es el encargado hasta hoy de toda la información del sector. En el Ecuador, por su parte, el Ministerio del Ambiente fue creado en 1996. El Ministerio de   Información y Turismo  fue establecido en 1992. En 1998 pasa a ser solo Ministerio de Turismo. En 1999 se le agrega Comercio Exterior, Industrialización y Pesca, para llamarse Ministerio de Turismo y Ambiente en 2000. Ese mismo año ese ministerio de divide en dos ministerios: Turismo y Ambiente. Dando bandazos, el gobierno ecuatoriano definió tardíamente sus políticas turísticas: en 2008 declaró al turismo como política de Estado,  y su lema central “Ecuador ama la vida” fue lanzado en 2010 (Báez 2017; Echeverri 2014; Caiza & Molina 2012: 19-21). 

A continuación, se presenta un inventario de la riqueza comparativa en especies entre Costa Rica y el Ecuador, haciendo la observación de que los inventarios de fauna y flora son dinámicos, y las cifras pueden variar de acuerdo a la fecha considerada y a la fuente citada. 

Tabla 1
Inventarios de fauna y flora

País (a) 

 Mamíferos 

Anfibios

Reptiles 

Aves

Peces

Mariposas

Orquídeas

C. R. (b) 

 231  

163  

220 

850

154

1.251

1.400

ECUADOR(c)

403

402

374

1.656

951

2.726

3.957

MUNDO(d)

4.327

4.000

6.500

9.672 

22.000

15.000

35.000

Notas: a. Se informa sobre las especies de peces de agua dulce y mariposas diurnas, de acuerdo a Wikipedia. b) Caiza & Molina 2012: 9; c) García, Parra, Mena 2013. d) Luy 2013: 25; Payán, Lasso, Castaño 2015: 28

Como puede observarse en el cuadro anterior, el Ecuador presenta una mayor biodiversidad en los siete grupos considerados, constatándose que puede, a justo título, preciarse de ser un país megadiverso, y hacer un esfuerzo organizativo y de marketing para posicionarse como uno de los países líderes del ecoturismo en el mundo.   

4. Conclusiones

Tres de los aspectos más promocionados en cuanto a la biodiversidad en Costa Rica son su riqueza en especies en tres grupos particulares: en orquídeas (con 1.400 especies), mariposas diurnas (1.251) y colibríes (54). Hay restaurantes típicos en San José y sus alrededores en los que uno come rodeados de distintas especies de colibríes. En las cercanías de San José hay grandes orquidiarios y mariposarios muy atractivos.

EL Ecuador es, sin embargo, mucho más rico que Costa Rica en esos tres grupos, aunque no se los explote de manera eficiente, ni se proclame su diversidad abiertamente.  

El líder mundial en la diversidad de especies de orquídeas es el Ecuador con 3.957 especies (Neill, 2012), superando en mucho a Costa Rica, que registra 1.400 especies. Solo Colombia pudiera ser tan rica, o más, en orquídeas, que el Ecuador, pero los conflictos políticos y sociales en Colombia, y los masivos desplazamientos de población, han detenido los procesos de registro.  El Ecuador es también líder por su riqueza en helechos y afines (1.432 especies), superior incluso a la del gigantesco Brasil (1.201 especies) (Neill, 2012). La supremacía del Ecuador en orquídeas es evidente, alcanzando a más del 11,3% (18% para Caiza & Molina 2012: 9) del total mundial, que alcanza a 35.000 especies.

Al comparar la riqueza en mariposas diurnas del Ecuador, frente a la de Costa Rica, encontramos que aquélla es mucho mayor (Brito-Vera, 2013). De un total de 15.000 especies a nivel mundial, hay 7.500 en el neotrópico. De ese total, Costa Rica ha registrado 1.251 especies, mientras que el Ecuador lo ha hecho con 2.726 (Silva 2011; Brito & Buestán XXXX). Es importante recordar que las mariposas diurnas son el segundo orden de la clase insecta, y que su presencia es considerada como un indicador confiable para estudios de biodiversidad, en especial para evaluar los problemas ambientales de una zona en particular (Veloz-Lemos, Gallegos Rosero & Riasca-Forero 2015: 264). No obstante, su riqueza es inferior a la registrada en Colombia (3.100 especies), Brasil (3.152 especies) y el Perú (3.500 especies) (Carrero, Sánchez & Tobar 2013; Salazar 2003). 

Costa Rica es famosa a nivel mundial por sus santuarios de animales, organizados por la iniciativa privada. Uno de ellos es el hermoso La Paz Waterfall Gardens, en Alajuela. Allí puede verse una veintena de especies de colibríes, de las 54 que reporta Costa Rica. México, por ejemplo, cuenta con 57 especies.  El Ecuador es, en cambio, de mayor riqueza de la especie, pero menos promocionada y explotada. En el país hay 131 especies registradas (Vásquez & Yánez 2017), de las 338 existentes a escala mundial (Fogden, Taylor, Wiliamson 2014). De tal manera que el Ecuador posee el 38,8% del total de especies de colibríes del mundo. La familia de colibríes es exclusiva del continente americano, y se encuentra extendida desde Alaska hasta el sur de Chile y Argentina, con su área de mayor diversidad en Ecuador, Colombia y Perú, lo que convierte a la familia Trochilidae, a la que pertenecen los colibríes,  en un gran atractivo  para el aviturismo de especialistas. Esa importancia se fundamenta en, al menos, dos razones: el papel crucial que juegan los colibríes como vector biótico, junto con las abejas y los murciélagos, en la polinización de las flores y la reproducción de las plantas, y en la relación existente entre la diversidad y abundancia de los colibríes con algunas regiones de gran biodiversidad (Gutiérrez-Zamora 2008).

Referencias bibliográficas

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1. Facultad de Ciencias Matemáticas, Física y Quimica. Universidad Técnica de Manabí, Ecuador /Universidad de los Andes (ULA). Mérida, Venezuela. Email. rafaelcartay@hotmail.com

2. Facultad de Ciencias Administrativas y Económicas. Universidad Técnica de Manabí, Ecuador

3. Facultad de Ciencias Administrativas y Económicas. Universidad Técnica de Manabí, Ecuador

4. Facultad de Ciencias Humanística y Sociales. Universidad Técnica de Manabí, Ecuador.  Email: exiochaparro@gmail.com https://orcid.org/0000-0002-0223-3268


Revista ESPACIOS. ISSN 0798 1015
Vol. 41 (Nº 15) Año 2020

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