Espacios. Vol. 5 (1) 1985.

Editorial

E
l desarrollo tecnológico de un país, viene dado generalmente, por la actitud que tengan dirigentes políticos y empresarios frente a la necesidad de incorporar recursos a las actividades que deriven en la producción de nuevos productos o procesos, sean estos de consumo, organización o sistemas.

Tomando este marco como referencia, podríamos situarnos en el proceso de ajustes que vive actualmente Venezuela. Por una parte, la dirigencia política  propósito de acentuar la autonomía nacional frente a las potencias extranjeras o como mecenas que dedican parte del patrimonio al desarrollo de actividades intelectuales, sin haber internalizado de manera sustancial lo que realmente significa el desarrollo tecnológico de un país.

Esto se refleja de manera casi transparente cuando vemos en retrospectiva las políticas del Estado en materia de Ciencia y Tecnología, las cuales se han dirigido fundamentalmente al fomento de la ciencia en centros básicamente académicos, olvidándose casi por completo que la empresa es fuente generadora de proyectos y potencial financiador de estas actividades; el resultado ha sido una oferta divorciada por completo de la demanda real que produce la acumulación de INNOVACIONES en las ilustradas gavetas de los centros de excelencia del país sin posibilidad de mercado.

Por otra parte, el grueso de los empresarios siguen paralizados por los resultados de la escasez de dinero fácil y recurren a la magia de COSTOS Y PRECIOS como fórmula que les permite solventar los problemas que los agobian, sin siquiera considerar las oportunidades que se abrirían si se pensara en cosas como TECNOLOGÍA, PRODUCTIVIDAD y CALIDAD que en última instancia producirían el camino más certero para lograr una industria estable y competitiva.

Esta reflexión o reconocimiento de verdades por largo tiempo trilladas, no es con el ánimo de presentar una visión negativa de los DESTINOS DEL PAÍS, sino que por el contrario tiene como único propósito establecer algunos parámetros que deben tener en cuenta las personas en búsqueda de nuevas perspectivas dentro de la industria.

La situación actual es cambiante a tasas nunca antes vistas, por tanto establecer una empresa, sin importar del tipo que esta sea, debe estar basada en las tres palabras que mencionaremos anteriormente: TECNOLOGÍA, PRODUCTIVIDAD y CALIDAD. Lo cual requerirá de un tipo de empresario totalmente diferente al que estamos habituados. El nuevo empresario tendrá, necesariamente, que definir sus productos en base al mercado externo y equipararse en calidad a los productos que concurren a esos mercados.

Todo esto desembocará, de ninguna manera en forma lineal y automática, en la generación de requerimientos tecnológicos que de una u otra forma deberán ser satisfechos interna o externamente. Lo importante es tener en cuenta que para desarrollar una industria eficiente y altamente productiva con niveles de calidad competitivos, el empresario deberá cambiar De ser un negociante de PRECIOS con el Estado A ser un empresario innovador que desarrolle su estrategia en base a la búsqueda de nuevas soluciones.

Pero sobre todo teniendo en cuenta que esto requiere más que nada de un cambio de actitud hacia el proceso productivo y las personas relacionadas con este. De lo contrario caeremos nuevamente en una declaración de principios que en tono paternalista ahogaría una vez más a la imaginación.

En la actualidad, esto puede lucir utópico, pero lo cierto es que nos encontramos en una situación de crisis, lo que por definición, marca nuevos rumbos y oportunidades.

El Comité Editor


Vol. 5 (1) 1985
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