Espacios. Vol. 6 (1) 1986. Pág 3

La biotecnología en la agricultura. Oportunidades para Venezuela

Yolanda Texera Arnal (CENDES-UCV)


RESUMEN:

En el presente artículo se muestran las posibilidades de desarrollo de la Biotecnología en Venezuela y el impacto económico que este desarrollo podría traer al país.
De acuerdo al grado de complejidad tecnológica, se hace una categorización de los productos y procesos biotecnológicos y se sugieren áreas de trabajo más o menos adecuados a desarrollar por los países subdesarrollados y en especial en Venezuela.
Igualmente se comenta la capacidad del país, en términos del número de personal de investigación y técnicos, así como la infraestructura física existente.
Finalmente se señala la necesidad de vincular más estrechamente el mundo académico y el comercial así como la de contar con una voluntad política que planifique a corto, mediano y largo plazo una estrategia de desarrollo en este campo lleno de promesas.


1. El objetivo del presente trabajo es mostrar que Venezuela, así como otros países en condiciones semejantes, podría tener oportunidades para aprovechar innumerables beneficios que la biotecnología está potencialmente en capacidad de ofrecer al desarrollo agrícola del país. Analizaremos diversas características que tienen los procesos biotecnológicos, a fin de ver en qué medida estas pueden favorecer a ciertos países subdesarrollados y, en algunos caso, constituir incluso ventajas frente al mundo industrializado.

Como cualquier otro trabajo sobre biotecnología que pretende en alguna medida analizar su posible impacto en el plano económico y social, éste tampoco escapa al terreno de la especulación. Hemos tratado, sin embargo, de ser cautelosos y de apoyarnos en fuentes bibliográficas autorizadas.

2. El término biotecnología tiene un carácter algo difícil de precisar ya que abarca un amplio espectro que incluye productos, técnicas y procesos, que van desde los más tradicionales y relativamente sencillos, hasta aquellos de mayor complejidad. Así, por ejemplo, la biotecnología incluye desde la producción de cervezas y vinos a través del viejo proceso de fermentación, hasta productos de alto valor agregado y una alta complejidad tecnológica, como pueden ser la producción de medicamentos a través de técnicas de ingeniería genética.

Una definición amplia, y en tal sentido particularmente adecuada a países subdesarrollados, es la adoptada por la OECD (1982), según la cual biotecnología es: “la aplicación de principios científicos e ingenieriles para el procesamiento de materiales a través de agentes biológicos con el fin de proveer bienes y servicios”.

De acuerdo a esa definición es fácil adivinar que el campo actual de aplicación de la biotecnología es muy amplio, pero el que se vislumbra para el mediano y largo plazo es bastante mayor y de vastas y profundas implicaciones para las sociedades del futuro.

Algunos pocos datos pueden servir para tener una idea de la importancia actual de las industrias biológicas. Por ejemplo según las mismas fuentes: El manejo de desperdicios (incluyendo el tratamiento de aguas negras), es, en términos de tonelaje, el mayor campo de aplicación de la biotecnología... muchos productos biológicos son producidos en grandes tonelajes. La producción de alimentos procesados a menudo excede la de químicos... la producción de leche y azúcar excede la de nafta y la de alimentos concentrados a la de aluminio. Excepto en los grandes países industrializados (de la OEDC) la producción de alimentos excede a la de productos químicos...”.

El informe citado presenta los grandes campos de innovación de la biotecnología clasificados de acuerdo a su base tecnológica y otros parámetros. Un primer campo es aquel de productos de alto valor agregado tales como enzimas, vitaminas, antibióticos y otros, utilizados en el campo de la salud, alimentación humana y aditivos para alimentos. Esta categoría de productos requerirá elevadas inversiones de capital y el uso de procesos y plantas complejas, que a menudo requieren de condiciones de aislamiento estricto, altos costos de mantenimiento y gran capacidad operativa, así como procesos continuos de gran escala.

Un segundo campo es el de nivel intermedio, el cual requiere inversiones moderadas de capital y operaciones menos complejas. Esta categoría comprende bebidas y alimentos fermentados, biofertilizantes y pesticidas, enzimas no procesadas, procesos para el manejo de desperdicios que implican operaciones y controles complejos.

Un último campo comprende a aquellos de base tecnológica de nivel bajo, que requiere inversión de capital y escala de operaciones pequeñas: equipos sencillos y por lo general de origen local, operaciones intensivas en trabajo: a menudo sistemas sépticos y tecnología a nivel de aldea. Entran en esta categoría productos de bajo valor relacionados con mejoras en la contaminación, servicios sanitarios y provisión de combustibles y alimentos, biogas; proteínas microbianas a partir de desechos agrícolas y de alimentos; alimentos y bebidas fermentados tradicionales, producción de hongos.

Como se desprende de esta categorización, los países subdesarrollados podrían (de hecho muchos lo hacen ya) intervenir con relativa facilidad en la producción de muchos de los renglones y actividades que comprenden las 2° y 3° categorías descritas.

Si bien las grandes empresas transnacionales dominarán seguramente el mercado de aquellos productos de alto valor agregado comprendidos en el primer campo, los países subdesarrollados no deben descartar a priori su participación en estos renglones de productos, muchos de los cuales serán de valor inestimable para la solución de los problemas de salud y alimentación de su creciente población. Es decir, que la biotecnología apropiada a las necesidades de los países subdesarrollados no será siempre aquella que implique una menor complejidad tecnológica, aunque ésta seguramente ayudará a satisfacer muchas de las necesidades presentes en esos países.

En todo caso, tiene sentido pensar que para los países subdesarrollados, la biotecnología será más o menos adecuada según el nivel de complejidad tecnológico de los diversos procesos y técnicas que se pretendan desarrollar.

3. En el campo de la agricultura, una técnica que está en un nivel técnico intermedio de complejidad es la del cultivo de tejidos vegetales orientada al mejoramiento de plantas de uso agrícola u ornamental y otros usos con fines industriales. Las técnicas de cultivo de tejidos constituyen una especie de puente entre la ingeniería genética y técnicas tradicionales de mejoramiento de plantas. Así como la fermentación es crucial para las tecnologías genéticas de microorganismos, el cultivo de tejidos es básico para la aplicación de otras nuevas tecnologías genéticas a las plantas. (OTA, 1982, 1984).

En tal sentido ella podría servirnos como caso tipo para explotar las oportunidades que podría tener Venezuela, u otros países en condiciones parecidas, en el campo de la biotecnología.

Una ventaja adicional de utilizar las técnicas de cultivo de tejidos vegetales aplicado a la agricultura como caso tipo es el hecho de que varios países de América Latina desarrollan actividades en este campo. Por último, nos será de mucha utilidad los resultados de un estudio recientemente finalizado sobre la capacidad de investigación de Venezuela en. esa área (Texera, 1984). En todo caso y siempre que nos sea posible, trataremos de ir más allá de esta técnica y abarcar otros aspectos de la biotecnología.

4. Como es característico de todas las tecnologías de avanzada, la biotecnología es intensiva en investigación. Es imposible imaginar una empresa o fábrica cuyo centro de actividad sea un proceso biotecnológico, que no cuente con laboratorios intra o extramuros.

En el campo de cultivo de tejidos orientado a la agricultura el laboratorio de investigación es esencial. Este debe abordar tareas como colocar células de plantas bajo condiciones controladas de luz, temperatura, nutrición y químicos reguladores del crecimiento, si se quiere regenerar plantas completas a partir de ellas.

Un laboratorio de cultivo de tejidos vegetales debe contar con personal calificado en morfología vegetal, bioquímica vegetal, genética vegetal, fisiología vegetal, y si se quiere introducir técnicas de ingeniería genética, debe contar con biólogos moleculares. Este personal trabajaría sobre todo a nivel de laboratorio, pero si la intención es regenerar plantas, se requerirá del concurso de ingenieros agrónomos, fitopatólogos, peritos, entre otros, para la etapa de pruebas en el campo.

En otras direcciones de la biotecnología como, por ejemplo, la producción de vacunas a través de la aplicación de técnicas de ingeniería genética, un laboratorio debe contar con expertos en química orgánica, bioquímica, inmunología, bioquímica de proteínas, microbiología, ingeniería de fermentación y experticia en electrónica (citado en UNIDO, 1982).

Hemos listado una serie de disciplinas y no hemos incluido a la biotecnología como tal. En efecto, la biotecnología no es ni una ciencia ni una disciplina; es una actividad que requiere el concurso de varias disciplinas. No existe un título académico de biotecnólogo. Lo que se necesita son personas altamente calificadas en sus propias áreas de especialidad, que puedan combinar sus experticias con el dominio de ciertas técnicas nuevas. (Blachere, 1983).

Este carácter interdisciplinario y el hecho de que ciertas experticias en el campo de la biotecnología puedan ser adquiridas a partir de un determinado nivel académico puede constituir un elemento favorable para países que cuenten ya con una cierta capacidad en el campo de la investigación biológica, ingeniería u otros afines. Más adelante volveremos sobre este punto.

5. Otra característica que parece desprenderse de los procesos biotecnológicos es la ser intensivos en la utilización de mano de obra calificada.

Tanto a nivel industrial como de laboratorio de investigación los procesos biotecnológicos parecen ser más trabajo intensivos que otros procesos que utilizan tecnología de avanzada. A nivel de laboratorio es relativamente mayor el costo de mano de obra calificada científica y técnica que los costos de instalación y mantenimiento de equipos e infraestructura.

Las tecnologías de fermentación, por su parte, que constituyen elementos indispensables para el éxito económico de la biotecnología, son en esencia, a pesar de los grandes avances que ha habido en los últimos años, los mismos procesos que tradicionalmente se han utilizado para producir vinos y cerveza, entre otros, y tienen además la gran ventaja de ser procesos muy versátiles: “Los procesos de fermentación son básicamente idénticos, no importa cuál organismo se seleccione que medio se use o que producto se forme. El mismo aparato, con modificaciones menores, puede ser usado para producir una droga, un producto químico o agrícola (OTA, 1982). Esto redunta en una menor inversión de capital fijo o equipos tanto a nivel de investigación como de producción.

En el caso de laboratorios de cultivo de tejidos orientados a la agricultura se pueden mantener ciertos niveles de producción, con una instalación relativamente pequeña siempre y cuando se cuente con el personal calificado.

6. En Venezuela, una fundación privada que presta servicios al agricultor (FUSAGRI), con una infraestructura física modesta, ha alcanzado ciertos niveles de producción utilizando técnicas de cultivo de tejidos que le permite mantener los costos de operación del laboratorio y ciertas líneas de investigación sobre variedades importantes para el país. El caso de este laboratorio puede además servirnos para ilustrar la versatilidad de algunos procesos biotecnológicos en términos de su aplicación comercial. Es sabido que la aplicación de las técnicas de cultivo de tejidos ha tenido mucho éxito en ciertas especies de plantas que tienen un alto valor en el mercado; tal es el caso de las plantas ornamentales y muchas plantas hortícolas. Un mismo laboratorio bien planificado puede mantener a la vez, líneas de investigación en ciertas variedades de valor prioritario para el país y otras líneas de investigación con fines de explotación comercial inmediata. Esto permitiría a laboratorios que trabajan en el campo de cultivo de tejidos, contar con ingresos con los cuales mantener y expandir sus programas de investigación. Una estrategia de este tipo puede ser adoptada por instituciones académicas, pero ello requeriría comenzar por vencer la resistencia de los investigadores quienes consideran que no es tarea de las universidades asociarse a empresas comerciales, a la vez que requeriría cambios en las formas de organización de instituciones de este tipo.

No estamos en capacidad de generalizar a otros procesos biotecnológicos esta vinculación más o menos directa que puede darse entre laboratorios de investigación de cultivo de tejidos vegetales y la actividad comercial. Pero a juzgar por los fuertes vínculos que se han dado en Estados Unidos entre las universidades y las nuevas pequeñas empresas de biotecnología en áreas, por cierto, mucho más complejas que la que aquí hemos señalado, pareciera que en el campo de la biotecnología se presentan mejores posibilidades que en otros campos, donde esa relación enfrenta mayores obstáculos, entre otros, de orden financiero. Por ejemplo en el caso de la industria de componentes microelectrónicos, la alta concentración allí existente se debe en parte a los altos costos de operación tanto a nivel de investigación como de producción; en el caso de la industria aero-espacial, bastaría pensar en la fabricación del prototipo de un avión para darse cuenta de los mayores costos que implica la etapa de desarrollo en relación con los costos menores, relativamente hablando, que tienen mucho procesos biotecnológicos.

Dado que la falta de vinculación señalada, entre el mundo académico y el mundo comercial es una de las mayores debilidades que enfrentan los países subdesarrollados, merece la pena explorar si en el caso de la biotecnología las dificultades de relacionar ambos mundos son en efecto menores y cómo aprovechar esa potencialidad.

7. Otro elemento que podría jugar a favor de la oportunidad que tiene América Latina para desarrollar el campo de la biotecnología es el hecho de contar con su principal esfuerzo científico concentrado en lo que genéricamente se llama ciencias de la vida, que abarca medicina, clínica, investigación biomédica y biología, la cual incluye investigación agrícola básica, según un estudio realizado por Davidson Frame (1977), en base a ediciones del Science Citation lndex entre los años 1973 y 1975. El autor muestra que el 73.2% de la literatura científica de América Latina que considera en su estudio, está concentrada en las ciencias de la vida, contra 60.5% de la literatura mundial.

Podríamos usar esos mismos datos para mostrar que al menos en ciertas áreas disciplinarias que juegan un papel importante para el desarrollo de la biotecnología, la situación de América Latina, aunque precaria (esa literatura es apenas cerca del 1.1 por ciento de la literatura mundial) representa una base de la cual partir.

En Venezuela, la última encuesta publicada por CONICIT en 1983, realizada durante 1980, muestra, en términos de número de personal científico y técnico de las unidades de investigación, una concentración de esfuerzos en el campo de las Ciencias de la Vida. Desde el punto de vista disciplinario, Biología, Medicina, Agronomía y Veterinaria aglutinan al 41.6% de ese personal (1.528 científicos y tecnólogos); según el campo de aplicación, el 54.2% de los investigadores trabajan en las áreas de Agricultura, Salud y Nutrición y Recursos Naturales Renovables. Estamos conscientes de que estos datos califican poco esos recursos. Una mejor aproximación puede ser el nivel académico de esos investigadores: el 40 por ciento de aquellos formados en biología, medicina, ingeniería agronómica y medicina veterinaria tienen formación de postgrado (doctorado, maestría, PhD). Pero más importante aún es el hecho de que más del 90 por ciento del personal docente y de investigación de los postgrados del país vinculados a esas áreas tienen ese alto nivel académico, según se desprende de una compilación realizada por CONICIT para el Taller Latinoamericano de Postgrado. en 1983. Algunos de los postgrados en las áreas mencionadas están ya en capacidad de adiestrar personal en ciertas técnicas biotecnológicas, otros los están potencialmente.

Otras áreas necesarias para el desarrollo de la biotecnología tales como ingeniería química, tecnología dé alimentos y computación, están en una etapa de menor desarrollo desde el punto de vista de investigación. Sin embargo, hay varios postgrados en ingeniería química en el país que imparten, formación en el campo de la bioingeniería. Tecnología de Alimentos también cuenta con cursos de cuarto nivel. En todo caso, el nivel de formación de personal docente y de investigación de esos postgrados, es de alto nivel académico, lo cual permite abrigar esperanzas respecto a la posible incorporación de especialistas al campo de la biotecnología.

Es sabido que la mayor parte de la actividad investigativa que se realiza en el país está orientada a investigación de tipo básico y aplicado, localizada en centros académicos, principalmente, y con escasa o casi nula aplicación comercial. Este hecho, que desde varios punto de vista ha sido considerado como obstáculo para el desarrollo tecnológico del país, podría, sin embargo, jugar a favor del desarrollo de la biotecnología en nuestros países, no solo porque como hemos visto, esta es en general una actividad muy intensiva en investigación, sino también porque se reconoce que es mucho lo que hay que avanzar precisamente en los aspectos básicos y aplicados de la investigación en fisiología, bioquímica y genética de las plantas.

8. Según un documento de un grupo de consultores de las Naciones Unidas (1984), el hecho de que la Biotecnología sea intensiva en investigación podría en principio representar una ventaja comparativa en relación a los países industrializados, debido a que los costos de investigación, y en general los costos del personal, son muchos más bajos en los países subdesarrollados que en los desarrollados.

Según este documento, esto tendría importantes implicaciones desde el punto de vista de las economías de escala. La única forma como las empresas de los países industrializados pueden justificar sus altos costos de investigación y desarrollo es invirtiendo en grandes volúmenes de producción o en productos que puedan mantenerse por largo tiempo en el mercado. Pero este último es poco probable, debido a la alta tasa de cambio tecnológico. De modo que esas empresas se concentrarán en inversiones en grandes mercados para poder amortizar sus altos costos de investigación. Así mismo se señala que, en contrapartida, los países subdesarrollados, con costos mucho menores de investigación, tendrían mayor flexibilidad para escoger el tipo de problemas que quieran resolver y en establecer líneas de producción una vez que las técnicas adecuadas hayan sido desarrolladas.

Por otra parte, es conveniente recordar que hasta ahora solo unos pocos productos de la nueva biotecnología se han comercializado y estos contaron con ventajas que no necesariamente se repetirán.

En efecto, para fines de 1983 fueron pocos los productos de la nueva biotecnología que habían llegado al mercado: insulina humana, algunos equipos de diagnóstico que utilizan anticuerpos monoclonales y algunas vacunas animales. Estos productos contaron con ventajas iniciales: en primer lugar, son productos que en su mayoría son substitutos de otros ya existentes, con mercados bien definidos, pero además se apoyaron en investigaciones que contaron con amplio financiamiento público desde la Segunda Guerra Mundial. Estas condiciones favorables no necesariamente se repetirán para otros sectores, por lo que esos éxitos iniciales no deben tomarse como indicadores de lo que sucederá con los nuevos avances en la biotecnología. Al menos en el campo agrícola, las cosas seguramente marcharán a un ritmo más lento, determinado en parte por los altos costos de la actividad investigativa en un campo donde hace falta aún mucho esfuerzo de investigación.

Además, un elemento importante en el proceso de comercialización de la biotecnología en los Estados Unidos ha sido el papel jugado por las nuevas pequeñas empresas de biotecnología. Estas pequeñas empresas han contribuido sobre todo en las etapas iniciales del proceso de innovación tecnológica, al haber asumido gran parte de los riesgos de esa etapa temprana: su dinamismo y espíritu competitivo ha sido muy importante para empujar a las grandes empresas farmacéuticas establecidas a asumir la producción y mercado de productos biotecnológicos. Pero esta simbiosis entre grandes y pequeñas empresas que ha sido tan estimulante en el área de medicamentos y vacunas hasta ahora no está planteado en el sector agrícola vegetal, el cual ha estado dominado por las grandes empresas del agribussines. Estas posiblemente impriman un ritmo más lento al desarrollo de la biotecnología en la agricultura, en parte porque muchos nuevos productos biotecnológicos entrarían en competencia con productos que estas mismas empresas ya tienen colocados en el mercado. Se ha señalado al respecto (OTA, 1982), que las pocas compañías de semillas de granos que concentran la mayor parte del mercado de granos en los Estados Unidos son a la vez productoras de fertilizantes y pesticidas por lo que no tendrían incentivos para producir plantas resistentes a pesticidas o con una alta capacidad de fijación de nitrógeno.

Asimismo, al comparar con otros campos de la biotecnología, notablemente el de la salud humana y animal, se advierte un menor desarrollo de los aspectos básicos en el campo vegetal. Se reconoce que se ha hecho menos investigación en genética molecular, bioquímica y fisiología de plantas (OTA, 1984), al mismo tiempo que hay escasez de especialistas en estas áreas. De modo que, a menos que esas áreas gocen de los mismos beneficios que tanto el Estado como las fundaciones privadas, en el caso de los Estados Unidos, han dado a las ciencias de la salud desde la Segunda Guerra Mundial, la responsabilidad principal de su desarrollo recaerá en las empresas privadas, en condiciones de costos crecientes de investigación.

9. Otra condición que podemos llamar condición natural, y que debería constituir una clara ventaja para los países subdesarrollados -reconocido por los países industrializados como básica para el desarrollo de la biotecnología en el sector agrícola y otros-, es que la mayoría substancial del germoplasma de la tierra está ubicado en nuestros países. Hasta ahora, éste ha sido cedido gratuitamente a los países industrializados quienes lo devuelven en forma de productos patentados o atados a condiciones negativas.

Esta sola condición natural debería ser obligante para que los países subdesarrollados asuman seriamente el desarrollo de la biotecnología.

10. Hasta aquí hemos centrado el análisis en destacar un conjunto de aspectos que en principio se muestran como favorables para el desarrollo de la biotecnología en nuestros países. Frente a esos hay, demás está decir, una serie de obstáculos sobre los cuales no hemos hecho mayor hincapié pero que están implícitos en el análisis. En todo caso, es tanto lo que se ha escrito sobre los obstáculos que tienen nuestros países para el desarrollo tecnológico, que no queremos ser repetitivos.

Pero creemos que estos obstáculos pueden ser más o menos superados si se vence el principal, que pensamos es de orden político. Entendiendo por ello una auténtica (es decir, no meramente retórica) voluntad política que planifique a corto, mediano y largo plazo una estrategia de desarrollo de ese campo lleno de promesas.

“Los planes nacionales pueden ser catalizadores de progreso, pero también pueden convertirse en cajas de pinturas para que cubramos con decorados biotecnológicos nuestra desnudez patética. Como Bradford, corremos el riesgo de morirnos de frío, desnudos, pero, eso sí, con nuestros trajes de biotecnólogos... pintados” (Goldstein, 1984).

BIBLIOGRAFIA


Vol. 6 (1) 1986
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