Espacios. Vol. 15 (2) 1994

Propuesta de AVINTI* al País.

“Cree en quien lo ha intentado”
Virgilio.


1.- Introducción

La creación de una capacidad tecnológica nacional, que ayude eficazmente a resolver los problemas del país, es una actividad clave para garantizar el desarrollo autónomo de Venezuela, para contribuir a mejorar y elevar la calidad de vida de toda la población. Las posibilidades de lograr un desarrollo tecnológico propio, están íntimamente ligadas a la existencia de institutos de investigación tecnológica industrial. El desarrollo tecnológico está íntimamente vinculado a otros procesos y sistemas que intervienen en el funcionamiento de la sociedad venezolana, como: el sistema político-económico, la industria y otros entes productivos y de servicios; el sistema educativo, el sistema científico y la cultura.

Entendemos por investigación tecnológica industrial el conjunto de actividades que se realizan en centros o institutos ad-hoc y en grupos o unidades de investigación industrial, en empresas industriales o de servicios, públicas o privadas, basadas en la aplicación del método científico y otras técnicas de investigación, con la finalidad fundamental de crear e introducir innovaciones en los métodos, procesos y productos, para resolver problemas específicos, mejorar técnicas y satisfacer necesidades de las empresas industriales y de servicios. La Asociación Venezolana de Institutos de Investigación Tecnológica Industrial (Asociación Civil sin fines de lucro), aglutina estos esfuerzos valorando los diferentes puntos de vista, coordinando iniciativas, capacidades y experiencias hacia una sola resultante que impulsa el destino de esta actividad. La Asociación constituye un foro idóneo para debatir los asuntos relacionados con el sector y lograr así una voz solidaria y representativa de los interese nacionales relativos a su investigación tecnológica industrial.

En este documento AVINTI presenta un breve análisis de la situación actual y las principales tendencias a nivel mundial, latinoamericano y nacional sobre la utilización de la variable tecnológica como instrumento de política industrial, que demuestra la necesidad de adelantar con urgencia una discusión nacional para definir a corto plazo una política industrial y tecnológica nacional. Mediante este papel de trabajo AVINTI adelanta algunos temas que deben ser incluidos en la agenda de esa discusión en la forma de una Propuesta al País.

2.- La situación actual de las políticas tecnológicas

2.1.- Las políticas tecnológicas en los países desarrollados

La dinámica mundial actual nos conduce a una economía abierta. La palabra clave es competitividad, sólo los mejores, que ofrezcan los mejores productos al mejor precio tendrán posibilidades de éxito. Esto asegura una economía sana y garantiza protección natural a los consumidores, quienes a su vez tendrán accesos a productos de calidad al mejor precio. Competir nacional e internacionalmente en forma exitosa requiere creatividad.

Las tendencias más recientes en las economías avanzadas revelan que las actividades de Investigación y Desarrollo constituyen una parte fundamental de las estrategias de sociedades exitosas. De igual forma, el rol de los estados es cada vez más acentuado en potenciar el desarrollo de las capacidades de Investigación y Desarrollo aguas arriba en el proceso de generación de nuevas tecnologías y nuevos conocimientos. En los países desarrollados, así como en aquellos de reciente industrialización, la financiación del sistema de innovación tecnológica es una de las pocas formas de apoyo gubernamental a la industria, no sólo universalmente aceptadas, sino utilizadas como herramienta clave por los gobiernos en la competencia por los mercados internacionales. A continuación se presenta un gráfico donde se muestra los recursos dedicados a investigación y desarrollo civil en varios países desarrollados, como porcentaje del PTB de cada uno de ellos.

En la gráfica anterior se observa como los países industrializados dedicaban a fines de la década de los 80, entre el 2 y el 3% de su PTB al financiamiento del sector científico y tecnológico civil. Corea del Sur, uno de los países más recientemente industrializado, dedicaba en la década de los 70, menos del 0,5% de su PTB a la investigación, y mediante incrementos constantes a lo largo de dos décadas llegó al 2% a principios de los 90. El éxito japonés, en gran parte debido a su dedicación y persistencia, radica en el reconocimiento del valor estratégico de la variable tecnológica; Japón está dedicando actualmente el 3% de su PTB al apoyo de los proyectos de investigación y desarrollo, con un crecimiento interanual del 10%.

Las actividades de investigación y desarrollo son universalmente consideradas centros de inversión de largo plazo, no como centros de beneficios aislado en el corto plazo, haciéndose rentables sólo en un contexto ampliado como parte de una empresa, corporación, conglomerado o sector industrial. Es función ineludible del Estado la promoción y el financiamiento del dominio y desarrollo tecnológico industrial. El financiamiento estatal de organizaciones públicas de Investigación Tecnológica Industrial en los países desarrollados es del orden del 60% de sus gastos de funcionamiento. En este sentido podemos citar como ejemplos al Centro Técnico de las Industrias Mecánicas (CETIM) de Francia, los Institutos de Investigación Tecnológica Industrial de Automática Industrial (IAI) de España y el Fraunhofer Gesellschaft de Alemania.

En un estudio de benchmarking (Rush, 1993), realizado en el año 93 por expertos del Centre for Business Research de la Universidad de Brighton y de la Science Policy Research Unit de la Universidad de Sussex, se analizan las fuentes de financiamiento de ocho Institutos de Investigación Tecnológica Industrial, la mitad de ellos en cuatro países europeos y el resto de cuatro países recientemente industrializados del sureste asiático. El análisis muestra que el nivel promedio de financiamiento del Estado en el caso de las organizaciones de países europeos alcanza el 49%,mientras que la cifra correspondiente a las organizaciones de los países conocidos como los Tigres Asiáticos (Corea, Taiwán, Singapur y Hong Kong), asciende al 69%. Se observa en estos indicadores un mayor financiamiento del Estado en aquellos países que requirieron un desarrollo más acelerado.

La inversión en programas tendientes a lograr una mayor competitividad a través del desarrollo, implantación y consolidación de una cultura tecnológica en la sociedad es una inversión a mediano y largo plazos, es un proceso de generación y maduración de experiencias propias adecuadas a la realidad de un país, modeladas a las medidas de sus necesidades de desarrollo. Esta responsabilidad es asumida, en los países desarrollados, por el Estado. Así, en los Estados Unidos se mantienen programas con financiamiento del gobierno federal como el “Small Business Initiative”, el “Advanced Manufacturing Technology Program” del NIST, “CREA” y otros. Similarmente, en los países europeos existen programas como el “Eureka”, “Sprit”, etc., algunos a nivel comunitario y otros a nivel de cada uno de los países.

Los países asiáticos han desarrollado un estrategia de desarrollo industrial muy agresiva. Esta se basó, al comienzo de su proceso de industrialización, en la adquisición de los resultados de las investigaciones llevadas a cabo en Estados Unidos, el Reino Unido y otros países. Una vez adquiridos los derechos de las patentes y el conocimiento, dedican grandes sumas de dinero a las actividades de desarrollo de productos y procesos a nivel de planta piloto y la transfieren al sector productivo para su escalamiento y puesta en producción a escala industrial.

2.2.- Las tendencias latinoamericanas.

En Latinoamérica, en los últimos treinta años se impusieron modelos de desarrollo sustentados en la sustitución de importaciones, con el objetivo de promover la industrialización nacional. Los instrumentos de la políticas implantadas en este período han sido los incentivos tributarios, la protección arancelaria, los créditos preferenciales, la producción por parte del estado de bienes y servicios considerados estratégicos, la participación del estado a través de corporaciones de desarrollo en múltiples proyectos industriales de toda índole, la regulación de la inversión extranjera, entre otros.

En este marco de políticas, se crearon a todo lo largo y ancho de Latinoamérica institutos de investigación tecnológica industrial, generalmente por parte del Estado, pero también hay algunos con patrocinio del sector privado, con el fin de apoyar tecnológicamente a las empresas estatales, mixtas y privadas. Un reciente estudio (Machado, 1993) analiza la situación actual de ocho de estos institutos: CIMM (Argentina), CODETEC (Brasil), ICAITI (Centro América), INTEC y Fundación Chile (Chile), IIT (Colombia), ITINTEC (Perú) y CIEPE (Venezuela). El estudio califica la situación actual de estos institutos así: dos han desparecido, tres se encuentran en situación difícil, uno se haya en situación razonable, y dos presentan una situación actual buena.

La crisis económica que ha afectado la región, así como la implantación del nuevo modelo adoptado por la mayoría de los países de apertura comercial, desestatización de la actividad industrial, la búsqueda de inversiones extranjeras, la desaparición de los subsidios, etc., han tenido un impacto muy negativo en los institutos de investigación industrial de la región. En todos los países involucrados en el estudio mencionado, en los que los institutos analizados se muestran debilitados o desaparecidos, se determina una ausencia de políticas de estado para definir, orientar y apoyar, política y económicamente, las actividades de estos institutos en las nuevas circunstancias económicas. Es necesario en toda la región instrumentar políticas y diseñar acciones dirigidas a motorizar una hasta ahora inexistente o inactivo sistema nacional de innovación, entendiendo por tal (Machado, 1993) la “... red institucional que permite la conjunción de capacidades y actores distintos, tanto nacionales como internacionales, públicos y privados, a través de relaciones fluidas y de mutuo intercambio, cuyo propósito es la generación, importación, modificación y difusión de tecnologías”. Esta red debe incluir los centros de investigación tecnológica industrial, las empresas de ingeniería, las empresas fabricantes o proveedoras de bienes y/ o servicios de capital e integradoras de sistemas, las industrias y sus cadenas de consultoría gerencial, las industrias y sus cadenas de suministros, etc.. Es aparente que dejados de la mano invisible del mercado, los sistemas nacionales de innovación de nuestros países, junto con las pequeñas y medianas empresas, tienden a la desaparición.

2.3.- La situación en Venezuela.

En la Venezuela actual, y de siempre, la tecnología se ha entendido como un producto de forma final (VHS, TV, WALKMAN, FAX etc.), sin embargo, no se han adoptado la tecnología y las políticas tecnológicas como herramientas de desarrollo debido al síndrome “no inventado aquí”. Es necesario convertir a Venezuela en una sociedad innovadora mediante la aceptación de que la tecnología es una de las herramientas fundamentales del desarrollo económico y social y de que es posible, y no sólo posible sino necesario, imprescindible, el esfuerzo nacional para la adopción, adaptación, creación y puesta en producción de tecnologías orientadas a mejorar las capacidades competitivas del sector productos de bienes y servicios. En AVINTI estamos convencidos que ésta es la mejor manera de mejorar la calidad de vida de los venezolanos y mejorar nuestra competitividad internacional.

No resulta difícil visualizar la distribución de las funciones que se compartirán entre el Estado y el sector privado hacia el futuro, en el marco de los nuevos paradigmas de desarrollo. Para mediados y finales de esta década, el Estado se concentrará en sus funciones fundamentales como son: Salud, Educación, Seguridad e Infraestructura territorial. La producción de bienes y servicios será responsabilidad de los actores del sector privado, limitándose el Estado en esta área a los aspectos normativos y de fiscalización de la actividad privada.

Los entes generadores de tecnología, los institutos de investigación, tradicionalmente han orientado su atención al CONICIT y a las universidades, descuidando al sector consumidor de sus productos, la industria, y los entes promotores y financiadores de las actividades de transferencia de tecnología (Ministerio de Fomento, FONCREI, CORPOINDUSTRIA, etc.).

Si persiste la disminución del financiamiento del estado para las actividades de investigación y desarrollo en ciencia y tecnología, es muy probable que las universidades dedicadas a tales funciones desaparezcan. Es necesario revertir la tendencia hacia la disminución del financiamiento público para estas actividades, de manera que se logre el desarrollo y consolidación de las organizaciones de investigación y desarrollo industrial, y simultáneamente desarrollar programas que promuevan en el sector productor de bienes y servicios una cultura de valorización del conocimiento como instrumento de desarrollo de los negocios.

Por otra parte, si enfocamos el problema hacia las actividades de comercialización de la ciencia y la tecnología, se detecta que en Venezuela existe una brecha para financiar la transferencia de tecnología. El estado dedica, a través del CONICIT y los varios institutos de investigación y desarrollo (I & D) asociadas a las universidades, recursos a las actividades iniciales del desarrollo de un producto o una tecnología de producción; mientras que el estado y el sector industrial dedican escasos recursos para el escalamiento y desarrollo final de la ciencia para transformarla en las tecnologías productivas requeridas por la sociedad venezolana, y los pocos programas existentes carecen de mecanismos claros y adecuados que garanticen su continuidad y su éxito, (p. Ej. La desaparición del FINTEC). El problema se traduce entonces en que no hay financiamiento para hacer productiva la tecnología de producto o de proceso que se desarrolla en nuestros laboratorios y en nuestras empresas.

El punto más crítico en la comercialización de la tecnología es el del efecto demostrativo para lograr convencer a los inversionistas que asuman el riesgo involucrado en la fase de escalamiento y puesta en producción a nivel industrial, después que se ha desarrollado un proyecto tecnológico que se considere de viabilidad comercial. Muchas de nuestras tecnologías de producto y de proceso se han perdido en esta brecha y sólo han sido reconocidas por inversionistas externos, los cuales la desarrollan en el exterior con o sin la fuga de cerebros.

Algunas de las razones que aduce el sector productivo para justificar la existencia de esta brecha son:

Por otra parte, el sector de investigación y desarrollo aprecia que la cultura empresarial prevaleciente en Venezuela no valora los proyectos de largo plazo. Si bien estas observaciones pueden calificar como realidades, deben ser consideradas como retos a superar y no como obstáculos infranqueables: no deben impedir el diseño de políticas y la implantación de acciones para promover una situación que, en un enfoque estratégico, se califique como alcanzable y deseable en un futuro más o menos cercano. La utilidad de cualquier ciencia y tecnología para la sociedad venezolana es proporcional al grado de interacción entre los generadores de tecnología, los institutos de investigación industrial y los receptores de ellas, las organizaciones para cerrar la brecha. Los institutos de I & D asociados a AVINTI y otros laboratorios a nivel nacional tienen las capacidades y la experiencia para aplicar y desarrollar los descubrimientos científicos nacionales para construir los prototipos de productos e implantar los procesos innovadores. En un trabajo reciente (Esqueda, et, al., 1990) se reseñan las características de los recursos humanos y la infraestructura de los centros asociados a AVINTI. Según la fuente, para el año 1989 estos centros contaban con cerca de 1400 profesionales dedicados a actividades de investigación, desarrollo y servicios tecnológicos y activos por el orden de los tres mil millones de bolívares. Asimismo, en sus desarrollos históricos, la mayoría data de la época de los años setenta, han alcanzado logros que demuestran su capacidad de aportar al dominio tecnológico y a la competitividad de sus clientes.

Algunos de los principales logros de los afiliados de AVINTI se menciona a continuación, a título de demostración de las potencialidades existentes, aún en el ambiente adverso –o al menos ayuno de políticas, en el que se han desarrollado estos esfuerzos. Caso resaltante resulta el desarrollo de la ORIMULSION, por parte de INTEVEP, como un ejemplo de los que han alcanzado mayor difusión. De menor difusión pública, pero también de mucho impacto, específicamente en la agricultura de la soya y la caraota, fue la introducción del NITROBAC, desarrollado en el IVIC y transferido a una empresa agroindustrial. La tecnología de manejo, almacenamiento y transporte de productos agrícolas tropicales, del CIEPE, ha sido otro aporte que agregado valor a las exportaciones no tradicionales venezolanas. PROSERVFACICA, la empresa de la Facultad de Ciencias de la UCV, ha desarrollado una serie de procesos biotecnológicos, con aplicación en la agricultura, agroindustria, industria de procesos y tecnologías de protección ambiental, muchos de ellos ya en producción.

La tecnología de reducción directa de óxidos de hierro AREX, desarrollada por SIDOR, ya ha sido vendida al exterior en una demostración del potencial de competitividad en el desarrollo de procesos que Venezuela podría explotar. La exitosa introducción de la tecnología de relevamiento de información territorial utilizando sensores remotos satelitarios, desarrollada por el CPDI del Instituto de Ingeniería, es otro ejemplo del valor que pueden agregar los centros de investigación industrial la producción nacional de bienes y servicios. El desarrollo de variedades agrícolas, como p. ej. la variedad PV 8 de maíz, e insumos agropecuarios, como el Venefostracal del FONAIAP, han tenido un importante impacto en rubros estratégicos de la producción nacional. El IMME en sus más de 30 años de historia ha prestado doscientas mil asesorías a la industria de la construcción, contribuyendo al avance de la Ingeniería Estructural y Sismorresistente en el país.

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