Espacios. Espacios. Vol. 30 (2) 2009. Pág. 13

Nuevas tecnologías de la Información y su relación con lo social. Coordenadas para desentrañar los determinismos de la relación tecnología y sociedad

The relationship between the new information tehnology and the social realm

Valeria Falleti


1.2 Las tecnologías de la información: reedición de los viejos debates... y sus determinismos

Antes de dar continuidad a este apartado sobre la presencia de los determinismos en torno a las tecnologías de la información, resultan pertinentes dos aclaraciones: la primera, no es la intención desconocer la especificidad de las tecnologías de la información en torno a sus principales características de flexibilidad, accesibilidad y manejo de la información (Castells, 1996a) sino que discusiones generales sobre la relación tecnología-sociedad, a pesar de referirse a las tecnologías de la producción, se constituyen en un valioso aporte para precisar un marco conceptual como para identificar problemas que adviertan sobre la complejidad del tema. La segunda aclaración, al mostrar cómo se desprenden ciertos determinismos en los aportes acerca de las tecnologías de la información no se pretende minimizar lo valioso de dichos aportes sino, más bien, advertir cómo siguen vigentes los viejos debates. Esta preocupación no se debe a una razón meramente teórica sino también práctica dado que estas visiones se plasmarán, en el plano macro, en políticas públicas particulares y en el nivel organizacional, en ciertas modalidades de gestión de proyectos. Para profundizar en estas consideraciones, resulta de utilidad remitirse al método propuesto por Sanz Menéndez (1997) que estudia la correlación entre ideas, intereses e instituciones.

Entonces, ¿por qué es relevante rastrear estos determinismos en los aportes sobre las tecnologías de la información? La pregunta sobre si internet promueve o no procesos participativos es disparadora de este artículo. En una primera aproximación al tema se advertía sobre lo limitado de afirmar o negar dicha consideración, reproduciendo de esta manera una idea esencialista de internet. Al mismo tiempo, al centrar la atención sobre los efectos participativos se pensaría desde un modelo lineal reduciendo la complejidad del problema. En una segunda aproximación se pensó en poner el eje, al igual que muchos autores con enfoques muy interesantes, en las condiciones sociales, políticas e institucionales necesarias para el desarrollo de las potencialidades de la herramienta digital. El problema de este enfoque es partir de la idea de cierta potencialidad inherente a la herramienta siendo el contexto el que la promueva o inhiba, siguiendo vigente, aunque de manera más solapada, una idea esencialista de internet.

La lectura de los estudios sobre la relación tecnología-sociedad (Bijker, 1997; Dagnino, 2002a; Thomas, 2000) ha contribuido, por un lado, a advertir que se planteaba el problema en términos de determinación o influencia (en un primer momento con eje en lo técnico y luego en lo social) cuestión que se presentaba como una "encerrona". Por otro lado, ha contribuido a plantear un marco conceptual que relevara al mismo tiempo elementos técnicos y sociales, aportando herramientas para estudiar el proceso de transformación de ambos elementos, es decir, de "lo socio-técnico", intentando "superar" de esta manera formas dicotómicas de pensar el problema.

Asimismo, no se quiere incurrir en una epistemología positivista que supone un "objeto discreto, autónomo, reproducible, no contradictorio y unívoco, que implica la lógica de lo Uno donde la singularidad del objeto no se vea afectada por eventuales aproximaciones disciplinarias" (Fernández, 1989: 57). Hemos aludido, más arriba, a este procedimiento táctico respecto de la centralización en los artefactos en la historia de la tecnología y de la invisibilización que los neoclásicos hacen de la tecnología con el fin de no cuestionar los principios formales de la economía clásica.

En síntesis, no se cuestionan las transformaciones ocurridas por las tecnologías de la información sino que se propone pensarlas desde un modelo explicativo complejo.

Según Manuel Castells (1995), estas transformaciones ocurridas con la introducción de tic's se sostienen en un modo de desarrollo informacional que a diferencia del modo industrial -el cual basa su productividad en las fuentes de energía y la calidad de las mismas- actúan sobre el conocimiento mismo. En este marco se hace referencia a que estamos en la era de las "economías basadas en el conocimiento" (OCDE), presenciando la revolución de las "tecnologías de la información" y tantas otras expresiones en las cuales la información y el conocimiento parecieran caracterizar a los actuales fenómenos.

Este desarrollo informacional se observa en el ámbito productivo dado que las empresas intensivas en conocimiento son las que logran posiciones competitivas y producen crecimientos de tipo cualitativo (Neffa, 2000). Por su parte, en el ámbito social se están realizando experiencias educativas y en salud basadas en las nuevas tecnologías de la información, tales como, campus virtual, la telemedicina, destacando las ventajas en cuanto al acortamiento de las distancias, integrar a personas que viven en zonas alejadas, abaratamiento de los costos. En este ámbito se observa una fuerte controversia en la utilización de las nuevas tecnologías de la información en torno a los siguientes problemas: - en el nivel de la interacción, sobre todo en los casos de educación y salud, ¿hasta qué punto es posible sustituir la relación humano-presencial? - en el plano de las políticas públicas plantear una concepción de tecnología en la que sea prioritario incluir los sentidos y usos de los diferentes actores sociales para que realmente funcione como una herramienta social.

Específicamente en lo político algunos sostienen una visión optimista y otros pesimista del fenómeno. Los primeros observan en internet la posibilidad de concretar la utopía de una democracia activa, directa, participativa y deliberativa, descentralizando así el poder político, los segundos aluden al aumento en la brecha social en el acceso diferencial a internet, promoviendo una democracia delegada y elitista que llevaría a una mayor concentración de poder en aquellos que ya lo tienen. Aunque en menor medida, se puede aludir a una tercer posición que contiene ambas perspectivas recién señaladas, de allí que sostenga que en las redes telemáticas puede haber tanto democracia como dictadura y ya en el diseño de la red se puede optar por instaurar una estructura que favorezca una u otra (Echeverría, 2001).

Por su parte Winner, sostiene que las creencias construidas en torno a las bondades de los ordenadores que los muestran como el gran igualador -acceso universal a la información que llevaría a un progresivo empoderamiento de la gente sostenido en la relación "saber-poder", descentralización de las decisiones, destrucción de las jerarquías y las formas piramidales de organización-; constituyen el "mitoinformación". Dicho mito es definido como: "la casi religiosa convicción de que una adopción generalizada de ordenadores y sistemas de comunicaciones junto con el fácil acceso a la información electrónica producirán, automáticamente, un mundo mejor para la vida del hombre" (Winner, 1987: 125)

Son distintas las maneras en que los autores relevados llegan a una visión pesimista u optimista del fenómeno. La mayoría se detiene en los cambios sociales pero algunos como Negroponte (1996) y Putnam (1995) ponen el eje en lo tecnológico. El primer autor resalta la autonomía y lo inexorable de la tecnología, el segundo se detiene en sus efectos, mientras que otros se centran en lo social.

Robert Putnam al igual que la tradición norteamericana en estudios sociales de la tecnología analiza los efectos que tiene internet en la sociedad norteamericana, esto es, el uso cada vez más intensivo de internet inhibe el desarrollo del capital social, deslizándose una visión determinista tecnológica. Hay muchos autores que, a pesar de no estar de acuerdo con lo planteado por Putnam, usan el mismo esquema analítico en el que miden los efectos o outputs y arriban a la conclusión contraria: internet acrecienta capital social (Wellman et al., 2001).

En el caso de Nicholas Negroponte, director del laboratorio de multimedios del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), se advierte una posición más radicalizada del determinismo tecnológico dado que, según su perspectiva, la sociedad estaría cambiando hacia otra materialidad: "los bits". Su libro se titula "el ser digital", dedicando gran parte de su introducción a explicar porqué escribió un libro de hojas y no digital. Plantea: "el cambio de los átomos por los bits es irrevocable e imparable (...) La computadora ya no sólo tiene que ver con computadoras, tiene que ver con la vida (...) Socialmente nos relacionamos en formas de comunidades digitales, en las que el espacio físico será irrelevante..." (Negroponte, 1996: 12 y 14).

La autonomía de la tecnología y su desarrollo inexorable sobre la sociedad hasta el punto de cambiar su materialidad, son aspectos fácilmente reconocibles en este autor, quien al mismo tiempo que minimiza y por tanto oculta la relevancia de los aspectos sociales y políticos, reproduce una forma explicativa que legitima y da sentido a la existencia y permanencia de instituciones como el MIT, la "meca de la computación". Se desprende así no sólo una manera determinista tecnológica de pensar el tema sino una clara expresión de intereses corporativos.

1.2.1 Visiones que analizan los efectos: ¿Internet acrecienta, debilita o complementa Capital Social?

Básicamente es posible identificar tres posturas sobre los efectos de internet para el capital social 9: 1) lo incrementa, 2) lo debilita o 3) lo complementa (Wellman, et al., 2001). Las diferencias residen en qué tipo de efectos miden y cómo lo hacen, coincidiendo en la visión determinista tecnológica de internet.

La primera visión plantea que el uso de internet realza otras formas de comunicación, como la relación cara a cara o de contacto telefónico, sin desconocer la importancia de las mismas, cubriendo así los baches de comunicación de la relación offline (Wellman et al., 2001: 4). Para sostener esta afirmación los autores aluden a una serie de experiencias que muestran que el e-mail utilizado por académicos israelíes en huelga realzaron su cohesión, que trabajadores de una compañía discutieron a través de un sistema de conferencia por computadora construyendo conocimiento de manera colectiva y consolidando enlaces no jerárquicos; que la participación en los grupos aumentó en los individuos su productividad, anudado a esto su aprendizaje.

Los newsgroups profesionales también ilustran estas consideraciones, pues en estos espacios virtuales se discuten aspectos técnicos sustantivos. Los participantes fijan preguntas relacionadas generalmente con problemas técnicos cotidianos que no podrían ser solucionados preguntando a compañeros de trabajo. Al mismo tiempo, trabajadores aislados encuentran oportunidades en la comunicación en línea facilitadas por las páginas y los buscadores personales, aumentando así su capital social y privado.

La segunda postura plantea que el uso intensivo de internet recluye a las personas en sus hogares, los aleja de sus familiares y amigos, produciendo stress, depresión y sentimiento de soledad y disminuyendo el tiempo destinado a otros espacios de socialización como el club o el café en los que se puede formar capital social. Sostienen que los lazos establecidos virtualmente son inherentemente diferentes a los presenciales en sus aspectos emotivos y materiales (Wellman et al., 2001: 5).

En esta misma línea, Putnam observa que el capital social acumulado en la sociedad norteamericana ha declinado considerablemente en las últimas dos o tres décadas y entre las razones rastreadas plantea la transformación tecnológica del ocio. Las personas pasan gran parte de su tiempo libre aisladas mirando TV y otro tanto online y no participan de formas de entretenimiento "clásicas" -juego a las cartas- que producen externalidad social, declinando, por lo tanto, la posibilidad de crear capital social (Putnam, 1995: 8). Las evidencias de otros autores (Wellman et al., 2001: 2) sostienen que la declinación en capital social no lleva necesariamente al aislamiento. El problema es que al medir capital social como participación en asociaciones voluntarias, formas tradicionales de participación, se escapan del espectro de Putnam nuevas maneras de conectarse. Las personas en comunidad se organizan en redes más que en grupos y sus relaciones se suelen entablar desde sus hogares más que en espacios públicos.

Finalmente la tercera visión le da a la nueva tecnología un rol menos central en la formación de las tendencias sociales, comportándose de manera similar a otras formas de comunicación tradicionales. La comunicación por internet complementa a las relaciones cara a cara y al contacto telefónico, siendo una forma oportuna para conectar personas dispersas geográficamente y para vincular a organizaciones que comparten intereses. Por esto, a este medio no se le adjudica ni un potencial debilitador de las relaciones humanas ni tampoco se observa que las realce. Desde esta perspectiva se piensa a internet como una herramienta más y en tal caso complementaria de las otras. Estos autores sostienen que el efecto de internet en la sociedad irá evolucionando, transformando e intensificando la relación interpersonal así como lo hizo el teléfono respecto del puerta en puerta (Wellman et al., 2001: 8). En esta consideración se sostiene una visión autónoma de internet.

Considerando las posturas aquí planteadas se advierte que sus consideraciones se basan en estudios empíricos en los que se "miden" efectos y que tienen un nivel explicativo limitado sostenido en un modelo lineal en el que los cambios sociales son considerados outputs de internet.

1.2.2 Visiones que analizan lo contextual: aspectos sociales, políticos e institucionales

Los autores que analizan el aspecto contextual coinciden en sostener que sólo bajo ciertas condiciones sociales, políticas e institucionales se actualizarán las potencialidades de internet (Castells, 1996; Borja y Castells, 2001; Karol, 1998; Finquelievich et al., 2001; Baumann, 2000; Camacho, 2001; Araya Tagle, 2002; Rodotá, 2000; Dader, 1999; Adaszko, 1998). Estos aportes responden a la tesis débil de la no neutralidad propuesta por Dagnino.

Rodotá destaca los aspectos políticos e institucionales, señala que la introducción de las nuevas tecnologías de la información en la política debe tener como meta lograr una democracia continua y no una intermitente que se limite a los momentos de votación como sucede actualmente con la votación electrónica para definir un referéndum o plebiscito. A esto habría que agregar la diferencia entre una involucración consultiva o decisoria de los ciudadanos, cuestión que será retomada. Para lograr una democracia continua señala el autor como necesario: "...para afrontar el conjunto de las cuestiones suscitadas por la mutación tecnológica y por las innovaciones que ésta determina, son necesarias una cultura política renovada, una experimentación paciente y un proyecto institucional..." (Rodotá, 2000: 12).

Dader plantea que sin alcanzar el deseable de una democracia continua o deliberativa, es posible observar una democracia interpelativa con el uso de internet. Esto es, el avance cívico está presente tanto en el acceso, expresión o difusión de información de interés público como en la posibilidad de realizar reclamos con sencillez, velocidad y contundencia ante instancias públicas (Dader, 1999: 6).

Por su parte Castells, alude a la voluntad política de los gobiernos y a la importancia de contar con una base social.

"... el medio tecnológico por sí solo no será capaz de transformar el proceso de los flujos globales, en ausencia de la movilización social, las decisiones políticas y las estrategias institucionales que puedan permitir a los gobiernos locales retar colectivamente al poder de los flujos y reinstaurar el contrapoder de los lugares..." (Castells, 1995: 489)

Quienes estudian el uso de internet en la gestión pública diferencian entre la mercantilización y la politización de las relaciones socio-políticas. En la primera se enfatizan los canales de comunicación sin intermediarios entre el gobierno y los ciudadanos bajo la impronta de la eficacia y la eficiencia de la gestión estatal, fortaleciéndose de esta manera la figura ciudadano-cliente, como beneficiario y consumidor de los servicios públicos. Mientras que en la segunda tendencia se tiende a fomentar la deliberación pública como fundamento de la participación política (Finquelievich, Baumann y Jara, 2001: 18). Hay estudios que analizan los estilos de gestión pública que se pueden impulsar con internet (Araya Tagle, 2002) diferenciando entre: gobierno electrónico (e-goverment): el uso de internet está al servicio de la modernización del estado, promoviendo una participación instrumental; gobernancia electrónica (e-governance): al servicio de consultar a los "ciudadanos" sobre sus necesidades como forma de legitimar la gestión pública fomentando una participación consultiva; democracia electrónica (e-democracy): facilitar la "participación de los ciudadanos" en la toma de decisiones, el foco no está puesto en el gobierno sino en la relación de la ciudadanía con la esfera pública, en este caso se alude a una participación decisoria.

Estos enfoques resaltan cómo un estilo de gestión y concepción de participación, los aspectos contextuales, se expresarán luego en un diseño y uso particular de internet. Aunque al no analizar los aspectos técnicos de dicho diseño, los invisibilizan.

Finalmente dentro de los que resaltan los aspectos sociales, explican que la brecha no es digital ni informacional sino que es social y cultural. 10 La visión que sostiene la brecha digital plantea que una vez generada la info-estructura pública estarán dadas las condiciones para que la gente aproveche equitativamente las ventajas y beneficios del acceso a Internet, sosteniendo así una idea autónoma de la tecnología. La visión alternativa plantea que detrás de la brecha informacional existe una situación estructural de dependencia y subordinación. Desde esta perspectiva la conectividad es necesaria pero no suficiente, plantean se debe tratar conjuntamente con la brecha digital e informacional la social y cultural.

Estos estudios sostienen la importancia de la "apropiación social de la tecnología" en la que el uso y acceso son los medios para alcanzar dicha apropiabilidad (Araya Tagle, 2002; Camacho, 2001). Esta es definida como la generación de nuevos conocimientos para su aplicación concreta con el fin de transformar el contexto social. La propuesta es que se realice un uso con sentido de la herramienta, es decir, un "uso estratégico" -conocer el fin y objetivo- y "una estrategia de uso" -discernir y seleccionar información, evaluar cuándo conviene utilizar o combinar información online con información escrita u oral sin la cual la herramienta es utilizada de manera indiscriminada (Camacho, 2001). Sostenemos que en estos planteos se alude a un aprovechamiento de la herramienta más que a su apropiabilidad. Se aprovecha la herramienta digital para fines sociales, tal como lo hacen movimientos con una importante base social como el ejército zapatista en México, las organizaciones feministas, ecologistas y activistas que impulsan acciones colectivas con algún fin. 11 La recolección de firmas en todo el mundo para repudiar y lograr suspender la lapidación de una mujer pakistaní, ilustra estas consideraciones.

En el argumento de la apropiación social se ocultan las asimetrías y la circulación del poder en la tecnología, por eso se prefiere hablar de "adecuación" o "aprovechamiento de la tecnología". Más específicamente, siguiendo la propuesta de Renato Dagnino, en el marco de una economía solidaria y políticas públicas signadas por una redistribución equitativa, se haría referencia a una "adecuación socio-técnica" (Dagnino, 2002b). En rigor, los que se apropian de la tecnología son quienes las crean y difunden.

La adecuación socio-técnica (AST) es una propuesta política que en el ámbito productivo busca adecuar la tecnología convencional (e inclusive concebir alternativas) adoptando criterios suplementarios a los técnico-económico usuales; centrándose en los procesos y medios de producción y en la circulación de mercancías con el objeto de optimizar sus implicancias, incrementando de esta manera las capacidades tecnológicas locales y reduciendo la inequidad. Además de una base social es importante el aspecto cognitivo que sostenga los proyectos autogestivos, sin el cual el potencial de la propuesta será limitado.

Las modalidades de AST pueden asumir distintos valores asociados a diferentes niveles de "adecuación". 12

En la línea de adecuar la tecnología convencional con criterios, en este caso, complementarios a los técnico-económicos es posible citar el trabajo conjunto realizado por un sociólogo e ingeniero en el proceso de diseño de una nueva tecnología informática para la detección y reconocimiento de las anomalías de funcionamiento del sistema de saneamiento, evitando la polución y las inundaciones en la ciudad de Lyon (Ricard y Walter, 1995). El desafío de este proyecto ha sido, en primer lugar, el trabajo conjunto de objetivos y fenómenos del sistema de saneamiento con las prácticas de los actores, entendiendo que de esta manera era posible asegurar el éxito del proyecto. En otras palabras, integrar la visión del tecnólogo y sociólogo en el trabajo cotidiano, cuestión que según los autores han logrado. En segundo lugar, incluir desde la concepción del proyecto los puntos de vista de los usuarios a través de consultas sistemáticas pues para que la apropiación de la tecnología por los usuarios sea posible, estos tienen que participar en el proceso de diseño (y no recién en el momento de implementación).

En tercer lugar, resulta interesante resaltar que desde el punto de vista del sociólogo se alcanza el éxito del proyecto cuando los actores toman como propia la propuesta que en un principio venía de los analistas, esto es, lo relevante de que participen desde el inicio en la implementación de un proyecto organizacional. Es decir, se perciban como agentes de las tecnologías que se diseñan e implementan en la organización de la que forman parte y no como simples aplicadores de las mismas.

"Hemos notado, efectivamente, que la intervención del sociólogo triunfa cuando la tarea que él propone es adoptada por sus partenaires (compañeros) como algo que va de suyo: es a ellos a quienes toca producir los cambios que resultan de ello. Posición metodológica difícil que consiste en desaparecer en el mismo momento en el que se alcanza su objetivo" (Ricard y Walter, 1995: 21).

Ambos aportes (Dagnino, 2002b; Ricard y Walter, 1995), si bien con preocupaciones distintas: el primero en el marco de una propuesta socio-política y el segundo en la optimización de la gestión de proyectos en una organización, destacan la importancia de incluir las visiones y prácticas de los distintos actores involucrados en el proceso de creación o adopción de una nueva tecnología. Retomaremos estas cuestiones en el siguiente punto al pensar a las tecnologías a partir de los significados atribuidos por los distintos actores sociales relevantes (Bijker, 1997).

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9. Capital social es un término acuñado por Putnam (1993), quien ha analizado las instituciones políticas y civiles en las regiones del Sur y Norte de Italia y explica que las diferencias entre regiones se debe al stock de capital social acumulado. Dicho concepto fue tomado en los últimos tiempos tanto por organismos internacionales para formular los lineamientos que los países pobres debieran impulsar como por teóricos quienes reformulan y amplían este concepto incluyendo otras variables (Kliksberg y Tomassini, 2000) tales como entidades privadas y con estructura jerárquica (Coleman), introducen el aspecto ambiental (North, Olson), el aspecto intangible del capital social (Boisier, S). Básicamente se sostiene que serán mejores aquellas sociedades que cuenten con un mayor stock de capital social que se basa en el sentido de reciprocidad y confianza que vivencian las personas. Priorizando así los aspectos sociales, y no sólo los económicos y tecnológicos, para explicar el desarrollo de una sociedad. La opinión más común es asociar capital social a interés público. Desde esta perspectiva el asunto central sería: si alguien hace una inversión en un grupo social particular, no es él o ella que cosecha las ventajas sino que tal inversión beneficia a todos los miembros del grupo (Coleman, 1990).

10. Estudios recientes registran que el universo de internautas en la Argentina es de aproximadamente 3 millones de personas. De esta cantidad, 58% son hombres de niveles socioeconómicos más altos: 41.9% corresponde a la franja ABC1; 27.7% se ubica en el segmento C2; 22.5%, en el C3; y 7.9% en la franja D1/D2. A su vez, el estudio indicó que 57.7% son económicamente activos y 31.4%, estudiantes. El estudio indicó que los argentinos acceden a Internet un promedio de 10,3 días por mes, valor similar al observado en Australia (10,3), Italia (9,8) o España (10,0), y superior al que se registra en el Reino Unido (8,7). El tiempo utilizado en navegación mensualmente alcanza los 567,5 minutos; superando a los 430,9 de Dinamarca; 408,2 del Reino Unido o los 403,9 de Francia. (www.anahicalderon.com.ar) Si bien en nuestro país la población interauta en términos relativos es reducida (según estadísticas actuales se han relevado 3 millones), lo cierto es que el aumento de ingresantes en los últimos años es muy significativa: mientras que en el 99' se registraron aproximadamente 560.000 internautas en el 2003 al registrarse 3 millones, se observa que en cuatro años la población aumentó cinco veces.

11. Castells sostiene que es en el ámbito de la política simbólica y en el desarrollo de movilizaciones políticas donde la nueva comunicación electrónica puede tener los efectos más espectaculares, destacando también la importancia de la base social de estos movimientos y grupos -arriba mencionados-, los cuales con el uso de internet combinan estrategias tanto locales como globales (Castells, 1996b; Borja y Castells, 2001).

12. Las siguientes modalidades de AST: Uso: el simple uso de la máquina ya confeccionada anteriormente. Apropiación: entendida como un proceso que tiene como condición la propiedad colectiva de los medios de producción, lo que implica una ampliación del conocimiento por parte del trabajador. Ajuste del proceso de trabajo: implica la adopción de la organización del proceso de trabajo a la forma de propiedad colectiva de los medios de producción. Hay un nuevo ambiente de trabajo que cuestiona la división de trabajo anterior, un ejemplo que ilustra esta modalidad es el pasaje del fordismo al toyotismo. Alternativas tecnológicas: implica la percepción de que las modalidades anteriores, incluso la de ajuste del proceso de trabajo, no resultan suficientes para responder a las demandas de la AST de los emprendimientos autogestivos, siendo necesario el empleo de tecnologías alternativas. Incorporación de conocimiento científico-tecnológico existente: se percibe que se debe incoporar un nuevo proceso o medio de producción sobre la base de una tecnología existente para satisfacer la demanda de AST. Se relaciona con el procesos de innovación incremental. Incorporación de conocimiento C y T nuevo: resulta del agotamiento del proceso de innovación incremental, en función de la inexistencia de conocimiento susceptible de ser incorporado al proceso o medio de producción que atienda a la demanda de AST. Actividades asociadas al tipo de innovación radical, de aquí la importancia de las instituciones relacionadas con la producción de conocimiento de frontera como las universidades y los centros de I & D (Dagnino, 2002b: 55)

Vol. 30 (2) 2009
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