ISSN-L: 0798-1015 • eISSN: 2739-0071 (En línea) - Revista Espacios – Vol. 42, Nº 17, Año 2021
MONTENEGRO, Daniela M. et al. «Estudio de la flexibilidad en la burocracia de la gestión pública en las
universidades ecuatorianas»
los resultados obtenidos respecto de los siguientes indicadores: pertinencia de la oferta académica-profesional
universitaria y empleabilidad, inversión en investigación científica y niveles de producción de las universidades
ecuatorianas y vinculación con la sociedad y satisfacción de demandas ciudadanas, para finalmente emitirse
varias conclusiones que orienten al lector sobre cómo la flexibilización de la burocracia universitaria puede
potencializar el claustro del saber.
1.1. Teoría de la burocracia universitaria y el papel de la flexibilidad en la gestión universitaria
El estudio de la burocracia se enfoca en una forma de organización humana tan antigua como el hombre,
incipiente en su génesis como una práctica empírica, pero robusta como teoría a partir del surgimiento del Estado
moderno, de la escuela estructuralista y de la democracia de masas alrededor de los años 40. Al respecto, existen
diferentes pensadores y teorías construidas que resaltan criterios esenciales relacionadas con la burocracia en
sentido general. En la literatura sobre este tema se destaca el papel de Weber (2001), como uno de sus
principales defensores, quien consciente de las pequeñas limitaciones, la concibe como el modelo de
intervención administrativo y estatal para la consecución de objetivos organizacionales a través de la
sectorización, jerarquización, meritocracia, rigidez normativa y procesos definidos, por referir algunas
características generales.
Relacionado a lo expuesto, se suman varios criterios coincidentes con el modelo de una burocracia rígida, como
el de Fayol (1987). En su trabajo considera que, la operación administrativa es la más relevante para la
gobernanza de una organización, destacándose que ésta, se centra en: capacidad de mando o autoridad, control,
división del trabajo, empleo de procesos establecidos, disciplina y en la formalidad. En este mismo sentido, Taylor
(1987) confirma que, se debe seleccionar a los mejores hombres para el trabajo, instruirlos eficientemente,
supervisarlos, emplear métodos formales y procedimientos regulados con una estandarización de herramientas
e instrumentos. Asimismo, Mises (2005) señala que, la relación Estado-funcionario, debe ser burocrática por
excelencia, manteniéndose un régimen autoritario e inamovible por seguridad del ciudadano.
A su vez, en la literatura consultada, se aprecia que existen detractores de la teoría de la burocracia por
considerarla idealista, caduca e incapaz de satisfacer a través de un sistema rígido, formal, limitado y general, las
necesidades sociales, dado que, la relacionan de manera peyorativa con la organización pública, provista de
corrupción, ineficiencia del servicio detrás de un escritorio y el papeleo excesivo, entre otros aspectos negativos,
que impiden aplicar soluciones rápidas, específicas y adecuadas para lograr los objetivos de la organización,
proponiéndose por su parte, la idea de una burocracia (organización) informal, adaptativa, abierta, en donde se
dé importancia al comportamiento humano para prever amenazas (Merton, 1949; Olsen, 2005; Chiavenato,
2007; Torres, 2014). Con lo cual, las expectativas y necesidades reales y actuales del quehacer organizacional en
favor del interés general, debe cambiar para que los procesos sean más ágiles y satisfagan las necesidades de las
personas que requieren un determinado servicio en las instituciones universitarias.
Con respecto a lo planteado, están los pensadores que prefieren combinar ambos enfoques planteados como
estrategia organizativa, ya que, si bien reconocen que, el carácter formal, reglado y organizado de la burocracia,
evita conductas abusivas, arbitrarias y desordenadas de los funcionarios, y, legitima las decisiones, también
consideran que, preservarla inamovible y desactualizada, resta valor al servicio, pues crea una brecha entre el
operador y el ciudadano, limita la iniciativa propia y, mediante la práctica de actividades rituales, reduce la
adaptación al cambio, especialmente, en las instituciones públicas caracterizadas por su rigidez (Crozier, 1969;
Petrella, 2007; Zamudio y Arellano, 2011).
En tal sentido, analizar a la burocracia desde los extremos (sea éste positivo o negativo), podría impedir su
valoración con objetividad, ya que, si bien presenta falencias y debilidades de obligatoria e inmediata atención,