Espacios. Vol. 3 (1) 1982. Pág 6

Objetivos de la investigación biomédica en Venezuela

Witremundo Torrealba*


Ponencia presentada en el Foro Nacional sobre Investigación Bio-Médica, organizado por el Instituto de Medicina Experimental de la Universidad Central de Venezuela. Caracas, 2 de febrero a 6 de abril de 1981.

Antes de tratar el tema objeto de esta ponencia, consideramos necesario intentar, en forma suscinta, la descripción del marco de referencia, es decir, de Venezuela. El territorio nacional, como es del conocimiento de todos ustedes, fue poblado por numerosas tribus amerindias antes de su descubrimiento por los españoles a fines del siglo XV. Se siguió una brutal conquista, en la cual fueron diezmados o aniquilados los más aguerridos y fuertes de los primitivos aborígenes. Pacificando el País, se asistió a un largo período de colonización, a la cual concurrieron principalmente españoles, no precisamente seleccionados por su grado cultural ni capacidad intelectual, sino fundamentalmente por su valor físico y temeridad, en el mejor de los casos. Tanto durante la conquista como durante la colonización, los blancos europeos no tuvieron problemas en mezclarse no sólo con la población amerindia, sino también con la negra traída de Africa, en condiciones de esclavitud para dedicarla principalmente a las labores agrícolas. Los blancos españoles generaron entre sí españoles nacidos en suelo venezolano, los llamados criollos, los cuales alcanzaron los más elevados niveles de preparación de la época, pero eran discriminados en cuanto a la posibilidad de acceso a los más altos cargos político-administrativos del gobierno. Esta discriminación posiblemente fue la motivación más importante para que se desencadenara la larga guerra de Independencia, entre 1810 y 1814. Además de la independencia política, la guerra libertadora se tradujo en la pérdida de más de la mitad de la población del País, en especial la mejor preparada tanto desde el punto de vista físico como intelectual. Durante los 3/4 finales del siglo XIX, Venezuela, ya independiente, sufrió un costoso período de agitación, signado por el enfrentamiento bélico de grupos rivales, encabezados por caudillos, cuyos movimientos reclamaban siempre la búsqueda de una sociedad mejor, pero que en términos generales, no pasaban de ser el reflejo de apetitos de poder personales o de grupos. Las tres primeras décadas del siglo XX, le trajeron al País una de las más oprobiosas dictaduras, la cual si algún mérito tuvo, fué lograr, aunque fuera por la fuerza, la pacificación y la unificación de la nación. Entre 1935 y 1945, se asistió a los primeros atisbos de democracia, y, en 1948, tuvimos por primera vez un gobierno seleccionado directamente por el pueblo. Sobrevino la última dictadura, hasta 1958, cuando se inició el más largo y fructífero período de desarrollo social de Venezuela.

Durante el presente siglo, y particularmente después de la II Guerra Mundial, el País recibió una importante, desde el punto de vista numérico, aunque no adecuadamente seleccionada inmigración europea, en particular de italianos, portugueses y nuevamente españoles, la mayoría de los cuales permanecieron en Venezuela y promovieron un nuevo cruce entre las etnias caucásicas y la mestiza predominante en ella. Desde el punto de vista económico, el País evolucionó desde uno netamente agrario hasta otro en pleno desarrollo, apoyado éste, de manera fundamental, en la industria petrolera gobernada por las grandes compañías transnacionales, en particular norteamericanas. Esta industria, la cual ha pasado progresivamente a manos venezolanas, ha causado varias de las actuales características nacionales, entre las cuales sobresale el “nuevo-riquismo”, es decir, la pretensión de usufructuar un nivel de vida muy por encima de la productividad real del país. Además, la acentuada dependencia política, como país capitalista periférico que somos hacia la metrópoli capitalista, Estados Unidos de Norte-América. La metrópoli nos ha dictado, igualmente, el tipo de desarrollo económico particularmente industrial, así como los patrones científicos y cultural.

En la actualidad, Venezuela, con poco menos de 1 millón de km2 de superficie, alrededor de 15 millones de habitantes, con una geografía variada y esplendorosa como corresponde a un país tropical, con abundantes y diversas riquezas naturales, y después de más de 20 años de regímenes democráticos, se ve frente a una intensa agitación social, de causas complejas. El acentuado incremento de la educación (en 30 años se ha pasado de 200.000 alumnos a más de 4 millones y de 3.000 en educación superior a más de 400.000, hizo que se produjera un aumento acelerado de los recursos humanos capacitados y mejor informados, lo cual se ha proyectado en que la gran cantidad de marginados que todavía existen en el País exijan, cada día con más fuerza, una mejor orientación de los negocios públicos que se traduzca en una solución razonable a sus problemas. La clase media, relativamente pequeña antes, ahora más numerosa, pretende continuar manteniendo el elevado nivel de vida anterior, no producido por ella, y el cual está seriamente amenazado por la deficiencia relativa de recursos y por la crisis económica mundial. Finalmente, la pequeña oligarquía económica, verdadera detentadora del poder político en el país, se aferra en mantener sus privilegios, a como dé lugar. Gran crisis en los servicios públicos, por fallas en la planificación, en la organización, y sobre todo, por falta de idoneidad en el manejo de los bienes de todos. Además, la mayor parte de la sociedad, mantiene como principal motivación de conducta el interés material, de enriquecimiento fácil, aparte de que padece del grave mal del paternalismo y del presidencialismo, esperando y reclamando que el gobierno resuelva todos los problemas y considerando que el Presidente, el “jefe”, es el responsable de todos los males del País. Se observa una acentuada desvinculación, o divorcio, entre la parte “pensante”, teóricamente capaz, y la cual debe saber qué, cómo, cuándo, donde y en qué secuencia hacer las cosas, y las decisiones de los políticos, la mayoría de los cuales actúan más en atención a sus intereses personales o de grupo, que a los verdaderamente generales o nacionales.

La problemática de la salud ha evolucionado dentro de este suscinto cuadro de la sociedad venezolana actual. Así, fué sólo a mediados de la cuarta década de este siglo, cuando se produce la primera organización nacional de prestación de servicios de salud. Esta organización, moderna y actualizada para la época, se concentró en la atención a los enfermos y en la realización de importantes campañas de control para los problemas más apremiantes. Los resultados fueron realmente impresionantes. La reducida población de entonces, la aplicación de metodologías adecuadas, así como la capacidad, seriedad y honestidad de los dirigentes, se tradujeron en un rápido saneamiento del país, una drástica disminución de la mortalidad general, lo cual, entre otros factores, ha sido responsable por la cuadruplicación de la población nacional en las últimas 4 décadas. En la actualidad los riesgos de salud derivados de las características físicas y biológicas de país tropical continúan existiendo, y se han agravado los factores sociales dependientes de una población bastante más numerosa sin una adecuada planificación de su desarrollo. Tampoco se produjo el progreso que debería haber correspondido al sistema nacional de salud, a pesar de la incorporación de la seguridad social. Los cuadros humanos no fueron renovados en forma satisfactoria. Se produjo la “politización” de los ministerios técnicos, entre ellos el de Sanidad, se perdió la mística de trabajo, se perdió la idoneidad en el manejo de los recursos públicos. Por otro lado, la orientación de los servicios de salud está dirigida casi exclusivamente a la atención de los enfermos, con el empleo de los más sofisticados, modernos y costosos métodos, tanto a nivel oficial como privado. Se ha producido un tremendo descuido en la atención a los niveles secundario (diagnóstico precoz y tratamiento adecuado y oportuno) y sobre todo, primario, de preservación y de promoción de la salud. Esta practica de salud se proyecta en las instituciones encargadas de la formación de personal de salud. Los profesores, en su mayoría especialistas, muy conocedores de sus especialidades, contribuyen a inculcar a los nuevos profesionales la ilusión de que la problemática de salud del país se resuelve con una gran cantidad de especialistas, capaces solamente de intentar el diagnóstico y tratamiento de los enfermos en fase avanzada de sus males. En resumen, la atención actual a la salud del pueblo venezolano, se ha incorporado, siguiendo los patrones de la metrópoli, a la poderosa industria mundial de la enfermedad, enriqueciendo todavía más a los grandes “trusts” internacionales que apoyan su prosperidad en el dolor y la muerte de los hombres de todas las latitudes.

Ahora, unas pocas líneas sobre el desarrollo de la investigación científica a nivel nacional. En el campo de la salud, algunos pioneros ya en el siglo pasado, y, sobre todo, a comienzos del presente, realizaron los primeros ensayos de investigación científica. Después de la dictadura gomecista, se produjo un auge en la investigación en salud, realizada principalmente por los médicos y dirigida, especialmente, a los aspectos clínicos, diagnósticos, terapéuticos y epidemiológicos de las enfermedades más frecuentes. Pero, fué con la creación de la Asociación Venezolana para el Avance de la Ciencia, primero; de la creación de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Venezuela y de otras Universidades, después; y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICIT), finalmente, que el país dió un gran salto hacia considerar a la investigación científica, en todos los campos, como un pilar insustituible de su desarrollo. La gran mayoría de los actuales investigadores activos se formaron en el extranjero. En términos generales, se observa que la creación de conocimientos, además de insuficiente en cantidad, y deficiente en calidad en muchos casos, tiene poco o nada que ver con el verdadero desarrollo del país.

Con estas premisas, obligatoriamente generalistas y que no pretenden desconocer todo el enorme progreso que el país ha alcanzado en sus últimas 4 décadas, entremos en la consideración del tema específico: Objetivos de la Investigación Bio-Médica en Venezuela.

Para comenzar, nos parece que el término de investigación bio-médica es restrictivo y por lo tanto no representa la integralidad de la cuestión. En nuestra opinión, la investigación que interesa al país es la investigación en salud, y es a ella a la cual nos vamos a referir.

La salud, como todos ustedes saben, no solamente no es la ausencia de enfermedad, ni tampoco sólo el más completo bienestar, en todos los órdenes, de los individuos y las comunidades, sino, y particularmente, la posibilidad, no potencial, sino real, de que todos los miembros de la sociedad puedan desarrollarse como seres humanos, sin otra limitación que su propia capacidad, su voluntad de trabajo y su vocación de servicio a la sociedad. En otras palabras, que el concepto de salud debe verse, obligatoriamente, dentro de un contexto social histórico, y en el cual, no sólo los factores físicos y biológicos son importantes, sino también, y en forma preponderante, los sociales, económicos y, en fin, los políticos, esto es, las relaciones entre los individuos, grupos y comunidades.

Dentro de este orden de ideas, vemos como objetivo general de la investigación en salud en Venezuela, la responsabilidad por la creación, adaptación y aplicación de los conocimientos necesarios para mejorar permanentemente el estado de salud individual y colectivo de la población venezolana, contribuyendo, también, a aumentar y mejorar el saber universal.

A seguir, nos permitimos enumerar una lista de algunos de los objetivos específicos que hemos podido identificar para la investigación en salud en Venezuela.

1. Ayudar a mantener permanentemente actualizado, en forma precisa, económica e inocua, el estado general de la salud de la población venezolana, por medio de una actualización sectorizada por grupos de problemas o problemas individuales de mayor importancia.

2. Desarrollar metodologías confiables y económicas que permitan evaluar los problemas de salud actualmente existentes en el país, así como prever y prevenir problemas de salud futuros.

3. Contribuir a mejorar permanentemente la calidad diagnóstica y terapéutica, de todos los problemas que afectan la salud de los venezolanos, así como contribuir a lograr que las mejorías alcanzadas lleguen oportunamente a todos los habitantes del país, sin distingos de ninguna naturaleza.

4. Contribuir a desarrollar y a aplicar las medidas más convenientes en la prevención de todos los problemas de salud existentes en el país y que dichas medidas alcancen una cobertura total.

5. Contribuir a evaluar la importancia de los factores físicos, biológicos y económico-sociales sobre el estado de salud individual y colectivo de los venezolanos, a establecer prioridades de acción y a encontrar los mejores métodos para disminuir o eliminar su influencia.

6. Colaborar en el estudio de la población venezolana, en todas sus características, en mejorar sus conocimientos sobre los problemas de salud que la afectan y en lograr su progresiva capacitación para que ella pueda participar efectivamente en la preservación de su salud o en la recuperación de la misma cuando la haya perdido.

7. Colaborar con la formación de los recursos humanos que el país necesita para aumentar la calidad y la cantidad de la investigación en salud requerida para garantizar su desarrollo en el presente y en el futuro.

8. Estudiar los mecanismos que permiten que los investigadores nacionales en salud, tengan acceso a los niveles políticos de toma de decisiones, en todo lo concerniente a la asignación de recursos y la instrumentación de medidas para mejorar la investigación y para obtener la más rápida y completa aplicación de los conocimientos de salud adquiridos a nivel nacional e internacional.

9. Garantizar la permanente actualización de los investigadores nacionales en salud, en sus diferentes campos de trabajo, con el objeto de permitirles, no sólo la utilización de los conocimientos y metodologías más avanzados, sino también la posibilidad de colaborar con el progreso universal del conocimiento. Igualmente, deben encontrar mecanismos para reciclar la formación y garantizar la actualización del personal de salud que a nivel nacional es responsable por la aplicación de los conocimientos y el mantenimiento de la salud de los venezolanos.

10. Lograr la más completa integración de todos los recursos nacionales para la investigación en salud, así como la coordinación más conveniente con el sector internacional, de manera de garantizar el óptimo aprovechamiento de los recursos humanos y materiales disponibles y planificar, en forma justificada, la obtención, de recursos adicionales cuando sea necesario.

Para terminar, algunas consideraciones sobre aspectos conflictivos que se plantean en el análisis de este importantísimo tema.

La ciencia y la tecnología son universales. La investigación científica y tecnológica debe ser, al mismo tiempo, universal y nacional. Para algunos, éste planteamiento es conflictivo. Nos parece que, al contrario, en lugar de excluyentes, esas dos características pueden y deben ser complementarias. Si consideramos que la creación de conocimientos, como actividad humana que es, debe estar al servicio del hombre como un todo, se puede entender que, en vista de que el hombre se encuentra en todas partes, la creación de conocimientos debe estar dirigida a resolver, primariamente, los problemas existentes en la sociedad donde ella se realiza (postulado de particular importancia para los países en desarrollo); secundariamente, a resolver problemas del resto de las sociedades humanas, y, terciariamente, a aumentar el saber o conocimiento universal, sin que necesariamente este nuevo conocimiento tenga aplicación inmediata o previsible, aun a largo plazo. Compaginar estos objetivos, o encontrar una solución de compromiso entre todas esas necesidades, se logra mediante el establecimiento de una política de investigación. En ella, el Estado, por un lado, tiene todo el derecho de establecer, con la colaboración de los científicos, por supuesto, las prioridades de investigación, y concentrar en esas prioridades los recursos disponibles. Asimismo, tiene el derecho, y hasta la obligación, de programar la formación de los cuadros humanos para atender la investigación en las prioridades establecidas. Los científicos, a su vez, tienen el derecho, y la obligación, de extremar los cuidados en su preparación, y de mantenerse lo más completamente actualizados en sus diferentes campos de trabajo. Actuando así, no es, en absoluto, imposible o ni siquiera difícil, atender todas las necesidades arriba señaladas.

La independencia o autonomía de la investigación, es un punto estrechamente relacionado con el anterior. Buena parte de los científicos rechaza la ingerencia del Estado en la coordinación u orientación de la investigación, alegando que el científico debe ser completamente libre para realizar su investigación. Aquí, nuevamente, al analizar un poco más la cuestión, podemos encontrar solución al problema. Por un lado, parece posible aceptar que al país le corresponde el derecho de fijar sus prioridades, tal como fue dicho anteriormente, es decir, de establecer los campos o áreas en los cuales es necesario investigar prioritariamente, señalando los problemas existentes en cada una de esas áreas, y para los cuales espera, con toda razón, que se produzca algún tipo de solución. Al científico le corresponde el qué y el cómo realizar la investigación. Pero, aquí, se presenta el otro grave problema de la dependencia, no político-económica, sino científico-tecnológica de la investigación. Muchos científicos no percibe el hecho de que cuando “ellos deciden” hacer tal o cual investigación, siguiendo la orientación internacional vigente sobre dicho tema, no están haciendo otra cosa que ser incorporados a las líneas de investigación establecidas por intereses, no precisamente científicos ni sociales, sino políticos, económicos y hasta ideológicos. Pensamos que la verdadera autonomía o independencia de la investigación y del investigador se encuentra, cuando éste último, es capaz de, conociendo y analizando adecuadamente toda la información existente, puede tomar su decisión, llevando en consideración sus propias convicciones personales, incluyendo, por supuesto, la responsabilidad que haya aceptado en relación a la sociedad a la cual pertenece.

Otro punto de gran interés nos parece la responsabilidad social del científico, en cuanto a colaborar o contribuir a que los resultados de sus propias investigaciones, o de otros investigadores en su mismo campo, tengan la más rápida y total aplicación en la sociedad a la cual pertenece. Muchos científicos sienten terror ante el término “política”. En realidad, en esta actitud existen varios componentes. Uno, es que con frecuencia, se confunde política con politiquería. La primera, como ustedes saben, se refiere a las relaciones entre los hombres, a todos los niveles. Todos los hombres somos, y tenemos que ser, políticos. Lo ideal sería que esas relaciones respetaran permanentemente los valores fundamentales del hombre, honestidad, justicia, democracia, participación, respeto mutuo, etc. Si fuera así, las cosas indiscutiblemente marcharían mucho mejor. Pero lo que ocurre, lamentablemente con mucha frecuencia, es que las relaciones entre los hombres las gobierna la politiquería, es decir, el empleo de una enorme cantidad de artimañas y triquiñuelas para lograr beneficios personales o de grupo para quienes las emplean y que no les corresponden. Un segundo componente es que, muchos científicos, por comodidad, asumen el papel de “apolíticos”, alegando que su responsabilidad llega hasta producir un conocimiento de calidad. El resto del problema no es de su competencia. Para ellos lo que importa es que se les proporcione los recursos para realizar “su investigación” y que se les reconozca su papel como “benefactores” de la comunidad. Lo que ocurra con los conocimientos por ellos producidos, si son aplicados o no para beneficio de muchos o si, por el contrario, su aplicación daña o no a otros tantos, no es su problema. Esta posición se relaciona con un tercer componente, que muchos científicos, dentro de su orgullo y soberbia por pertenecer a una elite superprivilegiada, olvidan con frecuencia que, antes de científicos, son ciudadanos miembros de una comunidad, y que, antes de ciudadanos, son hombres miembros de la sociedad universal, cada día más comprometida en un destino único.

Finalmente, una referencia a otro importante punto conflictivo. Se refiere a la responsabilidad de la investigación, por un lado, y del investigador, por el otro, de generar la formación de los cuadros de relevo, no sólo para la creación de conocimientos, sino también, de la aplicación de los mismos. Nuestros científicos, al principio, se formaron a costa de enormes sacrificios y esfuerzos. Pocos de ellos fueron capaces de organizar su trabajo de manera a promover la selección y capacitación de nuevos individuos aptos para colaborar, con ellos primero, y sucederlos después en sus funciones. Se citan casos de excelentes investigadores que rechazaban los mejores prospectos y escogían individuos con menos posibilidades, posiblemente con la esperanza de prolongar por más tiempo su esplendor e importancia personal. Olvidaron que la mejor obra que un científico puede dejar, además de su propia producción, es la cantidad y calidad de sus descendientes científicos. Nuevamente, intervienen los factores negativos de la naturaleza humana, no siempre fáciles de contener. Por otro lado, pocos científicos aceptan su responsabilidad en la formación de los recursos humanos que garanticen una adecuada aplicación de los conocimientos existentes y futuros en sus campos de trabajo. Opinan que esta responsabilidad pertenece exclusivamente a las escuelas profesionales y al Gobierno. Olvidan que con un pequeño aporte de su tiempo, en labores de asesoría, de supervisión y de evaluación, podrían contribuir eficazmente a la obtención de personal de mayor calidad y eficiencia. Algún otro punto conflictivo podrá ser agregado en la redacción definitiva de la ponencia.


* Jefe del Departamento de Microbiología y Parasitología de la Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad de Carabobo. Valencia, Venezuela


Vol. 3 (1) 1982
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