Espacios. Vol. 13 (1) 1992

Relaciones de la universidad con el sector productivo: una nueva área de la transferencia de tecnología

A new area of technological transfer: the relationship between the university and the productive sector

Félix Moreno P.


4.- ¿Una sola pirámide universitaria?

La reglamentación excesivamente rígida, donde todos ascienden por la misma curva o escalafón, está por hacerse agua frente a la presión de las fuerzas de mercado, que hoy tocan a las puertas de la universidad, ya que la apertura económica lleva a las primeras empresas a buscar apoyo universitario para atender necesidades de innovación tecnológica. Es menos costosa la contratación de asesorías universitarias que crear grupos propios de investigación y desarrollo, que sólo producen a mediano plazo.

Dado este nuevo ambiente, es necesario agregar a los profesores e investigadores, otros trabajadores universitarios: los consultores y los empresarios universitarios. Si alguien es muy dotado para la investigación y no para la comunicación, no hay porqué pedirle que haga docencia, si es solamente más útil como investigador. Por el contrario, si alguien es un buen divulgador y se actualiza permanentemente en esta tarea, pero no tiene la creatividad suficiente para la investigación, no debe exigírsele este oficio, porque lo va a hacer en forma burocratizada, aparente, con resultados que no van a tener mayor valor. Es igualmente válido el oficio de consultor, sin hacer docencia ni investigación, y es tan digno y tan universitario como los anteriores. Igual puede decirse del gerente de una empresa de base tecnológica, creada por la universidad, que no realiza docencia, ni investigación ni consultoría.

Evidentemente que personas con tan diferentes trabajos no pueden ser medidas con las misma vara. No se puede pagar con la misma curva de salarios a un profesional que hace investigación básica y pública en revistas internacionales o a un tecnólogo que hace modificaciones en el “lay out” de la planta de una empresa o en el proceso productivo o a un administrador que propone modificaciones gerenciales introduciendo, por ejemplo, círculos de calidad o métodos para mejorar la productividad. Tampoco podemos decir que el publica artículos en revistas internacionales es el verdadero universitario y es el que debe ascender por la escala académica. Los otros son tan universitarios como el primero, sólo que están desarrollando una nueva actividad, distinta de lo que tradicionalmente hemos considerado como tal. Es necesario, pues, que aceptemos la pluralidad de roles en la universidad y que no tratemos de medir los méritos y los salarios correspondientes a cada una de las actividades tan diferentes en la misma forma.

Así como en la sociedad un pintor y un ingeniero tienen distintas formas de remuneración, y el pintor puede tener más reconocimiento social que el ingeniero y en ocasiones el ingeniero puede tener más ingresos que el pintor, debemos aceptar que el filósofo no tiene porque ser medido con los mismos estándares que el tecnólogo o el consultor de empresas. La universidad, en este sentido, debe ser reflejo de la sociedad. Esa pluralidad de roles, de remuneraciones, de reconocimiento social debe también manifestarse en las diferencias, que no tienen por qué ser odiosas, ni dar lugar a enfrentamientos internos.

5.- ¿Son universitarias las actividades rutinarias?

Uno de los debates que afloran frente a esta nueva concepción de la universidad es si ésta debe realizar actividades rutinarias u ofrecer servicios que pueden ser prestados por sus egresados, (Wassbluth, 1990) recomienda que la universidad no haga actividades repetitivas ni consultorías, que pueda ser bien hecha por otras entidades, si esto le resta recursos necesarios para realizar sus otras funciones académicas y muy acertadamente advierte que estas actividades, aun las rutinarias, son importantes para universidades incipientes o que se inician en estos campos. Las universidades de mayor nivel deben desprenderse de estas actividades, pero las de menor jerarquía pueden tener en ellas un valioso aprendizaje. Para las universidades de mayor nivel se plantea la posibilidad de hacer actividades rutinarias siempre y cuando establezcan un nivel de calidad tal que represente un desafío a seguir por parte de las empresas privadas. En ese caso, la universidad está contribuyendo al desarrollo tecnológico del país, pues estaría prestando un servicio con tal calidad y seriedad como posiblemente no es usual que lo presten las demás empresas. Esa sería otra justificación para hacer actividades rutinarias. La última justificación de ellas sería la confianza que se puede tener en el nombre y en la ética de una universidad seria. Por ejemplo, un análisis de laboratorio o una certificación de calidad para un producto de exportación, merecerán a los clientes mucho más fe si son proporcionados por una universidad prestigiosa que por una entidad comercial. A través de actividades rutinarias, la universidad puede dar un buen servicio al consumidor, al comprometer su nombre.

Estamos, pues, ante una nueva forma de marca comercial cual es la marca universitaria. En muy pocos años seguiremos el ejemplo de universidades extranjeras o de algunas líderes en América Latina, que ya prestan servicios basados en la garantía de calidad y seriedad de sus servicios o el buen nombre que la universidad tiene.

Pasemos ahora a mirar algunos de los temas más discutidos en relación a la universidad y al sector productivo.

6.- Derechos de autor

Se ha debatido a quien pertenecen los derechos de autor de los trabajos hechos por profesores o estudiantes o por profesionales contratados por la universidad para determinado trabajo intelectual, que se concreta en un informe, en un libro o un programa de computador.

De un lado están aquellos que consideran que la universidad es poseedora de los derechos de autor de todo lo que se produzca bajo el régimen de subordinación; y que por no tener ese régimen de subordinación, los alumnos son los propietarios de los trabajos elaborados por ellos, como las tesis de grado. En una concepción más moderna, los derechos de autor corresponden a la universidad, siempre y cuando las personas que generan tales productos realicen sus obras usando recursos universitarios (Haeussler, 1991). No se considerarán recursos universitarios, para este propósito, el uso de espacios y oficinas y de las bibliotecas universitarias. Si un estudiante utiliza las bibliotecas de la universidad y tiene la colaboración de sus profesores para aclarar ideas sobre el tema de su ensayo en ciencias sociales o de bellas artes, es el autor de esa forma de expresión, ensayo o libro. En cambio, si un estudiante entra, para hacer su tesis de grado, a colaborar para un grupo de investigación, dirigido por la universidad y que puede tener o no financiación externa, ese estudiantes está utilizando recursos universitarios como laboratorios y equipos de computación, está participando en una generación colectiva de ideas y cualquier informe que él haga como tesis de grado, evidentemente que no es de su propiedad exclusiva; ha sido generado dentro de un grupo universitario y los derechos patrimoniales o económicos pertenecen a la universidad o a su contratante. Los derechos morales o el crédito en todo caso, pertenecen al autor o grupo de autores.

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